¿Cómo llega Ainhoa Arteta a Lorca para construir el proyecto La voz y el poeta junto al pianista Rubén Fernández Aguirre?
Para mí Lorca, como lo es para mucha gente, es un poeta español de referencia y de una época muy marcada en la vida, sobre todo en la vida de los demás. Entonces, llegó este proyecto de la mano de Rubén Fernández, uno de los pianistas con los que colaboro habitualmente, hace dos años o así, y nos planteamos esta idea. Siempre hacíamos canciones de Lorca en los recitales, pero pensábamos que en este año en que conmemora a Lorca [80º aniversario de su muerte] podríamos hacer un monográfico. Nos pusimos a trabajar en ello y surgió este recital. En realidad era llevar la palabra de Lorca musicada por el propio Lorca, pero también por otros compositores españoles que no eran contemporáneos del poeta, sino de distintas generaciones y distintos tiempos en una cronología posterior a Lorca que pudieran expresar y sublimar, si es posible, los textos de Lorca, que ya es sublime de por sí. Creo que ha salido un recital, por lo menos para mí y el pianista, del que disfrutamos muchísimo haciéndolo, y creo que el público también lo pasa muy bien. Es un recital muy especial.
¿Esta selección de obra a través de las distintas lecturas y producciones que se han hecho hasta la fecha permite aflorar todos los perfiles del poeta?
Claro, por supuesto, y además con distintos poetas de distintos lugares de toda España. Y creo que al final este recital también lleva un mensaje subliminal por detrás de todo esto, que hay más cosas que nos unen que las que nos separan, y que el arte es precisamente un vehículo importantísimo para demostrarlo, que en el arte no hay rupturas sino uniones, siempre con la suma se gana.
¿Ha sido compleja la elección del repertorio en La voz y el poeta?
No, ha sido un recital buscado, recepcionado, en el que han tenido mucho que ver los compositores que nos parecía que habían conectado con el espíritu de Lorca, y a algunos incluso que nos sorprendía, como las Canciones para niños, de Montsalvatge, que se han convertido en una especie de tesoro dentro del programa. Porque Lorca musicado por Lorca es muy andaluz, muy de raíz, pero en cambio, Lorca musicado por García Leoz, por ejemplo, es mucho más, tiene tintes hasta medievales; o con Antón García Abril, que siempre es interesante todo lo que hace, y luego las dos sorpresas del espectáculo: Lorca declamado por Rafael Alberti y Paco Rabal, que es impresionante. La primera parte del programa es quizás el Lorca más blanco, el poeta menos dramático y más luminoso, y la segunda parte es el Lorca más negro y rojo, más sangre, el más dramático. De hecho hay una especie de homenaje a él en una de las piezas. Yo lo voy explicando. Y aunque se ofrece al público el programa de mano, como artista me gusta ir explicando, tanto yo como el pianista, lo que sentimos, lo que interpretamos y el porqué de cada ciclo, y se convierte en un recital inusual porque es un recital muy cantado y contado.
¿Se produce con Lorca una interacción con el público que no es habitual en sus conciertos?
Sí, porque el público sabe lo que siento. Precisamente, hay una de las piezas que es prácticamente una premonición de lo que él no sabía lo que iba a pasar, pero le pasa. Es un momento en el que se queda toda la sala en silencio, es impresionante.
¿El público agradece entonces el esfuerzo por recuperar el verso de un poeta popular?
García Lorca es un poeta popular porque lo quiere todo el pueblo, pero es un poeta purista, figurativo, con una poesía que si verdaderamente uno se adentra en ella, se da cuenta de la inmensidad y de la dificultad que tiene, y del mensaje que hay detrás de cada poema.
¿Cómo compagina este homenaje a García Lorca con el resto de compromisos profesionales de Ainhoa Arteta?
Bueno, la verdad es que compagina muy bien porque, como decía antes, es una satisfacción muy grande cada vez que hago esto. Salgo de cada recital con un espíritu muy cargado de cosas maravillosas, de sentimientos muy profundos, pero bueno, lo compagino con el resto de la carrera, que es la ópera. Ahora en enero me voy a Sídney a hacer Tosca, y entre tanto tengo un concierto de Navidad en Tenerife. También y antes de ir a Sídney tengo otros conciertos de zarzuela.
¿Le gusta alternar el repertorio entre ópera y zarzuela?
Es mi trabajo. Encasillarme en una cosa quizá llegaría hasta el aburrimiento, y de esta manera no tengo forma de aburrirme. Más que la locura de los conciertos y cambiar de repertorio, es cambiarme de vestuario. Las maletas y el vestuario es algo que llevo fatal. Lo de cantar y aprender cosas nuevas lo llevo muy bien, pero hacer y deshacer maletas, como que no lo soporto. Y por eso sería capaz de dejar la carrera.
La concesión de la Medalla de Oro a las Bellas Artes, con la que ha sido distinguida, es un reconocimiento a su dedicación a la música en los últimos 25 años. ¿Tiene usted voluntad de se-guir creciendo en los escenarios y de atreverse en nuevos retos profesionales?
Más que nunca. Tengo muchísimos proyectos por delante. Ayer mismo hablaba de uno de ellos muy interesante que no tiene que ver con la lírica, y otros de cara al próximo año, en las navidades, un proyecto con Paco López que tiene que ver con Estrella Morente, cosas muy interesantes que se están cocinando. Creo que una de nuestras labores no es solo salir y cantar como vehículo de la música que estudiamos, sino que es también la de investigar, crear con las herramientas que tenemos alrededor tanto intelectuales como musicales que generen cosas interesantes para el público.
¿Siguen siendo malos tiempos para la música en España?
Son complicados. No atravesamos la mejor etapa, y yo no me puedo quejar, pero decir solo lo mío sería de egoísta. A mí me va bien, pero no es lo justo ni lo real. Es difícil porque se está haciendo un daño brutal a todo lo que es la cultura en este país con el 21% de IVA y con la ley de mecenazgo. Este es un país en el que exportar petróleo y gas no lo va a poder hacer, pero exportar cultura, e incluso atraer el turismo cultural, es posible. España es el tercer país del mundo en patrimonio artístico y cultural, y si a eso le añadimos que encima tenemos una red de auditorios y de teatros de las más importante de Europa, una comunicación en el país increíble y una gastronomía que es número uno mundial y un clima que nos viene como regalo de Dios, pues señores, no se qué estamos haciendo. Además, no pongamos palos a las ruedas de este país, que una de sus ruedas más importantes es la cultura.
