La huida admite muchas direcciones y señuelos. Y ese descenso a los infiernos puede originarse en un accidente. Así se desata la trama de la película Pozoamargo (2015), una coproducción hispano-mexicana dirigida por Enrique Rivero, que se proyecta esta tarde en la penúltima jornada de la Muestra de cine iberoamericano Ibértigo 2016.

La cinta contará con la presencia del propio cineasta, quien introducirá la película al público y, luego, desgranará en un coloquio sus entresijos y motivaciones. Pozoamargo, cuyo título refleja el abismo vital en el que se interna su protagonista, da nombre al pueblo manchego donde germinó -y se filmó- la idea de la película. "Siempre sentí que era el lugar ideal para contar esta historia", cuenta Rivero.

La película narra las tribulaciones de un hombre (Jesús Gallego), que descubre que sufre una enfermedad venérea que le ha transmitido a su mujer embarazada y quien, incapaz de enfrentarse a lo ocurrido, decide huir al pueblo castellano de Pozoamargo. Una vez afincado en este purgatorio inhóspito, donde comienza a trabajar como jornalero para pasar desapercibido, conocerá a Gloria (Natalia de Molina), una joven sensual y explosiva que le abrirá las puertas del infierno.

A partir de este planteamiento, la cinta explora el sentimiento de culpa, sobre todo, en el terreno de la sexualidad, "como parte de la sombra de nuestra naturaleza", según apunta el director. "Es un tema que me viene dando vueltas desde hace ya muchos años, probablemente, por mi educación y la sociedad en la que vivimos", apunta Rivero. "Y sí, puede verse como una critica, aunque mi intención era solamente cuestionármela", añade.

La película, que se filmó en este pequeño pueblo de 300 habitantes con la participación de la población local, está protagonizada por un curioso tándem cinematográfico: Gallego, un actor no profesional, que afrontaba su primera película; y De Molina, una de las estrellas más jóvenes del panorama fílmico nacional, galardonada con dos premios Goya (Vivir es fácil con los ojos cerrados y Techo y comida) con sólo 25 años.

Por su parte, Jesús Gallego, un pintor de Pozoamargo, encarna el peso terrible de la culpa y la expiación, en el que transpira la huella inevitable de la tradición judeocristiana en el mundo occidental. Y por otra parte, Natalia de Molina, interpreta a una Lolita desinhibida, que simboliza la tentación, el pecado y la recaída. "Ella es la piedra con la que el protagonista se vuelve a tropezar", señala Rivero, quien fraguó el guión de la película hace 10 años, pero lo remató hace poco con el nombre de ambos intérpretes en mente.

"El rodaje fue muy cómodo", asegura, "y la experiencia de rodar con ambos, una delicia. Los dos comparten entrega, profesionalidad, talento natural, y su presencia en pantalla es brutal". En cuanto al lenguaje narrativo de la película, Rivero se alió con la fotógrafa Gris Jordana para convertir Pozoamargo, con sus paisajes, su luz, su aridez y su soledad, en un personaje más de la película, que acentúe y retrate el desamparo y sufrimiento cotidiano del protagonista.

Además, la cinta reviste una particularidad, que es el rodaje de la segunda parte en blanco y negro. Esta transición "aspira a marcar que la película tiene como dos partes: una de negación y otra de resignación", señala Rivero.

Y para huir de artificios y ornamentos, también prescinde de banda sonora hasta los créditos finales. "No pienso musicalmente, cuando se me ocurren las historias casi nunca vienen acompañadas de música", afirma el director.

Este ejercicio de autor, que alumbra sin concesiones ni ambages las zonas del alma en penumbra, sin apenas lugar a la redención, recuerda que, como decía Paul Valery, "el hombre es un pájaro atrapado fuera de la jaula". Y una apuesta así sólo se acomete desde el cine más arriesgado, en el que un pintor traza esta cartografía de nuestro lado oscuro y cuyo elenco embarca, incluso, a un cerdo real al que cuidan todos los habitantes del pueblo. La película fue distinguida en el Festival de Cine Europeo de Sevilla (Premio Nuevas Olas) y en Ficunam (México), con una mención especial.