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Música 50ª Temporada de Ópera

'Lucia di Lammermoor' abre un hito histórico

Elena Mosuc desplegó sus poderes en una de las obras más amadas de Donizetti

'Lucia di Lammermoor' abre un hito histórico

Segunda función a teatro lleno. Tras la afección que le impidió cantar la primera, cubierta en tiempo record por María José Moreno, la famosa soprano Elena Mosuc desplegó sus poderes en el rol titular de una de las obras más amadas de Donizetti. Toda la producción cumple los exigentes cánones gestados por Amigos Canarios de la Ópera en la edición del cincuentenario, un hito admirable en los tiempos que corren. Claro homenaje a Alfredo Kraus y su repertorio, gratitud a la constancia del pùblico y aporte incuestionable al prestigio cultural de Las Palmas. Entre las muchas congratulaciones de divas y divos proyectadas antes de alzar el telón, destaca la de Plácido Domingo. "Cuando comenzó esta gran experiencia -dice- la gloria de Kraus era el único testimonio exterior del canto lírico de Canarias. Medio siglo después, son muchos los intérpretes isleños en los grandes teatros del mundo". Esta pedagogía del ejemplo y la emulación es la que corresponde a los festivales. La enseñanza es responsabilidad de los centros educativos.

Excelente Lucia, en el foso y en la escena. El maestro Marzio Conti dirige con sensibilidad sinfónica por la calidad del sonido, la nitidez, el empaste, los tempi contrastados y los grados dinámicos idóneos para el protagonismo de las voces, sin estresar ni emborronar la acción en momento alguno; y, al propio tiempo, por la agilidad del nexo con la escena, que absorbe las variables temperamentales de los cantantes sin un solo desajuste. Extraordinaria respuesta de los solistas y el tutti de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Como también la del Coro de la Ópera que prepara Olga Santana, poderoso, desinhibido y equilibrado en el balance de las cuerdas. Elena Mosuc es una lírica de gran cuerpo, muy bello color, generosa extensión y limpias coloraturas. Comenzó con cautela la difícil aria Regnaba nel silenzio, apoyando mucho el pasaje al agudo (tal vez preocupada por el reciente catarro). Pero pronto se afirmó en la seguridad. A partir de ahí, todo fue brillantez y maestría: en el dueto Verranno a te sull' aure, el famoso sexteto y, sobre todo, la impresionante escena de la locura, cantada con virtuosismo y densidad dramática. Junto a ella, el tenor Paolo Fanale, debutante en el rol y en Las Palmas, bordó el Edgardo con su voz joven y muy lìrica, timbradísima y valiente. Niveles de excelencia en el "tour de force" del tercer acto, desde el gran arioso Tombi degli avi miei hasta las dos arias, Fra poco a me ricovero, espectacular, y la muy emotiva Tu che a Dio, vocalizadas sin el mínimo desfallecimiento.

El barítono Roman Burdenko ganó el aplauso con la Cruda, funesta smania del primer acto, esplendoroso en los volúmenes, la extensión tesitural, el potente carácter y la propiedad del fraseo. Cuestionables el bajo Deyan Vatchkov por la emisión entubada, y el tenorino Marc Sala por insuficiente cuerpo. Y magnificos, como siempre, los canarios Francisco Navarro y Rosa Delia Martín, comprimarios de lujo.

La tenebrista escenografia procedente del Villamarta jerezano desarrolla eficazmente una lectura psicoanalitica a base de proyecciones y transparencias, con el mínimo atrezzo. Buen trabajo escénico de Francisco López, "alma mater" del coliseo andaluz. Y muy oportuno el afectuoso recordatorio del programa de mano al maestro Roger Rossel, que fuera durante siete años director artístico de ACO. Ovaciones densas y braveadas premiaron al final a todos los intérpretes.

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