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Entrevista

"Soy un gran defensor de la televisión, pero soy un actor de y por el teatro"

"Creo que 'La estupidez' representa muy bien el espíritu de alguien que quiere dedicarse a esto", destaca el actor malagueño, Fran Perea

El actor Fran Perea, en una escena de 'La estupidez'. LAU ORTEGA

¿Cómo es el reto de encarnar a cinco personajes en un motel de carretera?

Pues es exactamente eso, un reto. Creo que para un actor es una obra muy complicada, porque hay que buscar a todos los personajes, sin pasarse, pero sin quedarse corto. Sin embargo, una vez los tienes calados a todos, es una función para disfrutar como actor. Aunque estás ahí al límite, exige muchísima concentración pero, al mismo tiempo, permite mucho disfrute.

¿Con cuál de los cinco haría un spin off?

¡Qué difícil! Es que cada uno de nosotros tiene un personaje que es un poco más importante que el resto dentro de la trama. En mi caso, yo interpreto al oficial Arnold Wilcox, que quizás es el personaje más carismático y por el que apostaría, si tuviera que elegir.

¿Cuál es el hilo conductor de esta historia, inspirada en los siete pecados capitales?

El pecado sería, sin duda, la codicia. El autor de la obra, Rafael Spregelburd, se inspiró en el cuadro Mesa de los pecados capitales de El Bosco para escribir una reflexión actualizada sobre esos pecados. Lo que hace es retratarlos y, además, rebautizarlos; en este caso, la codicia pasaría a denominarse como la estupidez y ahí empieza el juego teatral. La obra nos muestra hasta dónde llega el poder del dinero y, sobre todo, el comportamiento estúpido que podemos llegar a tener los seres humanos para conseguir más dinero. A grandes rasgos, esta es la reflexión que el autor nos deja en el aire.

En este sentido, además de humor y parodia, La estupidez aloja una vertiente crítica.

Sin duda. A nosotros, desde la compañía Feelgood Teatro, nos gusta hacer comedia, pero que tenga siempre un cierto poso de reflexión. En este caso, hemos tenido la suerte de contar con un texto estupendo que contenía todo eso. Mi impresión es que es un texto que, en escena, plantea muchas preguntas, pero no da las respuestas, que es algo que a nosotros también nos interesa. En esta propuesta hay mensaje, pero no hay moraleja, es el espectador el que tiene que desenterrarla. La idea es que el espectador, después de reírse con nosotros, salga del teatro pensando.

Alguna vez ha dicho que, para un actor, esta obra es "golpe de amor teatral".

¡Es lo que es! Nosotros no estábamos conectados con Spregelburd pero, luego, leyendo la historia por la que hizo esto, que fue como acto de amor al teatro, siento que nosotros hemos hecho algo muy parecido. Creo que esta función representa muy bien el espíritu de alguien que ama el teatro y se quiere dedicar a esto.

Su nombre despega en televisión, pero en los últimos años se consolida en teatro.

Es que yo, realmente, me siento como actor de y por el teatro. Luego, está esta cosa maravillosa de esta profesión, que nos permite desarrollar nuestro trabajo en otros lugares, como la televisión o el cine. Pero yo me hice actor por el teatro. Y a lo largo de mi carrera, he ido trabajando para distintas compañías pero, en el proceso, uno siempre va buscando tener su propio lugar desde el que poder contar cosas. Por eso surgió la idea de montar una compañía propia con un grupito de gente.

¿Cómo ha sido el camino al frente de la compañía Feelgood Teatro?

Pues no negaré que fácil no es. En primer lugar, no es sencillo montar un proyecto como este y sacarlo adelante, porque sabes que tienes que dedicar unos cuantos años de tu vida y asumir varios compromisos para que la cosa salga a flote. Luego, mantener económicamente una compañía no es sencillo, como no lo suele ser en la mayoría de empresas relacionadas con la cultura en este país. Las circunstancias que tenemos en España, donde no hay una política fiscal acorde a las necesidades de nuestro sector, lo pone realmente difícil. Por eso, nos encontramos con grandes problemas a la hora de afrontar las giras e, incluso, para las temporadas en Madrid, donde residimos, es complicado.

Por otra parte, regresa a la televisión con la serie La sonata del silencio, en la piel del juez Mauricio. ¿Es su primer papel que explota su lado oscuro?

Sí que es la primera vez, ¡por fin me han dejado hacer de malo en la tele! En teatro sí que lo había hecho pero en televisión, hasta ahora, no había tenido el gusto. Y estoy muy contento, porque es un personaje muy rico, que además tiene una evolución muy interesante a lo largo de la serie, con muchos cambios de registro. Eso es fantástico porque te permite trabajar, indagar, investigar y probar muchas cosas. Y todo esto dentro de un proyecto como es La sonata del silencio, donde todo está muy cuidado y muy bien hecho.

Con el auge actual de series, ¿cree que el buen cine también se hace en televisión?

Creo que son géneros distintos, pero que cada vez son más cercanos en maneras de rodar y, por supuesto, en calidad. Yo soy un gran defensor de la televisión, porque he trabajado mucho en ella y porque creo que es un medio fantástico dentro de la industria audiovisual de este país. Creo que en el cine no hemos llegado tan lejos como en tele visión, porque no se puede vivir sólo del cine en España mientras que, gracias a la tele, toda la familia de la industria, desde actores hasta técnicos, se puede formar y puede vivir.

¿Y cree que hoy se hace buena ficción televisiva en España?

No sólo eso, sino que creo que, además, ahora estamos viviendo una época de cambio y que caminamos en una dirección en la que la ficción española televisiva va a crecer, porque las nuevas plataformas le van a permitir salir de formatos a los que ha tenido que acogerse el producto televisivo de ficción, con temporadas muy largas, capítulos también muy largos, de unos 70 minutos, y tramas muy blancas, porque son televisiones generalistas y tienen que gustar a todo el mundo, etcétera. Pero creo que con las nuevas plataformas se va a abrir un abanico interesante.

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