La sangre cinematográfica corre por las venas de Yeray Pacheco en la senda que glosó el crítico Jesús Palacios y que establece que "el cinéfago es el que devora el cine al tiempo que se alimenta". Su pasión voraz por el séptimo arte nutre una trayectoria que se consolida con el cortometraje Cuidado Antonio (2017), que concurre a la 15º edición del certamen Notodofilmfest y que, en caso de erigirse en finalista, se someterá al fallo de un jurado integrado por Julio Medem, Raúl Arévalo o Javier Fesser. "Para mí, eso ya es un honor y un premio", manifiesta Pacheco.

Su cinefagia, unida a su melomanía confesa y condición de "animal noctámbulo cultural" en las arterias de Las Palmas de Gran Canaria, ha cristalizado en diversos trabajos de guión y dirección. En este último apartado desfilan Psychokiller 8 (2014), Lo posible (2014) y Cuidado, Antonio, al abrigo de su sello propio Pache&Co.

Cuidado, Antonio, de 3.30 minutos de duración, revela el imaginario singular de Pacheco a través de una historia de amor con una fuerte impronta de humor negro y crítica a la sobreprotección. El proyecto se demoró varios años hasta hacerse realidad: "Me costó tres años reunir a todo el equipo", admite. "Pero Cuidado, Antonio marca una evolución con respecto a mis trabajos anteriores, porque cada guión ha sido más ambicioso que el anterior y la gestación de este corto ha sido más pausada, más medida, ha pasado de algo exprés a un proyecto puro y duro". "Ahora la gente sabe que voy en serio y que me quiero dedicar a esto", afirma.

Protagonizada por Rafael Navarro y Lorenza Machín, la idea germinó durante el montaje de Lo posible (2014), en el que se cuela la escena de una pareja de ancianos que declama ¡Cuidado, Antonio!. "Y de tanto escucharlo con mi hermano surgió entre ambos el delirio de este corto", explica. "Desde entonces, siempre quise rodar este guión". Tras una primera reunión fallida, el rodaje sufrió varios avatares hasta realizarse con un equipo "pequeño pero maravilloso", integrado por profesionales del cine que, "aparte de buenos amigos, me gusta mucho cómo trabajan".

El fichaje de la actriz en el papel de Consuelo comportó mayores dificultades. "Yo tenía en mente un rol estereotipado y un poco rancio de la anciana adorable de pelo blanco que no encajaba mucho con Lorenza", explica. Sin embargo, la actriz superó la prueba de fuego cuando enunció la frase que presta título al filme. "Delante de todo el equipo gritó ¡Cuidado, Antonio!, se hizo un silencio, todos nos miramos y supimos que lo iba a hacer perfecto", revela con una sonrisa.

La extraña pareja

En cambio, Pacheco trazó el guión del cortometraje pensando en su actor fetiche: Rafael Navarro. "La primera vez que vi a Rafa en el Festival de Cine de Las Palmas, con su aspecto serio, le pregunté si era crítico de cine, pero me dijo riéndose que estaba ahí para presentar un corto", revela. "Entonces surgió una gran química que dura hasta hoy, porque compartimos el mismo sentido del humor". La relación de este tándem fílmico está reflejada en el docuficción El proyecto, del propio Navarro, distinguida con el Premio al Mejor Guión Canario en la muestra Ibértigo 2015.

En sus distintos papeles, como protagonista o álter ego del cineasta, Navarro encarna "a esos jóvenes ancianos con los que me siento identificado y por los que siento debilidad", revela Pacheco. "A mí ese personaje tragicómico me llega al corazón, porque se balancea entre lo simpático y lo patético, y eso propicia una situación de alivio cómico ante una circunstancia trágica", expresa. "Además, supongo que, en el fondo, todos hemos sido alguna vez ese personaje".

A este respecto, Pacheco revela que "me veo reflejado en esa persona mayor, porque pertenece a un estrato social diferente, tal vez porque me siento como una persona joven en el cuerpo de una persona mayor". "Por eso, en todos mis cortos hay un anciano y una persona en silla de ruedas", explica, "lo que marca la diferencia en mis cortos es que somos un chico en silla de ruedas y una persona mayor, no metidos en casa, sino en la calle".

Por esto, Pacheco define con claridad la mirada autorreferencial que impregna sus cortos, que rueda en planos subjetivos a la altura de sus ojos. "Igual que Almodóvar proyecta su universo LGTB o Kaurismäki a sus personajes pirados, yo busco ser natural, sin caer en ese terrible telefilm barato de chico en silla de ruedas, sino mostrando mi circunstancia en un contexto normal, ya sea de marcha, en el diván o en una situación amorosa", expone.

En este sentido, uno de los signos de identidad de su cine consiste en "buscar soluciones de comedia a estas situaciones y llevarlas al terreno que me sale natural, que es la comedia, con sus giros imprevisibles. Tal vez sea así porque el sentido del humor es también mi mirada vital", certifica. "Soy consciente de que mi trabajo puede gustar o no pero, si la gente se ríe, me puedo dar por satisfecho".

Otro de sus sellos es su atención al apartado musical, en el que ha contado con composiciones de artistas y bandas canarios, como Luz futuro en Lo posible; Jonay Armas y Así se murió en Psychokiller 8; y Hernando en Cuidado, Antonio. "Me influye el cine de Danny Boyle, porque me encanta aunar mis dos pasiones: el cine y la música".

Vocación

La vocación cinematográfica de Pacheco nace de sus entrañas. "Yo empecé a ver cine motivado por mi género favorito, que es el fantástico, el terror y la ciencia ficción. Entonces, llegas a los clásicos y vas ahondando, incluso ves copias malísimas de serie B, y ese afán por devorar cine te lleva a otro tipo de cine de autor, más reflexivo, con muchas otras posibilidades", revela. "Yo pasé de cinéfago a cinéfilo, pero pienso que todo tipo de película se puede disfrutar como lo que es y, además, todas llevan un gran trabajo detrás". En este sentido, "mi dedicación a esto es la evolución natural de alguien que ama profundamente el cine", afirma.

Pacheco dio alas a esta vocación a partir de los cursos de cine de Luis Miranda, director del Festival de Cine de Las Palmas, en la ULPGC, así como de libros especializados y cómplices en el sector, como el artista tinerfeño Isaac Hernández, diseñador de sus carteles, o el cineasta madrileño Eduardo Moyano, "mi principal influencia", afirma. "Yo aprendí a escribir guiones cuando él comenzó a pasarme los suyos para corregirlos".

Sin embargo, la barrera principal a su sueño cinematográfico reside en el único centro que imparte el Ciclo Superior Realización de Audiovisuales, el IES Politécnico Las Palmas, que no cumple con los requisitos de accesibilidad. "Ya he rellenado la preinscripción dos veces, pero siempre me he quedado fuera por problemas de accesibilidad", lamenta. "Todavía hay mucha ignorancia al respecto: en una ocasión llegaron a preguntarme cómo iba a ser director si no podía coger la cámara. Pero la realidad es que yo puedo hacer casi todo el programa, como todo el mundo".

En este sentido, destaca que "la formación cinematográfica para cualquier persona en Canarias, con las posibilidades y la oferta que hay, es la misma. Sólo que yo no puedo irme fuera, como el resto".

En la actualidad, Pacheco cursa el grado en Historia en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), aunque sabe que "la historia no es mi vocación, mi vocación es el cine". Por esta razón, en su agenda ha inscrito sus dos proyectos más inmediatos: dirigir dos de sus guiones, La noche desde fuera y Cuídate, Nacho, secuela espiritual de Cuidado, Antonio. Y seguir deglutiendo cine.