El lenguaje del arte en el Archipiélago comenzó a trazarse en los lienzos de la Escuela Luján Pérez. Muchos de los más destacados artistas canarios cincelaron su vocación artística en los talleres de este centro de la capital grancanaria, donde los alumnos ascienden a maestros de futuros alumnos para mantener viva la llama de un espíritu de libertad creativa que prendió hace casi cien años.

En los albores de su primer centenario (1918-2018), el Parlamento de Canarias ha aprobado una declaración institucional para apoyar la candidatura de la Escuela Luján Pérez a Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación.

Esta nominación, en caso de hacerse efectiva, distinguiría la labor infatigable de esta institución centenaria "no sólo en el escenario de las artes plásticas, sino en el panorama sociocultural de las Islas", apunta el artista Orlando Hernández, director actual del centro, quien destaca que la Luján Pérez "no sólo fue la escuela de importantes artistas en Canarias, sino también un espacio de debate y encuentro entre intelectuales y artistas durante muchos años".

La conmemoración de los cien años de trayectoria correrá a cargo de una comisión integrada por distintas personalidades vinculadas a la escuela y presidida por Nardy Barrios, con el objetivo de visibilizar el trabajo y la filosofía de este centro pedagógico-artístico. "El público, fuera de los círculos artísticos, desconoce lo que hacemos en la escuela y queremos trasladar a la ciudadanía esa importante labor social como espacio de reflexión sobre lo que nos pasa como artistas y también como sociedad", añade Hernández.

Pese a sus escasos recursos presupuestarios, la Escuela Luján Pérez, radicada en la desembocadura de la calle Mendizábal, en Vegueta, continúa dibujando su historia a la luz sus dos máximas fundadoras: la incesante investigación plástica y el respeto a la libertad creadora, sin presiones ni sometimientos. Su meta no es la recepción de un título académico, sino que "los maestros saquen lo mejor de cada alumno".

Así lo registraron Domingo Doreste (Fray Lesco) y Juan Carló cuando abrieron las puertas a esta institución libre, independiente y regeneradora en 1918, que inauguró los caminos de exploración de las técnicas y estéticas de las artes en Canarias. Desde entonces, sus alumnos y maestros han transitaron por los más variados lenguajes artísticas, explorando y confrontando su discurso con los debates artísticos contemporáneos.

Nombres como Felo Monzón, Juan Ismael, Plácido Fleitas, Eduardo Gregorio, Jorge Oramas, Jesús Arencibia, Juan Jaen, Antonio Padrón, Juan Marques, Santiago Santana, Manolo y Jane Millares, y una amplia nómina de artistas han desfilado por sus aulas para fraguar un discurso artístico libre de corsés técnicos y academicismos.

La Luján Pérez abraza "el principio eterno de la libertad", en palabras de Monzón, quien dirigió el centro en 1993 y lo definió como "un pequeño reducto incorporado al arte universal". A este respecto, Hernández destaca que el centro se ha significado en una doble dirección: por un lado, en la exploración de la canariedad a través del arte, con su máximo exponente en la fundación del indigenismo canario en sus aulas; y por otro lado, imbuyéndose de las distintas oleadas de las vanguardias artísticas.

Los artistas de la Luján Pérez dieron forma al movimiento original del indigenismo canario, glosada en múltiples libros y artículos especializados, en el que el arte recogía por primera vez una mirada artística sobre los paisajes de las Islas y sus elementos más representativos; su orografía agreste, el cerco de los mares, la riqueza de la flora, el trabajo en el campo, la mujer campesina y los rostros curtidos por el sol. Y en paralelo, la escuela se nutrió de la estética y el lenguaje de las distintas vanguardias europeas, como el surrealismo.

En este sentido, el centro ha promovido un arte ligado a la realidad ambiental, a las preguntas de su tiempo y a las denuncias subversivas e iconoclastas de corrientes europeas. "Lo interesante es que todos estos artistas, con el paso de los años, influyeron en otros artistas que no pasaron por la escuela", apunta Hernández.

En la dirección sucedieron a Lesco y Carló varios prestigiosos nombres del arte isleño: Eduardo Rodrigo, Santiago Santana, Felo Monzón Geara, Juan Betancor, Agustín Alvarado Janina y, por último, Orlando Hernández, que lideraron el centro a través episodios críticos como la Dictadura.

En la actualidad, la Escuela Luján Pérez cuenta con una docena de profesores e imparte talleres de dibujo y pintura, de grabado y calcografía, de serigrafía, de escultura y talla en madera, de dibujo al natural, de conceptos y procedimientos artísticos y de acuarela. Y lo hace bajo las mismas premisas de "arte liberado y comprometido". El centro también coordina exposiciones, conferencias y debates y sus cursos ascienden a unas 200 personas. ."Este espacio de libertad debe mantenerse como refugio de artistas y encuentro de ideas", asevera Hernández. "Con mucho esfuerzo, mantenemos la escuela abierta todo el año y nuestras puertas nunca están cerradas".

Como escribió el artista Felo Monzón: "Nuestra Escuela Luján no morirá nunca. Queremos que perdure su recuerdo y sus afanes de lucha renovadora. Una lucha que signifique, para el futuro del arte de Canarias, un principio de alborada permanente".