El cine latino, que cada año avanza posiciones en el Festival de Sebastián, ha logrado colar en la 64 edición a algunos de sus realizadores más potentes en las grandes secciones del certamen y ha situado en parrilla de salida a los más jóvenes, atrevidos y novatos con innovadoras y frescas propuestas.

Son la mayoría debutantes, o autores de segundo filme, quienes este año se juegan el prestigioso premio de Horizontes Latinos con la esperanza de ver pronto su película en una sala de cine.

Ese mismo mensaje de ilusión es el que transmitió el flamante Primer Premio Jaegger-Le Couture de Cine Latino, Gael García Bernal, quien declaró su convicción de que "el cine es un acto de fe" al recoger su premio.

García Bernal, protagonista de Neruda, que representará a Chile en los Óscar; Daniel Burman, con El rey del Once, o Amat Escalante, con su La región salvaje, son algunos de los ejemplos de ese potente desembarco de brillantes realizadores, ya reconocidos en Cannes, Venecia o Berlín.

Y al otro lado, La larga noche de Fernando Sanctis, ópera primera de los argentinos Andrea Testa y Francisco Márquez que se proyectó hoy como cierre en el Zinemaldia el ciclo de películas a concurso.

Basada en la novela homónima de Humberto Costantini, el filme aborda el espinoso tema de la falta de implicación de sectores de la sociedad argentina durante la dictadura militar y esboza esa mayoría silenciosa que miró hacia otro lado durante la represión.

A estas películas se suman las chilenas Aquí no ha pasado nada, de Alejandro Fernández o El cristo ciego, de Christopher Murray.