"Mi poesía es como la vida misma, porque nace de sentimientos volcados desde el alma", declara Inma Flores. La autora galdense publica su primer poemario, Quimeras de sal, cuyos versos se nutren de vivencias cotidianas, tanto de las que acontecieron como de las que moldea la imaginación poética.

"Muchas veces, cuando te pones a escribir, rescatas instantes que necesitas expresar de alguna forma y que no sólo son instantes vividos por ti, sino instantes que has presenciado, que has vivido a través de otras personas o que, incluso, te has imaginado", explica.

"Por eso, en Quimeras de sal están el amor y el desamor, como en el 80% de la poesía, pero también la naturaleza, la vida, y algunos últimos versos inesperados, que no son lo que parecen, y que están dirigidos a un café que estás tomando o a un libro que estás leyendo".

Quimeras de sal es un poemario autoeditado, que la autora presentará mañana en el Museo Poeta Domingo Rivero, acompañada por sus compañeros Isa Guerra García y Anselmo Martín Medina. "Al final, he optado por la autoedición, con la ayuda de compañeros del universo literario, como Adolfo García o Felipe Fuentes, y el diseño de portada a cargo de mi hija", revela. "La mayoría de las editoriales son muy reacias a publicar poesía, así que me atreví con la autopublicación porque llega un momento en que te decides a compartir tu trabajo, y yo se lo dedico a mis amigos y a las personas a las que les gusta la poesía de calle, la poesía accesible y cotidiana, que es la que yo ejerzo".

Flores, lectora empedernida y amantes de las letras, desempeña un cargo en la administración, pero comenzó a escribir hace algunos años. "Entre los 40 y 45 años, con mi hija ya crecidita, me puse a estudiar, terminé la carrera y, desde entonces, he estado escribiendo", explica. "Así, empecé a participar en distintos concursos literarios y disfruté mucho escribiendo, pero también disfruté mucho leyendo, porque volví a leer las grandes obras de la literatura, incluyendo algunas de las grandes obras de autores canarios", añade.

El ejercicio de la escritura, que pulió en cursos y talleres a las órdenes de escritores como Santiago Gil, -"para mí, él ha sido siempre un gran referente", confiesa-, Flores frecuentó las obras de clásicos isleños, como Tomás Morales, Saulo Torón y Domingo Rivero, así como de sus referentes poéticos, entre los que destaca a Rubén Darío, José Hierro, José Ángel Buesa, Manuel y Antonio Machado. "En general, me gusta descubrir todo tipo de poesía, pero nunca pueden faltar los grandes", afirma.

Sin embargo, la autora reivindica "a todos esos autores anónimos o no tan conocidos, que escriben de maravilla". "Creo que tenemos una gran suerte con esa gente que roba horas al sueño para poder escribir lo que siente", manifiesta.

En este sentido, al respecto de Quimeras de sal, Flores desvela una única premisa: "Este es un libro para leer despacio, porque así es como veo a la poesía en general". "Lo concebí como una caja de bombones, porque cada poema tiene un sabor diferente y debe paladearse sin prisas ni empachos".

Como aperitivo, adelanta que el título de Quimeras de sal se debe a que "la vida es una quimera y eres tú quien decide escribir ese sueño, levantarte y cumplirlo, en lugar de quedarte en un sitio y limitarte a soñar". "Y luego, la sal forma parte de la vida, pero también forma parte de las lágrimas. Y ahí está englobada la temática del poemario, porque tiene esa sal que necesita la vida y esa pequeña dosis de lágrimas".