La 73º Mostra de Venecia abrió ayer sus puertas de forma brillante con La la Land, un filme que mira a los musicales clásicos con frescura y con unos excelentes Ryan Gosling y Emma Stone a las órdenes de Damien Chazelle, para reivindicar las historias de amor y romance en el cine. Tras triunfar con Whiplash, Chazelle es a sus 31 años el rebelde de Hollywood.

Su cine contra la norma no busca sorprender con novedades ni inventar nuevos géneros, sino que vuelve la mirada al pasado para revisitar el clasicismo desde la más pura modernidad. Y se sirve de la música para recuperar el aura "atemporal" de las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers, el estilo más de Stanley Donen que de Grease con una historia que ha supuesto para él "cumplir un sueño".

Aplausos tras la primera proyección de prensa -incluso tras la primera escena de la película- y aún más fuertes cuando Chazelle y Stone hicieron su entrada en la sala de conferencias de prensa. Sonrientes Chazelle y la protagonista, ni siquiera la ausencia de Ryan Gosling empañó la presentación. "Creo que ahora más que nunca necesitamos amor y romance en el cine", explicó Chazelle, para quien el musical es el género que permite construir la tierra de los sueños y utilizar una forma de expresar las emociones que "puede violar las leyes de la realidad". "Los musicales te permiten llegar hasta el final, algo que otros géneros no", agregó sobre su tercer largometraje tras Whiplash (2014), que ganó tres Óscar, y Guy and Madeline on a Park Bench (2009), su debut en el cine, también musical. Un género que Stone, radiante con un vestido floral, aseguró adorar desde su infancia, por lo que no dudó en calificar esta película de "sueño real".

Premio a una trayectoria

El director de cine Sam Mendes aseguró ayer que su intención como presidente del jurado de la Mostra es "aprender de estas películas" como si fuera "un estudiante". Y por su parte, el veterano director polaco Jerzy Skolimowski, a sus 78 años, demostró ayer en Venecia que le queda mucha energía y que el León de Oro a la carrera que recibió de manos del actor Jeremy Irons es un premio a su pasado, pero también a su futuro. Skolimowski, que el año pasado compitió en la Mostra con la trepidante 11 minut, aseguró que con este "gran honor" se reconoce lo que ha hecho y lo que hará y lo consideró un estímulo para lograr que su futuro trabajo confirme que es merecedor del León. Un premio que recibió ayer en la ceremonia, que no contó sin embargo con la habitual cena de gala, suspendida en respeto a las víctimas del reciente terremoto en el centro de Italia.