Previamente a la celebración de la gala del Premio Planeta, una pléyade de famosos fue desfilando de forma algo abrupta por el estrecho pasillo que llevaba al hall del Palau de Congresos de Catalunya donde ayer se falló el galardón.

Entre lo caótico y lo pintoresco, muchas caras conocidas de políticos, showmans, presentadores de televisión o radio, o simples tertulianos de todo pelaje, se convertían en los protagonistas del momento mientras los cámaras de televisión se esforzaban por hacer bien su trabajo entre una curiosa fauna formada por un auténtico maremágnum de periodistas, invitados, camareros con canapés y la siempre imponente tropa de escoltas de los Reyes de España.

Los primeros en llegar fueron Risto Mejide y su flamante novia. Luego se formó un círculo televisivo muy animado y divertido entre los que destacaban las simpáticas maneras de los presentadores Sergio Martín y Jordi Hurtado. En el apartado de los políticos, María Dolores de Cospedal y Xavier García Albiol fueron los más puntuales. Al igual de Soraya Sáenz de Santamaría, Carles Puigdemont y Rafael Catalá. Luego les seguirían Albert Rivera y su mujer saludando a diestro y siniestro, aunque con un aire algo cansado en el semblante del primero. Como siempre, Karlos Arguiñano fue la quintaesencia de la simpatía y la espontaneidad. Y Manuel Fuentes se conviritó en la verdadera estrella de la noche ya que gracias a su paciencia fue el que más fácilmente se prestaba a ser entrevistado por las cadenas nacionales.

La llegada de los Reyes sucedió, como cabía esperar, cuando todos los invitados ya se encontraban bien colocados en sus respectivas mesas. Todos perfectamente distribuidos de forma alfabética en unos lugares estratégicamente situada alrededor de sus majestades, donde se podían contar más de 1.100 invitados que incluían, como otro nuevo recórd, a 100 escritores de todo el país, la cantidad más alta que acudía a este evento.

La presentadora Lourdes Maldonado fue, una vez más, la maestra de ceremonias de la noche, y la que dio pie a las intervenciones del portavoz del jurado, que fue transmitiendo las diferentes deliberaciones del jurado cada veinte minutos. Unos instantes en los que los periodistas tenían que hacer malabarismos entre el bolígrafo y el tenedor para dar buena cuenta de los resultados de la quiniela literaria. Un "ooohh" muy ostensible se oyó entrte algunos asistentes cuando El camino de Santiago fue elminada en la última vuelta.