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Entrevista

"En mi viaje por el Ártico descubrí la nieve, el hielo y la nada física"

"Las ciudades tienen una sonoridad muy grande y la explicación geográfica del lugar casi parece un poema", destaca la escritora Elsa López

"En mi viaje por el Ártico descubrí la nieve, el hielo y la nada física"

¿Quién es realmente la protagonista de Viaje a la nada?

La protagonista soy yo, una mujer que viaja hacia el Ártico y que descubre el hielo y la nieve, pero también la nada física, y eso tiene una correspondencia con su nada interior. Es el descubrimiento del vacío. Durante aquel viaje por el norte de Noruega había lugares en los que no había nada. Eran cientos y cientos de kilómetros, y horas y horas viendo solo blanco y blanco. El cielo, el mar. Y miras y miras y al final te ves a ti misma. Llegamos a Kirkenes, la ciudad más al norte de Europa. Todo estaba nevado y helado. Fuimos a ver cómo cazaban cangrejos. Hicimos un viaje largo con unos perros que tiraban trineos, y llegamos a un sitio que nos dijeron que eso ya era Rusia y empezaba otro mundo.

Antes de todo, usted incluye dos poemas más intimistas.

El primero lo escribí en el hotel de Amsterdam, camino de Oslo. Era recordando a Jacques Brel, que es uno de mis cantantes preferidos. El segundo ha causado mucho impacto. De madrugada, escribí sobre una mujer que se levanta de la cama y se ve al pasar delante del típico espejo de hotel que te devuelve la imagen terrible de lo que eres. Es un poema muy cortito y que expresa ese dolor sobre los años, la vejez, el cuerpo, el deterioro.

¿Cómo ideó este trabajo?

El viaje fue en 2012. Yo siempre llevo un cuaderno cuando voy a algún sitio nuevo. Allí reflejé lo que yo anotaba ya que en algunos sitios me venían a la cabeza poemas relacionados con ese momento, lugar o circunstancia. Pero los poemas tiene que ver, no ya con el lugar físico, sino con mi alma. Es un libro doble donde, por un lado, ves el paisaje exterior, y, en el otro lado, el escrito, el interior. Ves los dos paisajes: aparece el aeropuerto de Oslo y yo voy contando lo que veo.

Sin embargo, tanto la prosa como la poesía transmiten la misma sensación intimista.

La explicación geográfica casi parece un poema, porque las ciudades Vardo, Batsfjord, Berlevag, Mchamm tienen una sonoridad muy grande. Están todos los datos. El 17 de febrero escribo el primer poema. Se incluyen dibujos es de una alumna de la Fundación Antonio Gala que tienen que ver con el libro y que e llama Inma Álvarez-Laviada. Es el tercer libro que publico en la editorial Hiperión.

¿Los viajes han estado muy presentes en su vida?

Sí, desde niña, en la época en la que mis padres nos llevaban en verano a todos lados. Yo he viajado mucho. Este viaje lo hice porque tenía dos deseos. Uno era ver aparearse las ballenas. Y el otro era ver las auroras boleares. Pero no vi ni una cosa ni la otra.

¿Usted está establecida definitivamente en La Palma?

Vivo entre Madrid y La Palma. En La Palma pasé mis primeros años de vida. Pero realmente nací en Guinea Ecuatorial porque mi padre trabajaba allí. Pero sigo muy vinculada con La Palmas. De hecho, en Garafía he escrito muchos de mis libros, además de mi tesis doctoral y una de mis novelas, Las brujas de la isla del viento, que está inspirada en un trabajo de investigación que hice con muchos personajes del norte de esa isla.

¿Cómo surgió la idea de escribir una novela que partiera de las brujas en La Palma?

En Canarias existe mucha brujería. Más de la que la gente imagina. Yo empecé a trabajar en el Consejo de Investigación Científico con Julio Caro Baroja y José Pérez Vidal. Siempre se han hecho estudios sobre las brujas de Galicia y el País Vasco, pero Canarias nunca ha sido tocada. Y es una pena, porque Canarias, con la cantidad de gente que vino de Galicia y por razones africanas, es una mina en ese sentido. Es cierto que la novela tiene mucha ficción, pero no deja de ser un documento.

