El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) empieza a rellenar algunas de las páginas que, durante sus 27 años de rendimiento, habían quedado en blanco. La pinacoteca, con la exposición 'Inquietud abstracta' -una muestra retrospectiva sobre la obra de Lola Massieu-, abre sus puertas a los grandes artistas contemporáneos de Canarias y salda deudas pendientes. A lo largo de las galerías de dos de sus plantas, el museo exhibe el trabajo de una artista única, de vanguardia, que dio sus primeros pasos en las bellas artes dentro del ámbito familiar, que rompió moldes durante los duros años de la postguerra y que abrazó la abstracción para demoler el academicismo aprendido e inventar el vacío.

Esa evolución, que va desde la admiración inicial a los postimpresionistas -el retrato Andrés (uno de los empleados de la finca familiar) o la obra Flores son los patrones más evidentes de esta etapa- hasta la aparición del oro como símbolo y metáfora de la luz en sus últimas obras abstractas, fotografía también la personalidad volcánica de una mujer que creó durante toda su vida desde la resistencia.

Tras ilustrarse bajo el magisterio de su tío Nicolás Massieu y Matos, periodo del que brotan los óleos que abren la muestra en la planta -1, Lola Massieu (Las Palmas de Gran Canaria; 1921-2007) rompe con la tradición familiar a partir de "unos fondos construidos a partir de trazos verticales y horizontales sobre los que gravitan las formas geométricas y los colores sobrios", según subraya Mari Carmen Rodríguez -comisaria de la exposición-. "Crea desde la soledad", recalca la conservadora del CAAM, "desde la resistencia, con valentía; rompe con los roles de su género y de su clase social de manera responsable y asumiendo el riesgo".

Massieu da ese paso en plena postguerra, una etapa en la que el régimen franquista -a través del ferviente catolicismo de la sección femenina- otorgaba un rol secundario a la mujer -ama de casa, madre-. Con el apoyo de su marido y la complicidad de sus hijas, la artista grancanaria mantiene el pulso creativo: se inscribe en un curso de pintura que sigue hasta que opta por romper las normas de la academia. Se deja fascinar por la obra de Pablo Picasso y el fallecimiento de una de sus hijas (1957) le empuja a dar el siguiente paso para proyectar otra realidad: "dejar de copiar para pasar al mundo de la imaginación".

Encuentro con Felo Monzón

En ese tramo de su carrera se incorpora a la Escuela Luján Pérez, donde coincide con Felo Monzón. En sus trabajos predominan las formas cuadradas y rectangulares, de tonos marrones y ocres, en las que hace uso de veladuras de alquitrán y raspados que refuerzan su impronta expresionista y su temática abstracta -cuadros 12, 13, 14 y 15 de la muestra-. Junto a otros artistas de las Islas forma la vanguardia cultural de Canarias. "La Escuela Luján Pérez", apuntó la propia Lola Massieu, "fue como un sitio de encuentro de lo que estaba conociendo la vanguardia" del Archipiélago. "Allí, con Felo, teníamos coloquios y hablábamos y teníamos proyección de diapositivas, teníamos una información muy novedosa que recibía de la Argentina. Cada uno exponía lo que estaba haciendo, en qué consistía su trabajo, qué era lo que quería expresar".

No fueron tiempos fáciles, como la propia pintora admitió. "Imagínate en aquella época", contó. "Dos mujeres metidas con hombres solos en la Escuela Luján, era algo así como horrible (...) Hablaban mal de ti en el sentido no de que éramos artistas... Enseguida iban a la malicia: que nos reuníamos con hombres, que le poníamos los cuernos al marido".

En 1961, junto a Pino Ojeda, Felo Monzón, Francisco Lezcano y Rafaely Bethencourt funda el grupo Espacio. Y desde ese momento su obra añade detalles del expresionismo abstracto americano y el tachismo francés -Pintura 66, Pintura 64 , Pintura 1963, Abstracto. Pintura nº 51 o Sin título (1962) son los cuadros que resaltan esa etapa en la muestra que ofrece el CAAM hasta el 8 de enero-.

La progresión en la carrera artística de Lola Massieu fue una constante. En la siguiente década, en los 70, aparcó la rigidez de las formas ortogonales para abrazar una abstracción más suave y elástica en unos óleos en los que el espacio se define con texturas de formas orgánicas. Eso, en los 80, da paso a la incorporación de la técnica del pan de oro -Tríptico- para en los 90 ampliar la utilización de la gama de colores en series como Un mundo en descomposición, Recuerdos de mi niñez o El bosque quemado.

Expuesta por primera vez en el CAAM, la muestra Inquietud abstracta traza a la perfección el legado de una artista que, a la pregunta de cómo había creado un oficio denso y eficaz, respondió con un concepto de su admirado Picasso: "Inventando en el vacío".