La artista tinerfeña Karina Beltrán presenta el resultado de su residencia artística en La Regenta, donde ha permanecido durante un mes y medio, artículado en la exposición Diario de ida, que se inaugura hoy viernes, a las 20.30 horas, y que permanecerá en el centro de arte hasta el 7 de enero. En su nueva serie, Beltrán mantiene una estrecha relación con la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, centro y punto de partida. Un itinerario imaginario en el que las herramientas creativas son los mapas, el territorio, la cartografía, que junto con el dibujo dan forma a su propuesta.

La propia Karina Beltrán, junto al viceconsejero de Cultura, Aurelio González;, y el director de La Regenta, Alejandro Vitaubet, presentaron ayer este proyecto expositivo de la creadora tinerfeña que ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas en Canarias y en ciudades como Madrid, Londres, Oporto, Berlín o Beirut, entre otras.

El hacer tiempo al andar y con éste ir construyendo su visión personal de la urbe es uno de los recursos que la han llevado a producir la exposición. Karina Beltrán define el contenido que quiere transmitir en Diaro de ida como de "la estrecha relación que mantenemos con las ciudades, tanto con las ciudades que habitamos como con las que visitamos en un momento dado, o con aquéllas que se convierten en anclajes emocionales necesarios. Desvelar lo que descubrimos de nosotros mismos en cada ciudad a la que llegamos; desvelar lo que la rutina esconde en los lugares en los que vivimos".

El territorio

Karina Beltrán es una artista que desde siempre ha estado redefiniendo su territorio, "este fenómeno que actualmente está tan de moda como sistema de reconocimiento urbano bajo el nombre de mapping, ella lo hace desde que tiene uso de razón o desde que decidió "hacer arte" o "hacerse artista" porque el arte le sirve como lenguaje total que organiza y define su espacio, y, con su espacio - por ende- su existencia", tal como escribe acerca de su producción el crítico y comisario Omar Pascual.

La producción de Beltrán está sujeta a un sinfín de sofisticadas capas yuxtapuestas, estratificadas según la importancia factual de esa cartografía. Cartografía de la cual la artista se figura, capa a capa, un simbólico mapa subjetivo, un mapa de lo que va viviendo, en contraste con lo que experimenta como registro de sus observaciones. Lo curioso en este sentido es que mientras -a primera vista- la obra de Karina Beltrán parece extremadamente visual, centrada en la imagen y sus derivaciones, "anclada en la sensualidad epatante de la retina, en cambio, desde el punto de vista metódico, en su obra se siente como un susurro, cierto deje escultórico, táctil, de roce" explica el crítico.