El Día de las Letras Canarias rinde homenaje este año al universo literario de Rafael Arozarena (Santa Cruz de Tenerife, 1923 - 2009) que, más allá de la alargada sombra de Mararía (1973), su novela cumbre, inauguró el camino de una singular corriente poética propia. El imaginario fetasiano reventó los moldes de la poética social de posguerra en la década de los 50 para trascender la realidad y comprender sus misterios por medio del verso.

Y lo hizo a la luz de "Fetasa", noción que acuñó Arozarena con su colega de generación Isaac de Vega y que bautizó la primera novela de este último, aunque se alzarían ambos con el Premio Canarias de Literatura ex aequo en 1988. "Verdaderamente, ni yo mismo sabía lo que era", manifestó el homenajeado al respecto de "Fetasa" en el libro Conversaciones con Rafael Arozarena (Editorial Benchomo). "Un día, mientras tratábamos de ligar el pensamiento de Pitágoras con el de Kierkegaard, llegó un momento en el que, como en toda filosofía, nos trabamos, llegamos a la cúspide (Dios) y no podíamos seguir. Así que lo expuse como una abstracción, como si se tratara de agarrar algo inasible. Cuando llegáramos a un punto culminante tendríamos el comodín Fetasa".

Vitalista

Y pese a esta atmósfera existencialista, la obra de Arozarena es, ante todo, "una poesía vitalista", como ilustra Rafael Padrón, catedrático de la Universidad de La Laguna (ULL) y responsable de la antología literaria y estudio crítico Los hechizos de un poeta, que publica el Gobierno de Canarias en homenaje al protagonista del Día de Las Letras Canarias 2017.

Aunque su prólogo desgrana las claves principales de su narrativa y su poesía, se trata de una edición eminentemente poética. Al fin y al cabo, Arozarena se consideraba, "ante todo, poeta". "Arozarena definía su poesía como simbólica, marcada por el simbolismo de la naturaleza, porque era un ferviente defensor de la naturaleza en el Archipiélago", certifica Padrón.

La literatura y las ciencias se trenzaron en la curiosidad insaciable del escritor tinerfeño, vinculado a la entomología desde los años 40. Junto con José María Fernández y Manuel Morales, se sumó al trío fundador del Museo de Ciencias Naturales, pero fueron los paisajes de Lanzarote los que inspiraron sus primeros pasos literarios. Y estos inicios se entrecruzan con los de sus coetáneos tinerfeños Isaac de Vega, José Antonio Padrón - padre de Rafael Padrón- y Antonio Bermejo, que cristalizaron su búsqueda poética conjunta en el movimiento fetasiano.

"Se trata de un grupo de intelectuales que vivió en unas circunstancias determinadas en la posguerra y que quiso analizar su propia existencia desde el punto de vista del marco de la isla", apunta Padrón. "Cada uno plasmó este ideario creativo con su estilo y sus diferencias, pero unidos por esa amistad y, como decía mi padre, por esa idea de romper la hegemonía del hombre y devolvérsela a la naturaleza. Y así lo plasmó Arozarena en su obra".

Esta exploración mágica de la realidad circundante revistió la poética y la obra de Arozarena de una impronta onírica, de tintes surrealistas, que pacta con el más allá y regresa a la existencia cotidiana de la Isla, de la soledad y del yo. "El tema fetasiano explora esa realidad misteriosa de lo oculto y lo intangible que se nos escapa para expresarla narrativa o poéticamente", revela Padrón. "Y la novela Mararía representa claramente esa ideología de Arozarena, en la que se manifiesta una serie de elementos muy presentes en su poesía y en su prosa, como la cuestión de enfrentarse a la muerte, o la resurrección después de la muerte, incluso, con la inmolación a través del fuego". "Así que los fetasianos constituyen una especie de aquelarre de lo oculto, que tiene algo de embrujo o de hechizante, y que está presente en su obra, pero también en la concepción de su propia existencia, que consiste en explorar esos misterios que se nos escapan a simple vista, pero que nos dan esa capacidad sensitiva de ver el otro lado de la realidad".

Pese a su desigual suerte editorial, la obra de Arozarena, tan profusa en la narrativa como en la poesía, ha sido objeto de estudio de diversos autores, exégetas y seguidores de distintas generaciones, incluso las más jóvenes, a las que allanó el sendero de las letras que se confunden con la vida, porque "entendía el ejercicio de escribir como un modo absolutamente personal de estar en el mundo", como indica el escritor tinerfeño Víctor Álamo de la Rosa.

Con todo, el volumen Los hechizos de un poeta ve la luz junto a una revista divulgativa homónima que reúne varios artículos alrededor de la figura y obra de Arozarena, firmados por diversos escritores y especialistas para su distribución en centros de enseñanza y otros colectivos. También se realizará una exposición itinerante que divulgará la huella de la obra del autor en la literatura canaria, y que visitará las bibliotecas y centros culturales del Archipiélago. Su objetivo es descubrir los mimbres del particular universo literario de uno de los escritores canarios fundamentales de la segunda mitad del siglo XX.