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Cine

"Tenemos que hacer un cine sincero, que se haga eco de su propia motivación"

"Mi padre, Antonio Molina, me dijo que si quería hacer este oficio tenía que hacerme responsable de mi libertad, y de la libertad que exigía este oficio, tal vez como cualquier persona. Y así lo he vivido y lo sigo viviendo", cuenta la actriz Ángela Molina

"Tenemos que hacer un cine sincero, que se haga eco de su propia motivación"

¿Cómo define a María, su personaje en El último traje?

Pues, históricamente, cada vez que me encuentro haciendo un personaje me siento casi incapacitada para hablar de él, porque aún está naciendo. También me sucede así en la intimidad, porque el personaje va naciendo y creciendo a medida que yo lo voy haciendo. Sin embargo, en los días de trabajo que llevamos en el Hotel Madrid y, sobre todo, desde la primera lectura del guión, siento que lo que tiene de hermoso esta película es que trata sobre estas cosas inesperadas de la vida, sobre seres que aparecen en tu vida y que te hacen aprender. Abraham, este ser que interpreta Miguel Ángel Solá, siente que se está cumpliendo un destino de reencuentro con un amigo que le salvó la vida en una ocasión. En ese proceso aparece mi personaje, con quien forja una amistad muy especial. Y ya no puedo desvelar más de lo que sucede, porque pretendo que el público pueda venir a verla de una manera libre.

Su bagaje fílmico atesora cientos de papeles y películas. ¿Se escriben buenos personajes femeninos en el cine español?

Siempre lo he sentido así. En España siempre se han hecho buenos personajes masculinos y femeninos en un gran variedad de historias porque en este cine hay de todo, como en la vida misma. A fin de cuentas, para construir historias uno se vale de la vida y la vida es el amor y es la relación entre los seres humanos, y lo que sucede siempre entre unos y otros. Y aunque yo he interpretado a muchas mujeres distintas, nunca me he interrogado acerca de mis papeles en el sentido de personajes femeninos frente a masculinos, sino que creo en los personajes que hacen falta para contar una historia en sí. Eso sí, somos muchas las mujeres que siempre estamos ahí a pie de guerra para cuando se necesita dar vida o, incluso, parir a esos personajes para que una historia camine y avance.

Una vida entera vivida a través de generaciones del cine. ¿Le abruman sus números?

¿El de llevar 45 años en mi trabajo? (Risas). Pues sí, poquito a poquito la vida se va... Y se viene. Ya son muchas películas y muchos personajes. Pero no me da tanto vértigo, en realidad, porque miras para atrás y te das cuenta de que la vida es así para todos. El trabajo es una ley de la vida y, de alguna manera, es la senda que hace y en que se hace el hombre, siempre: el vivir en su trabajo la vida y dar la vida a su trabajo.

Entre todos esos personajes, ¿destaca alguno en concreto?

No puedo, no puedo; porque sería como si me preguntasen cuál es mi hijo favorito y yo los amo a todos igual. Cada uno ha sido único y ninguno se puede sustituir. Cada personaje que he interpretado en cada momento de mi vida es insustituible, el momento y el lugar exacto que ocupa un trabajo es insustituible. Nos juntamos unas personas, nos conocemos y trabajamos juntos para obrar ese milagro que es una película y que está dirigida al público. Es ese público el que motiva esa razón de ser. Así que si tengo que elegir dentro de este mundo, yo elijo al público.

En su carrera, desde que despuntó con Ese oscuro objeto de deseo, de Luis Buñuel, predomina mucho cine de tipo autoral. ¿Qué valora en un texto o en un director?

Sí, realmente, es así... Y, además, ha sido así desde el principio. Siempre me ha gustado y me he sentido bien con ese cine de autor, aunque nunca he negado ni excluido tampoco ninguno de los otros géneros con un corte más comercial, o no, pero sí es cierto que, echando la vista atrás, es ese cine de autor lo que más he desarrollado. Además, en cuando a directores, es una complicidad mutua, ¿no? Yo voy hacia ellos, ellos hacia mí... Y yo agradezco, en consecuencia, que de manera puntual y casi continua volvamos a encontrarnos siempre. Pero cuando hago cosas más comerciales siento la misma motivación; y es por la gente, porque quiero sentir, como público, que me gusta esa historia, aunque me corresponda a mí hacerla. Siempre hago el ejercicio de resituarme como público cuando leo un guión: ¿Me gustaría a mí esa historia? Creo que es importante para el público darle la vuelta a la historia y mirar desde sus ojos, y no conformarte con hacer por hacer.

También enfocó sus comienzos hacia producciones con una temática más social o política, con nombres como Jaime Chávarri, por ejemplo.

Sí, siempre ha habido por mi parte un compromiso, de alguna manera, porque esta trayectoria empezó así y lo hizo de un modo natural. Sin embargo, ahora siento que, hagas lo que hagas, sea el cine que sea, aunque no tenga un contenido político; todo, inevitablemente, lo tiene. Todo lo que hacemos se hace de acuerdo con una realidad social y eso siempre, siempre queda retratado, en cualquier detalle. Cualquier obra de arte, proceda de donde proceda, corresponde siempre a algo y de eso no podemos huir, a no ser que contemos historias de los primeros habitantes en Australia, yo qué sé... (Risas). Lo que quiero decir es que todo atiende a lo que estamos viviendo en un momento determinado.

¿Se sigue haciendo ese tipo de cine en la actualidad y, en cualquier caso, es necesario ese tipo de cine hoy en día?

Es vital, es fundamental, porque es lo que, cuando no estemos, el hombre entenderá. Cómo fuimos, cómo somos, quiénes somos, a qué razones atendíamos, qué necesitábamos, qué es lo que nos hace iguales o, al menos, muy parecidos.

¿Qué opinión le merece el cine que se hace hoy en España?

Me gusta, me gusta mucho, y no tengo tiempo de ver tanto como desearía y eso me da coraje, me imagino que a mucha gente le pasa lo mismo. Una sociedad debería esta contemplada de tal modo que uno tuviera su tiempo libre de una manera real, pero la realidad es que hoy hay poco tiempo libre. Pero está bien que se haga buen cine y que, además, se haga buena televisión, porque una buena serie de televisión también acerca las buenas historias a la gente en sus hogares, que tal vez, por las razones que sean, no pueden acudir a los cines. Por eso, es bueno que se establezca un equilibrio de calidad siempre, que es lo que se merece la gente.

¿Cuáles son los retos principales a los que se enfrenta hoy el cine español?

Pues yo diría que el reto principal es, sencillamente, estar al alcance de todos. Eso ya implica revisar muchas cosas, si no casi todo. Creo que debemos hacer un cine sincero, real, que se haga eco de su propia motivación, que sean historias que se necesiten hacer, tanto para el autor como para el director y para los intérpretes. Que sea historias que sintamos que son necesarias una vez que se hacen.

¿Con qué se queda de toda una vida de crecimiento en el séptimo arte?

Mi padre, Antonio Molina, me dijo que si quería hacer este oficio tenía que hacerme responsable de mi libertad, y de la libertad que exigía este oficio, tal vez como cualquier persona. Y así lo he vivido y lo sigo viviendo.

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