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'Sing Street'

Todo lo que necesitas es el ahora

Fotograma de la película 'Sing Street'. LA PROVINCIA / DLP

Los tiempos han cambiado desde que el cantante Marvin Gaye puso música y letra a la educación sentimental de los jóvenes americanos que se enrollaban en los cines al aire libre los sábados por la noche en los años 60 y 70 del siglo pasado. Puede que los tiempos hayan cambiado, pero en esencia la juventud sigue buscando en la música su identidad y autonomía, siguiendo a sus ídolos musicales. Al menos es lo que hace Conor, el protagonista de Sing Street, de John Carney. Conor (Ferdia Walsh-Peelo) es un adolescente irlandés de 15 años, con problemas en la escuela y en su casa. La música de Duran Duran, The Cure, Depeche Mode y Joy Division (estamos en los 80, por si no se han dado cuenta), serán sus aliados para escapar de sus ataduras y dar rienda suelta a su talento musical.

Después de aquella película de bajo presupuesto llena de maravillosas canciones y ninguna mala nota que Carney realizó sobre una pareja de músicos que se encuentran por casualidad en las calles de Dublín y se juntan para escribir canciones de amor a quemarropa (Once), llega otra mirada llena de frescura y de buenas intenciones sobre la "educación musical" de un grupo de chicos de una escuela católica que forman una banda de música para canalizar toda su rebeldía -por algo cantaba Duran Duran aquello de All You Need Is Now (Todo lo que necesitas es el ahora)-, y sacar a relucir sus verdaderos sentimientos.

Sing Street es una de esas películas corales sobre la amistad que surge en la infancia y en la adolescencia como Los Goonies de Richard Donner o Super 8 de Steven Spielberg, pero a diferencia de estas últimas la película de Carney tiene su mejor baza en el magnífico reparto que ha logrado reunir. Nadie mejor que el desconocido Ferdia Walsh-Peelo para incorporar a Conor, o Jack Reynor (al que pudimos ver hace poco interpretando a Malcolm en Macbeth) en el papel de hermano mayor, que ya quisieran para sí los trogloditas del reality show de la cadena Cuatro. Sus personajes transmiten una autenticidad como no se veía en mucho tiempo.

En Sing Street, Carney construye con encomiable solidez un relato que se sostiene, más que por su interés intrínseco, por el tono y la atmósfera ochentera imprimidos mediante la puesta en escena. Sobre la base de unos personajes más bien comunes, el director de Once sabe mostrar con eficacia la idiosincrasia de la juventud irlandesa más desfavorecida. Sing Street reúne lo mejor del cine de Carney, su habilidad para la comedia y su inteligencia para la crítica incisiva, bajo una mirada cargada de nostalgia. Si fuera un álbum musical, sería un disco muy variado, como un pop de autor que intenta capturar una euforia épica que se desparrama en cada nota y, lo más importante, que evoca y emociona, seduce y abraza.

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