Los seguidores de la pintura de Jorge Oramas (Las Palmas de G. C. 1911-Tafira 1935) están de enhorabuena. Los marchantes de la Galería Vegueta, representada por Álvaro Doreste, dan a conocer a través de este periódico el hallazgo de tres cuadros del artista, sometidos desde hace dos años a pruebas periciales de autentificación y a una posterior de restauración. Al menos se da por segura la presencia de uno de ellos, Autorretrato ( 34 x 25 centímetros), en una exposición sobre artistas canarios que preparan para el Tenerife Espacio de la Artes (TEA) y el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) los catedráticos de la Universidad de La Laguna (ULL) Fernando Castro Borrego y Andrés Sánchez Robayna.

La historia del hallazgo del rostro más joven que se conoce de Oramas, el pintor de Los Riscos, y de la otras dos obras - Rocas y pitas (24 x 28) y Paisaje de Marzagán (50 x 65)- nació en 2015, en una tienda de enmarcaciones de la calle Cano, a la que acudió Álvaro Doreste alertado por el propietario. Un cliente se había dirigido hasta el establecimiento para conocer el valor del lote de cuadros por un asunto de herencia. El olfato le informa que está ante tres Oramas de una colección particular, que todavía no han sido catalogados. Con el paso del tiempo, el coleccionista se desprende de los mismos, no sin pesar: se los había vendido por un precio simbólico la actriz canaria Francisca Luisa Mesa Suárez, conocida como Pacota o Paquita Mesa, pionera de la liberación de la mujer, protagonista de la escena entre los años 30 y 40 del siglo pasado en la Isla y en Madrid, y activista cultural.

Oramas es un creador marcado por el destino. Huérfano, aprendiz de barbero y tuberculoso consigue, no obstante, hacerse con un lenguaje personal, luminoso, que lo convierte en único en el seno de los artistas que integran la Escuela Luján Pérez, en la que ingresó en 1929 con compañeros como Plácido Fleitas, Felo Monzón y Juan Ismael, entre otros. Su mayor reconocimiento le llegaría ochenta años después de muerto, cuando el Museo Reina Sofía le dedica una exposición comisariada por uno de sus grandes valedores, el crítico Juan Manuel Bonet -hoy director del Instituto Cervantes-, que acuñó para el pintor el nombre de "el metafísico solar".

Las tres obras que forman parte del hallazgo pasan a engrosar las 78 conocidas por ahora por los expertos, de las que un número significativo forma parte de la colección del CAAM. Paisaje de Marzagán, una de las localizadas por la Galería Vegueta, se encuentra en Tenerife tras su venta a un coleccionista privado que prefiere quedar en el anonimato. "Las obras con toda probabilidad están pintadas después de 1928. Desde muy niño se dedica a dibujar, según el testimonio de su primo Domingo Oramas, pero es a partir de los dieciocho años, tras su ingreso en la Escuela de Luján Pérez, cuando comienza a pintar incansablemente este joven silencioso, aprendiz de barbero. En 1932 es ingresado en el antiguo Hospital San Martín (hoy convertido en San Martín Centro de Cultura Contemporánea) aquejado de tuberculosis, desde donde pintará Los Riscos y en 1934 lo trasladan al Centro de Alienados de Tafira, pintando sus alrededores. Su obra se desarrolla fundamentalmente entre 1932 y 1935, año de su prematura muerte", asegura la historiadora Josefa Alicia Jiménez, perito del hallazgo y autora del estudio de la monografía del artista en la Biblioteca de Artistas Canarios (BAC).

Marta Plasencia, restauradora, con muchos trabajos a su espalda de la obra de Jorge Oramas, también se encargó de la limpieza de los tres cuadros localizados por Álvaro Doreste. "La pigmentación, la pincelada, la tela, el modelo de bastidor... Todo nos lleva a decir que son del artista de Los Riscos, y lo señalo con el conocimiento de haber restaurado la mayoría de los Oramas, tanto los del CAAM como otros que forman parte de colecciones privadas. Y ello no es nada extraño, surgirán más sorpresas en este sentido. Aunque de una producción pequeña, sus pinturas te las puedes encontrar casualmente, cuando vas a ver otras, algo que me ha ocurrido. Quizás se deba a que siempre tuvo unas personas que lo admiraban".

Fernando Castro da por seguro que en la exposición que prepara con Andrés Sánchez Robayna para el TEA y el CAAM va a estar el autorretrato. Los dos catedráticos valoran el conocimiento de otro perfil de Oramas. "Es un retrato de adolescente, el más joven de los pocos que existen", apunta Castro. Alicia Jiménez va más allá: no descarta que el artista se autorretratara a partir de un dibujo suyo o fotografía de cuando era adolescente. "Es muy posible que lo hiciera de alguna de esas dos maneras. No podemos olvidar que se autorretrata, más adulto, al óleo, en tres ocasiones; existe también un pequeño autorretrato, un dibujo a lápiz sobre papel. Seguramente los hace delante de un espejo o con una foto. No se puede saber a ciencia cierta, además hay que tener en cuenta que sólo se conocen pocas fotos de él, un retrato y otras donde aparece con compañeros de la Escuela Luján Pérez", apunta la historiadora.

¿Y qué ocurre con los dos paisajes del lote, especialmente con el de Marzagán? "Su enfermedad, la tuberculosis no se refleja en la obra, es más, existe un contraste entre ella y su forma ordenada y serena de pintar que nos transmite una agradable emoción: armonía, paz y luminosidad colorida. Sus paisajes", destaca Jiménez, "carecen de la figura humana, por lo que Oramas logra palpar perfectamente la quietud y lo que yo llamo el silencioso silencio de la soledad. Todo ello produce que hoy nos conmovamos más ante este magnífico artista que nunca refleja su sufrimiento, provocando la contemplación de su pintura, un estado de concentración y calma intemporal. Su obra es luminosa en el mediodía insular. Vivía solamente para su pintura".

Oramas inmortaliza enclaves privilegiados de la Isla, como Marzagán, Tafira, Tirajana y los Riscos de San Nicolás y San Roque; que avistaba desde su habitación del hospital una vez ingresado por tuberculosis -la enfermedad que terminó con la vida de su madre- y que acabaría igualmente con la suya con tan solo 23 años. Fue alumno de Nicolás Massieu, pero "su obra es única, 'exenta de elucubraciones' como bien decía Fray Lesco [Víctor Doreste Rodríguez, promotor de la Escuela Luján Pérez]. Es un artista autodidacta que jamás perdió su singularidad y rareza", subraya Josefa A. Jiménez.

El surrealista Agustín Espinosa, autor de Crimen y cofundador de Gaceta de Arte, fue el crítico que más cerca estuvo de Oramas. En 1933, con motivo de su individual en el Círculo Mercantil, escribe el texto Media hora jugando a los dados, donde dice de sus paisajes: "Una casa. Un camino perdido. Un árbol alerta. Una montaña en fuga. Un cielo roto. Un trozo de hierba escurridizo. Mudo, ciego e inmóvil, en torno a él, latió, desde su encierro, una trágica fiesta. Una fiesta del alma partida en cuatro almas... la fiesta del alcohol, la de la sangre, la del hambre, la de la crudeza".