La interpretación del Réquiem de Mozart es el mejor final posible para cualquier evento musical importante que se precie. Pero si a eso le sumamos que la obra maestra del genio austriaco es interpretada por la orquesta más antigua de Europa bajo la dirección de uno de los especialista más importantes en interpretación historicista, la cita es obligatoria. Eso fue lo que pensó el público que acudió ayer al auditorio Alfredo Kraus al concierto de clausura del 33º Festival de Música de Canarias y que agotó las localidades desde hace días. La Mozarteum Salzburgo, bajo la dirección del director austriaco, empezó con la Sinfonia nº 26 Lamentatione, compuesta originalmente para las celebraciones de Pascua y en la que Haydn utiliza una melodía de un antiguo canto de la Pasión de Cristo que repite en los dos primeros movimientos. La sinfonía, que es representativa de la primera etapa de madurez del compositor, y resulta una composición muy agradable, con una melodía popular que enlazó con la obra maestra que ocupaba la segunda parte. A pesar de los grandes aplausos, la salida de los músicos y del director fue sobria y sin grandes aspavientos, limitándose única y exclusivamente a saludar a los espectadores y dejar sobradas muestras luego de su gran profesionalidad.

Tras la pausa, salió la orquesta acompañada del Coro de Cámara de Viena, dirigido por Michael Grohotolsky, y con las intervenciones de la soprano Laura Nicorescu, la mezzo Dara Savinova, el tenor Christian Zenker y el bajo Günther Haumer, para interpretar el Réquiem, la última obra de Mozart, y una misa que transmite las intensas emociones que sólo consiguen las grandes obras maestras. Aquí el director se mostró más expresivo y pasional, sobre todo en los dos primeros movimientos y en los instantes finales. Una obra que derivó en una sonada ovación del público.

"Ha funcionado bien"

Ahora, tras el final de esta 33ª edición sólo queda hacer las valoraciones. El coordinador del evento, Nino Díaz, se mostraba ayer, poco antes del concierto muy satisfecho. "Ha funcionado muy bien", aclaró. "La asistencia ha sido bastante buena y había mucha ilusión de acabar hoy porque ha sido un mes intenso de trabajo para mí y para todo el equipo". Díaz recordó que este concierto fue un éxito en Tenerife, porque tiene un buen director, una gran orquesta y buen coro. Sin embargo, para su opinión, también destacaron los Gurrelieder interpretados por las dos las dos orquestas canarias "Me gustó por el riesgo de hacer una obra de más de 300 músicos en el escenario". Y el homenaje a Juan Hidalgo "por lo simbólico". Sobre el concierto de anoche, reconoció que "como punto y final no podíamos haber puesto nada mejor. Ha tenido una gran acogida y es un repertorio muy asequible. Y demuéstra la filosofía del festival, ayer estaba en Los Jameos del Agua con una obra del siglo XX y hoy estamos 300 años antes escuchando esto. Y eso es importante y un festival tiene que haber todo para todo el mundo. Llevamos los últimos tres conciertos con llenos." Para Díaz, ahora hay que empezar a trabajar en recopilar toda la información económica y artística y hacer una memoria detallada. Y empezar ya con la programación y las orquestas que hay que contratar".

El evento que se comenzó el pasado 7 de enero y al que han acudido más de 600 músicos de todo el mundo, pertenecientes a unas 20 formaciones sinfónicas y de cámara, se despide tras la interpretación de 78 obras de todas las épocas, del siglo XVI a la actualidad.