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Entrevista

"El gran problema de la literatura de hoy está en lo políticamente correcto"

"Donald Trump no sería posible sin la tribalización digital. En 140 caracteres transmite ideología", señala el teórico, crítico literario y catedrático, José Maía Pozuelo Yvancos

El profesor Pozuelo Yvancos en un momento de la entrevista realizada en la Fundación Martín Chirino. QUIQUE CURBELO

¿Qué mensaje quiere transmitir con su charla sobre El sentido de la unión de Teoría y Literatura Comparada?

Estoy preocupado porque veo cómo la literatura está empezando a ceder terreno en los propios estudios literarios. Se está construyendo un edificio del tipo teórico en virtud del cual se está utilizando la literatura simplemente como ejemplo. Quien habla lo hace para hablar de la mujer, de la lucha de clases, de la educación, de la actitud cívica o lo que fuere; cuando lo que a mí me preocupa tiene que ver con lo que la literatura tiene que enseñar. ¿Tiene la literatura algo que decir? Sí. ¿Y qué tiene la literatura que decir? Preguntas. La literatura es una de las vías que introducen la sospecha. Es una herramienta que cuestiona.

¿Tiene que acercarse más al terreno de la Filosofía?

Tiene que volver al mismo aliento de la Filosofía, pero desde su lugar. Ese lugar es la indagación de la condición humana, desde el lenguaje. La gran pregunta es: ¿tiene la literatura algo que solamente puede decir ella? Mi respuesta es sí. Y eso es lo que de verdad nos tiene que importar. Por eso yo no quiero una teoría abstracta. Por eso hablo de que la unión entre teoría y literatura comparada significa bajar la teoría para entroncarla con la literatura y que la cuestione.

¿Por ejemplo?

Kafka escribe El Proceso, la historia de un hombre inocente que se ve envuelto en un proceso absurdo con un enorme aparato que lo va expulsando, antes de que existiese el nazismo. En La Metamorfosis se convierte en un extraño para su propia familia. En estos ejemplos vemos cómo una fantasía puede decir sobre el hombre más de lo que nosotros llamamos realidad. Una realidad alternativa puede iluminar, más que la realidad de los hechos, la propia condición humana. Y lo hace antes de que pase. Kafka tuvo una condición profética, porque el mundo que vio venir existía. Lo mismo hizo Orwell, que crea una sociedad utópica que representa el horror de los sistemas totalitarios, llámense nazismo o comunismo.

¿En qué momento o línea de pensamiento se encuentra hoy la teoría comparada?

Ahora se impone una especie de pensamiento de la corrección política que está llevando a la construcción de conceptos hipócritas. Por ejemplo, la condición acerca del mal está presente en toda la historia de la literatura. Tú no puedes edulcorar la maldad o que el hombre sea el primer enemigo del hombre. Pero ahora no lo podemos decir porque no es pedagógico, porque no se lo podemos enseñar a los niños... Entonces, lo políticamente correcto está intentando que la literatura sea... no sé. Por ejemplo, Lolita de Nabokov no se podría publicar hoy.

¿Hay miedo a ir más allá o se impone una tendencia, como en la historia, a la relectura según claves o corrientes políticas?

Efectivamente. Existe esta tendencia segunda, a quitarle las aristas a lo desconocido. Queremos asimilarlo y la literatura no ha estado en la asimilación, sino que ha crecido contra lo social. Baudelaire es otro ejemplo. Las flores del mal es un libro escandaloso. Uno lo lee y ve que viene con un lenguaje, unas formas y unas representaciones de la prostitución, del ser alienado y del odio que hoy no sería posible. Joyce es otro. Bueno, hay tantísimos ejemplos de lo que hoy queremos atemperar. Queremos que no se enseñe o no se muestre. El gran problema de la literatura de hoy está ahí, en que lo social y lo político intenta construir una realidad artificial. Pero el hombre está lleno de miedos, de odios y de cosas grandes. Es todo a la vez y la literatura nos enseña esta diversidad. Quererla reducir a cualquier tipo de consigna uniforme es un peligro. Me preocupa que estamos intentando darle una uniformidad que no le es propia.

La Fundación Martín Chirino cofinancia estas jornadas. ¿Cree que este análisis se da también en las artes plásticas?

Completamente. Buena parte del impulso creador de Chirino ha venido de las vanguardias. Es un enfrentamiento del artista con lo consabido, e intenta llevar a quien observa su obra a un lugar no conocido. El arte será grande, ya sea literario, plástico o musical, no cuando le diga al hombre aquello que ya sabe sino cuando le diga aquello que no sabe. Por eso, el que ve una escultura de Chirino, por ejemplo, no encuentra respuestas, lo que encuentra son preguntas.

¿En qué cree que ha afectado la adaptación de la literatura o el autor a la tecnología digital?

Yo considero que las herramientas digitales no son ni buenas ni malas. Lo que sí me preocupa es que esas herramientas están creando una construcción de células aisladas. Contrariamente a lo que se podía pensar, el funcionamiento de internet, los blogs o las redes sociales, como una extensión universalizadora, está construyendo familias, tribus y yendo en contra de esa globalización. El presidente Trump no sería posible sin esa tribalización. Él quiere acabar con los medios clásicos porque tiene un medio poderoso como Twitter, que en 140 caracteres transmite ideología. Tiene un fin divisorio. Ya lo dijo Umberto Eco, es la medievalización de la cultura. Volvemos a los feudos y capillas. Internet forma familias de amigos que comparten una religión. La que sea. Son células que no intercomunican. Nadie quiere escuchar lo contrario a lo que piensa. Y eso es la muerte del conocimiento, porque el conocimiento consiste en ir hacia lo no conocido y lo que cuestiona tu propio lugar. En internet ocurre todo lo contrario.

¿Cómo se puede combatir?

Reforzando el espíritu de la conversación, como en el Renacimiento, para estar conectado en redes de conocimiento múltiple que ayuden a avanzar. Si no, estamos generando falta de libertad.

¿Han estado los actos por el quinto centenario de la muerte de Cervantes a la altura de los de Shakespeare en el Reino Unido?

El único buen homenaje a Cervantes sería que creemos una cultura bibliotecaria que llegue a todo el mundo. No quiere que se gaste dinero en Cervantes cuando han dejado desnutrida la política del libro. Lo importante es que se lea y que el libro y la lectura estén protegidos. Que rebajen el IVA.

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