¿Cuáles son las fuentes que ha utilizado para este Corredera?

Hay tres fuentes fundamentales. La documental que es la biografía de Gustavo Socorro, y que es la que más se apega al proceso. Luego está la novela de Emilio González Déniz titulada La mitad de un credo, y también el poema de Pedro Lezcano. El hilo conductor es una confesión. Él se confiesa y, a partir de ahí, se va contando la historia y hay saltos temporales que comunican ese presente inminente a la muerte con todos sus episodios.

¿Cómo retrata al personaje?

Intento retratar a un personaje que no es héroe ni villano, sino era el canario de aquella época que le tocó vivir una situación, y que se mueve por sentimientos muy canarios como la defensa de la tierra, el amor a la madre, a la hermana, la responsabilidad del hombre de campo hacia los suyos, el deseo de no salir de aquí porque se siente cercano a su tierra. Sobre todo, Juan García era un hombre amante de su familia y muy apegado y conocedor de su tierra, donde se sentía seguro. Era cazador y sabía moverse por la naturaleza. El final es un diálogo sobré qué es lo que le diría cada uno de los personajes de la obra en una escena coral sobre un personaje que tuvo una muerte solitaria. Es la escena más compleja de todas donde aparece la muerte en la figura del verdugo.

¿Qué elementos destacaría de esta representación concreta?

Destacaría que sea una compañía como Profetas, con gente de aquí y con diferentes generaciones de actores, y que vaya al Cuyás. El montaje respeta ortodoxamente el espíritu de la obra. Es bastante coherente, porque resalta el texto y el personaje antes que otros elementos. Es mi segundo texto por Profetas tras La cabeza de Asterión.

¿Es una obra recomendable para el espectador de hoy?

Sí porque es la resurrección de la memoria de un personaje, de una época y de unos conflictos que hay que vivir con una mirada nostálgica, y ponerlos en pie frente a situaciones actuales, con tantos perseguidos y refugiados. Es un reflejo de nuestro pasado en el presente y viceversa. Los espectadores se hallarán ante un texto diferente, porque no hay demasiados sobre cuestiones canarias, con un enfoque moderno sobre un tema clásico. Me gustaría que especialmente la gente mayor viera esta obra, para que se sientan reconocidos y recuerden que hemos vivido un pasado que no debemos repetir.