¿Y cómo eran esas mujeres?

No es la bruja de Blancanieves, que no existe, sino la que te pide 6000 euros para sacarle el novio a otra, que te hace una serie de conjuros y a los dos días ya estás con él. Aquí hay hierbateros y mucha gente para quitar el mal de ojo. Realmente, al final, el cliente tiene tal la fe que es el que se carga al otro.

Usted tiene un caso relacionado con el robo de niños en Madrid hace 30 años?

Me robaron una hija nada más dar a luz. Por entonces había una red en la Península que se dedicaba a eso. Tuve a mi hija el 5 de febrero de 1981 en la clínica del doctor Eduardo Vela. Cuando detuvieron a este hombre, la prensa mostró una foto de un recién nacido congelada, y yo reconocí a la niña que me enseñaron. Eso no ha ido a ninguna parte porque es muy difícil de demostrar si no tienes documentos. Luego, comprobé que en el registro de Madrid hay una falsificación de datos y consta como un aborto cuando fue un parto, además de que consta una fecha distinta, etc. Pero el doctor Eduardo Vela se llevó todo cuando supo que hubo una investigación. Hay una necesidad de buscarla. A mi hija pequeña, que nació un año después, la han asociado con otra niña que estoy seguro que es ella.

Usted tiene una columna de opinión que sale todos los martes en La opinión de Tenerife.

Es un método de que mis demonios salen fuera. Hace poco me ocurrió con el tema del velo de la chica de Tenerife. La chica decía 'es mi identidad'. Y yo le contestaba: 'No es tu identidad, es impuesta por una cultura, como la mía tampoco es vestir así'. Ahí hecho fuera ese pequeño veneno que me vino de pronto. Y eso es lo que hago con los políticos, con la iglesia. Y eso es un camino muy bueno.

Una de sus novelas, El corazón de los pájaros, llegó a la final de premio Planeta.

Fue en el año 2000. Y Planeta tenía la costumbre de publicar al ganador y a los tres últimos libros. Ese libro, cuando se hizo la crítica, un periodista dijo que para él era un largo poema en prosa. Cuando me preguntaron yo contesté que siempre se me veía el plumero a la hora de escribir. Y es que, lógicamente, yo soy poeta, y es la poesía lo que a mí me sale. El libro se agotó, se hizo una segunda edición, y a veces me dicen que lo piden de alguna universidad. Pero luego, en la editorial tinerfeña Idea, salió Las brujas de la isla del viento y Una gasa delante de mis ojos. Y la editorial grancanaria Camps editó El viaje que es la historia de mi abuelo. Cuando lo acabé sentí que podría haber seguido con una novela.

Usted también tiene su editorial: Ediciones La Palma.

Surgió cuando gané el premio Melilla en 1987 con Del amor imperfecto que editaron 3000 ejemplares que se agotaron. Yo pedía otra edición, y me dicen que no hacen mas libro. Por eso yo monto una editorial y me autoedito otra edición de este libro. Poco después fui publicando a chicos que escriben poesía o cuentos en La Palmas y empecé a editar a gente. He publicado a infinidad de gente, pero míos han salido un poemario sobre la Casa Cabrera, y el libro que ganó el premio de poesía La rosa de Damasco.

¿Y cómo llegó a ganar un premio, nada menos, que en Siria?

Había una convocatoria y el embajador de España en Siria me propuso que me presentara ya que era un premio muy bien dotado. Me dieron una rosa de oro, que es el símbolo de Siria, y me pagaron un mes en el país. Me recorrí Siria con un chófer palestino. Lo pagó la embajada y el ministro de la guerra fue, irónicamente, el que me entregó el premio. Ahora lloro por la guerra. Palmira fue una impresión tan grande. Pero todo ha ido al carajo por la ambición humana.

¿Que siente al participar en una charla como la de ayer?

Yo disfruto con esta presentación como si tuviera 20 años. Me siento feliz y me pongo nerviosa.

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