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Entrevista

"Hace 30 años tenía respuestas"

"Hoy sólo preguntas, por eso sigo pintando", recalca el pintor Miquel Barceló

Barceló delante del Capitolio, en La Habana. PABLO V. LEAL

¿Por qué ha decidido viajar a Cuba?

Mi hijo de 18 años me propuso hace un año viajar a Cuba, y yo quería desde hacía tiempo venir a la isla. Así que quedamos en ir, entretanto se murió Fidel, pero bueno, vinimos igual. Además, pensamos que era buen momento para venir antes de que se convierta en un lugar más turístico. Yo no puedo dejar de hacer la comparación con la isla de Mallorca, porque, aunque el régimen fuera muy distinto, vimos lo que sucedió en Mallorca antes y después de la muerte de Franco: el Apocalipsis turístico y la degradación, etc. Esto es diferente, pero mientras haya turistas en aumento, no puedo dejar de pensar que va a llevar consigo degradación y corrupción, en fin.

Usted ya había mostrado gran interés por la cultura y la creación cubanas...

Yo conocía bastante a Lezama. Nelson Villalobos y yo nos conocimos en los años ochenta a través de Lezama, él fue nuestro nexo. Yo leí a Lezama desde el 75 o 76, a través de los estructuralistas franceses, que ahora diría que no me gustan nada o casi nada, y en cambio Lezama me interesa incluso más. Es un caso único. Es como Pessoa, una sola multitud. Y Lezama, como Pessoa o Rimbaud, tuvo mucha influencia en mi trabajo.

En su experiencia por La Habana, ¿qué opinión se lleva?

En una semana no he podido ver mucho arte, pero hay un gran movimiento, mucho dinamismo, aunque creo que eso no ha dejado nunca de estar. Cuba es un país de cultura. Una de las cosas que la Revolución hizo muy bien y se nota mucho es esta impronta cultural. Es uno de los países más cultos de América, sino, el que más. Yo conozco muy bien América. He estado en Brasil, México, Estados Unidos... y Cuba es el país, sin duda, más culto. En todo caso, es difícil dar una opinión tan compleja en solo diez días de turista. Sería insensato por mi parte.

¿Este viaje a la isla acabará teniendo alguna influencia sobre sus nuevas obras?

Sin duda. Cuba es muy potente como realidad. Me apetece mucho. ¿Sabes?, yo viví muchos años en África, y Cuba tiene mucho de africano y lo que más me gusta de África está aquí. Este es un lugar en donde me imagino viviendo.

¿Qué es lo que más le ha impactado?

La gente. Hay una especie de manera de estar en el mundo muy cubana. Una actitud que me gusta mucho. La mayoría parecen modelos de Chanel. Salen guapos y chulos, como por derecho. Claro que a menudo la gente es muy guapa, pero no siempre. También hay gordos y feos. Sin embargo, todos, viejos y jóvenes, tienen esta actitud de estar así, como por derecho. Yo no sé si siempre ha sido así o es algo que trajo la Revolución. No tengo ni idea, pero es algo que me gusta mucho. Seguramente ya era así antes, porque cuando lees a Lezama había algo así, algo místico, una forma de panteísmo. Y hay una forma también de exhibicionismo, la gente enseña sus culos, sus camisas doradas... Es como un exhibicionismo permanente, muy saludable, me parece. Son pequeñas impresiones de turista.

¿Hará algo, una exposición quizá, en Cuba?

Algo estamos empezando a pensar. Pero quién sabe, Cuba es complicado. Lo consideraré cuando regrese a Europa y revise la baraja de proyectos. Pero es muy excitante. Me gusta la idea de hacer algo aquí. Además, con tantos pintores y artistas hay como demanda. No es la sensación de exponer otra vez en un viejo museo europeo llenos de viejos. Aquí la gente joven sigue mucho el arte. Sí, me gustaría hacer algo aquí.

Acaba de cumplir 60 años, una edad simbólica. Si tuviese que hacer un balance de su vida, ¿cuál sería?

Todas las edades son importantes. Seguramente cuando tenía treinta años hubiera contestado a esa pregunta fácilmente pero ahora no. Tengo casi más preguntas que respuestas. Creo que si sigo pintando cada día es porque tengo más interrogantes que afirmaciones. Tengo la sensación de que me quedan muchas cosas por hacer. Es un experimento continuo. Yo no poseo verdades que quiera enseñar al mundo, poseo ganas de probar cosas.

La tecnología ha tomado todos los ámbitos. ¿Cuál es su relación con ella?

Yo empleo la tecnología en mi taller. Uso iPad con imágenes, impresoras digitales para hacer esculturas... Uso toda la tecnología que puedo. Es una herramienta. El error es fascinarse. Pensar en la tecnología como el medio siendo el mensaje. En África yo empecé a trabajar con herramientas del neolítico y poco a poco llegué a la revolución industrial.

¿Cómo ve la salud de la pintura?

Casi todo es pintura. El cine es una forma de pintura. Toda la imagen. La fotografía ya no es un documento irreal, es una forma de pintura, ya no depende de la realidad para existir. Contrariamente a lo que parecen pensar los directores de museos, la pintura goza de mejor salud que nunca. Parece que poca gente se ha enterado.

¿Y hacia dónde cree que camina?

La pintura y el arte no van hacia ninguna parte. Están ahí. No hay progreso en el arte. Uno de los múltiples errores del siglo veinte es imaginar el arte como una sucesión de vanguardias que se ayudan unas a otras... esa idea de progreso. Pero no hay progreso en el arte. El arte siempre es contemporáneo y siempre sucede todo al mismo tiempo. Sucede en Chauvet o en Altamira, como en un taller aquí en La Habana. Es una necesidad humana. En el arte no hay progresión, sino sería demasiado sencillo.

¿Sigue intacto su interés por lo primitivo?

Más bien interés por lo esencial, por lo primigenio. Por lo que no está tan contaminado como suelen estar hoy las cosas. No iba a África con intención de aprender nada, pero aprendí casi todo lo que se hay. Ahora pienso que no podría haberlo aprendido en otra parte. Aprendía a trabajar las cosas de otra manera. Porque allí todavía no hay ni hornos ni tornos, se trabaja como se haría hace 5.000 años

Cuba es un paraíso también para una de sus aficiones, el buceo...

La posición del pintor frente al cuadro es como la del submarinista. Te sumerges, sales y entras... Contienes la respiración, bajas y vuelves a subir a respirar.

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