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Una tragedia griega del siglo XX

La nueva temporada del Cuyás arranca con 'Panorama desde el puente', de Arthur Miller, por la que obtuvo su segundo Pulitzer

El actor Eduard Fernández y la actriz Marina Salas interpretan al estibador Eddie Carbone y a su sobrina Catherine en 'Panorama desde el puente'. LA PROVINCIA / DLP

Las contradicciones internas, las tensiones migratorias, la amenaza del otro y un amor prohibido que difumina los límites entre la razón, la ética y el instinto básico. Estos son los vértices que componen Panorama desde el puente, una de las obras maestras de Arthur Miller, el dramaturgo insigne del siglo XX que cristalizó las frustraciones y desengaños de la sociedad estadounidense del medio siglo. El Teatro Cuyás inaugura su nueva temporada en el filo de septiembre apuntando a las estrellas con una revisión de esta tragedia griega del siglo XX, que constituye una de las joyas de esta temporada.

La dirección del montaje corre a cargo del francés Georges Lavaudant, asiduo de los escenarios españoles y responsable del regreso a las tablas de uno de los actores más carismáticos del cine español, Eduard Fernández. El catalán revive la batalla interna de Eddie Carbona, un estibador italiano en el puerto de Nueva York, cínico y misógino, atormentado por la pasión enfermiza que siente hacia su joven sobrina Catherine (Marina Salas), a quien aloja junto a su esposa desde que quedara huérfana. Esta peligrosa obsesión, unida a la llegada de unos jóvenes inmigrantes al hogar, alienta la trasgresión de sus valores más fundamentales a merced de una pasión destructiva.

"El reto de este personaje es, sencillamente, interpretar a este personaje", declara Eduard Fernández. "Eddie Carbone es un hombre tosco, invasor, pero que vive un gran sufrimiento por unos celos que no entiende, un amor que tampoco entiende, en el que hay también una gran sobreprotección y una gran desilusión". "Y con estos conflictos, su frustración es haber trabajado toda la vida como un animal y no haber podido hacer lo que quería, sino lo que debía", sigue. "Por eso, también le es muy difícil soportar que alguien pueda hacer lo que quiere y no lo que debe".

El actor, nominado en nueve ocasiones y ganador de dos premios Goya, expone que debe su regreso a los teatros a "un gran texto, un gran personaje y un gran director". "Como actor, creo que no importa tanto que hagas cine o teatro, pero con el tiempo creo que el lugar más adecuado para expresar este oficio al completo es el teatro", revela. "La profesión nace ahí y, al final, es en el escenario donde hay menos trucos, menos apoyos, y donde la actuación es más descarnada, más desnuda".

Además, Panorama desde el puente exige "un trabajo muy actoral". "El peso de la obra recae en esa compleja relación triangular que se establece entre mi personaje, su esposa y su sobrina. Ese es el núcleo del conflicto, que poco a poco conducirá a mi personaje a una de las cosas peor vistas en este mundo, que es la traición", señala.

"Y luego, está el personaje del abogado de la familia, Alfieri, que es a la vez el narrador y que, como un Corifeo griego, va siguiendo todo lo que pasa en el escenario y se lo va narrando al público, como en una tragedia griega". En este sentido, Fernández destaca que Panorama desde el puente "es un texto naturalista americano, mientras que Georges Lavaudant es un director francés". "Los franceses no son amantes del naturalismo ni del realismo; por tanto, lo hemos llevado todo a una tragedia griega, que también lo es, despojada de toda escenografía y donde todo recae en los actores y en un texto muy potente", explica. "Lo más difícil ha sido ese ejercicio de limpieza, porque no comemos ni casi nos sentamos, estamos desnudos en el escenario y eso sí que es un reto".

Con todo, Fernández declara sobre el estado actual del teatro en España que "siempre hay buenas obras y malas obras; la maravilla es que se haga teatro". En cuanto a su consagrada vertiente cinematográfica, el actor acudió ayer al estreno de El hombre de las mil caras en el Festival de Cine de San Sebastián. Dirigida por Alberto Rodríguez -autor de La isla mínima, que se alzó con 10 premios Goya el pasado 2015-, Fernández interpreta al ex espía Francisco Paesa. "Es un personaje difícil, Paesa, porque se esconde mucho, siempre está mintiendo y manipulando al resto y, a la vez, está todo el rato presente", explica. "Como sucede con Eddie Carbone, fue difícil buscar cómo despertar una cierta empatía por parte del público hacia él".

Además, el dos de diciembre estrenará 1898. Los últimos de Filipinas, de Salvador Calvo, que se filmó en parte en el municipio grancanario de Santa Lucía de Tirajana, donde también interpreta a otro personaje histórico real, el capitán Enrique de las Morenas. "Este es mi oficio y es un regalo poder hacer estos papeles, porque es a lo que me dedico y yo amo mi oficio", declara. Y por si fuera poco, cuatro días antes de su aterrizaje en el Cuyás arrancará el rodaje de la comedia coral Perfectos desconocidos, a las órdenes de Álex de la Iglesia. "Aunque no lo creas, me encanta hacer comedia, pero también pienso que es muy difícil escribir una buena comedia", manifiesta. "Así que en unas semanas me pondré con esta comedia, que también es mitad drama, un poco antes de estar en Canarias con ustedes con este dramón".

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