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Entrevista

"La Academia Sueca se inhibió"

La biógrafa del escritor grancanario Anna Caballé explica que esto sucedió "por la falta de apoyos a Galdós en su propio país

La biógrafa literaria Anna Caballé, una de las más importantes del país. LA PROVINCIA / DLP

¿En qué medida afectó a Benito Pérez Galdós la pérdida del Nobel hacia el final de su vida?

Galdós se sintió muy afectado, en sus últimos años de vida, por los varios intentos que hubo por parte de la Academia sueca para darle el premio Nobel. Además, no lo consiguió porque no obtuvo los suficientes apoyos españoles. Entonces, aunque confluyeron varios elementos que hicieron que Galdós tuviera una vejez bastante penosa, triste y dolida, esa situación, sin duda, le afectó mucho.

¿Su biografía Memorias de un desmemoriado pone de manifiesto esa aflicción?

Galdós escribió estas memorias en su vejez, que es una etapa difícil para todo el mundo. Las publicó por entregas a partir de 1916 en el semanario La Esfera, que acababa de estrenarse, por lo que este año se cumple el centenario de su publicación. Más adelante, estos textos se recogieron en el libro Memorias de un desmemoriado, en 1920, año de su muerte, y en mi ponencia enla casa-museotraté de hablar no tanto del texto como del contexto en el que se escribieron, que Galdós abordó desde un estado de ánimo muy bajo.

¿Cuáles fueron las otras circunstancias que empañaron aquellos años?

Su vejez estuvo marcada por varias razones. Para empezar, tenía muchos problemas económicos, porque Galdós nunca fue un buen administrador de su patrimonio; gastaba mucho y, además, había gente que vivía a su costa, por así decirlo. Entonces, en los últimos años tuvo varios problemas económicos que le obligaron a estar escribiendo a destajo. Por otra parte, era un hombre con una vida sentimental un poco desordenada y, bueno, aunque más desordenada la tenía Balzac, sí es cierto que centró todas sus energías en sus obras y, a su vez, dependió un poco de las personas que tenía a su alrededor. Entonces, entre unas razones y otras, sus últimos años no fueron muy felices, porque afrontó problemas que no esperaba en lo que para él fueron unos años muy intranquilos.

¿Se conoce, en general, esta dimensión sombría de su vida?

Creo que es algo que se conoce y que queda recogido en la biografía de Pedro Ortiz-Armengol, Vida de Galdós, que no se detiene demasiado en este aspecto pero sí señala que fueron años tristes. Por el momento, esta es la biografía más importante de que disponemos, a la espera de que el profesor Jordi Canal termine la suya, que terminará el año próximo.

¿Cree que la negación continuada del Nobel a Galdós obedeció a cuestiones ideológicas?

Galdós escribió una obra donde progresivamente iba siendo cada vez más crítico, más amargo y más corrosivo con el catolicismo. No sólo con una España católica sino con una clase media que, en lugar de cumplir con la función de tolerancia y cosmopolitismo que él creía que debería cumplir, era una clase media ultracatólica y reaccionaria. Entonces, la obra de Galdós era cada vez más crítica con el catolicismo y hubo una parte de la sociedad española que no se lo perdonó, que veía a Galdós como un furioso anticlerical. Y lo que sucedió es que toda esa gente se organizó, de manera que, por último, no recibió apoyos ni de la Academia española, ni de las principales instituciones del país, que tildaban a Galdós de ser una especie de "comecuras". Fue toda esa gente la que envió cartas y telegramas a la Academia sueca; no sabemos cuántos, pero, en todo, caso se manifestaban en contra. Entonces, la Academia, al ver que no había ningún consenso en torno a Galdós, ni siquiera en su país, para reconocerle como un gran escritor, decidió inhibirse y concederle el Nobel a otra persona.

En este sentido, la Academia no quiso aislarse de cuestiones de índole política.

La Academia del Nobel evolucionaría con los años y la prueba la vemos hoy, sin ir más lejos, que acaban de darle el Nobel a Bob Dylan. Sin embargo, en aquel momento era muy conservadora y, viendo el panorama español, simplemente se inhibieron. Gerhart Hauptmann, Rabindranath Tagore y Romain Rolland eran en 1912, 1913 y 1915, respectivamente, las tres alternativas de la Academia a una propuesta que tenía mucho fundamento para salir en cualquiera de los tres años porque en las tres ocasiones hubo un interés por parte de la Academia en darle el Nobel a Galdós. Así lo cuenta Ortiz-Armengol, quien precisamente por su condición de diplomático tuvo acceso a los archivos. Aunque es verdad que no le dejaron consultar las cartas ni telegramas que supuestamente llegaron, sí que le dejaron consultar los informes muy positivos de los que disponía la Academia sueca para darle el Nobel.

Usted firma numerosas biografías literarias, ¿qué es lo que más le atrae de este género?

Pues me atrae desde que era muy jovencita y, después, me sorprendió cuando llegué a la Universidad que fuera un género que no jugaba ningún papel académico. Nunca en los estudios me recomendaron ninguna biografía o libro de memorias, así que pensé, de una forma un poco quijotesca, que me gustaría dedicarme a paliar, en la medida de mis modestísimas posibilidades, lo que yo entendía que era un vacío en el mundo hispánico, una falta de escritura biográfica y, por supuesto, una falta de reconocimiento cultural.

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