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Entrevista

"Me impresionó ver en La Palma a sus campesinos; parecían guajiros cubanos"

"Hubo novelas que no sabía si se iba a publicar en Cuba porque no había papel", destaca el escritor Leonardo Padura

"Me impresionó ver en La Palma a sus campesinos; parecían guajiros cubanos"

La agenda del autor noir continúa hoy a las 19.00 horas en la Biblioteca Municipal Central de Santa Cruz -en el edificio de TEA Tenerife Espacio de las Artes-, con una entrevista pública a cargo de los periodistas tinerfeños Eduardo García Rojas y Juan Cruz Ruiz. Al terminar, a las 20.00 horas, presentará en el mismo TEA la primera sesión de la película Vientos de La Habana, que incluye un cinefórum con el autor y el crítico de cine tinerfeño Manuel Díaz Noda. Con esta parada canaria Padura -Premio Nacional de Literatura de Cuba en 2012, la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 2013 y Princesa de Asturias de las Letras en 2015- comienza una gira por España, país que visita todos los años.

¿Con qué se queda de las firmas de libros?

Con la satisfacción de que esa entidad abstracta que es el lector mientras uno escribe un libro adquiere corporeidad. Escucho a los lectores decir cosas sobre mi trabajo muy bonitas. Como cualquier artista, el escritor tiene un ego y estas cosas lo alimentan. Estos actos te dicen que lo que has hecho para algunas personas tiene un significado.

¿Los comentarios de algún lector le han hecho reflexionar?

Sí. Me han hecho todo tipo de comentarios. Muchos lectores en Cuba a partir de la lectura de El hombre que amaba a los perros me agradecieron que escribiera ese libro porque gracias a él habían aprendido cosas sobre ellos mismos que desconocían y eso me provocó una satisfacción especial.

¿Cómo está el género negro en la novela en Cuba?

Mal, apenas hay, solo algunos más jóvenes que yo y con una novela negra más dura que la mía. El movimiento en Cuba se deshizo porque tenía una baja calidad estética y estaba muy politizada, y la política y la literatura no se llevan muy bien. Intervienen muchos factores, como el hecho de que la novelística cubana no está en un buen momento.

¿Cómo se siente habiendo aportado a la literatura internacional un personaje como su detective Mario Conde?

Me siento muy satisfecho porque cuando empecé a escribir las novelas con este personaje ni siquiera pensé que se fueran a publicar fuera de Cuba y ni sabía si se iban a publicar en Cuba porque no había papel y eran novelas que rompían con la novela policiaca que se escribía en el país. Que este personaje se haya establecido y dado el salto al teatro y al cine, siendo una referencia para escritores y lectores es una satisfacción enorme. Llevo conviviendo con él más de 25 años. Ha sido providencial haber creado a ese tipo tan imperfecto: lleno de limitaciones, defectos, prejuicios pero a la vez lleno de sentimiento y capacidad de dar lo que tiene y lo que no, de establecer un puente que se produce a través de él para reflejar una realidad tan compleja como la cubana.

¿Cuánto de usted hay en su personaje Mario Conde?

Muchísimo. Somos de la misma generación, con experiencias comunes, estudiamos en las mismas escuelas, vivimos en el mismo barrio, tenemos los mismos gustos literarios... Hay una cantidad de elementos muy cercanos entre el personaje y yo, tanto, que hay momentos en que me confundo y empiezo a hablar de historias mías que son de Mario Conde e historias de él que son mías. Eso ya es un poco neurótico de parte suya y mía.

¿Qué hay en Conde que no tiene nada que ver con usted?

Creo que su resistencia alcohólica. Cuando escribo y lo pongo a tomar pienso que estoy matándolo porque si yo cogiera la mitad de una de las borracheras de Conde no me levantaba en una semana.

¿Algún ritual para escribir?

No. Escribo en mi casa por las mañanas: me levanto temprano, tomo café, un cigarro, miro los correos más importantes y me pongo a escribir de ocho a una. Son cinco horas que me dejan agotado. Necesito escribir en mi casa. Periodismo y guiones de cine puedo hacerlos fuera de mi ambiente pero novela no, necesito concentración y tiempo por delante.

¿Silencio o música?

Mi casa es bastante ruidosa porque vivo al lado de una avenida pero no me molesta. La música, sí. A veces tengo algún vecino que le da por poner alta la música, como es habitual en Cuba, y tengo que llamarle para decirle por favor que así no, que estoy trabajando.

¿Le llama la atención el resultado de los cortometrajes?

Me intriga y veré los finalistas.

¿Su relación con Canarias?

De la que tengo un recuerdo muy preciso es de La Palma porque fui allí buscando algo muy especial: las relaciones musicales entre Cuba y Canarias. Este es un tema muy esencial en la cultura cubana porque la música campesina cubana tiene unas características muy especiales y que tiene una relación muy profunda con Canarias y La Palma en particular al punto de que hay muchos elementos de ese complejo musical que no se sabe si son canarios o cubanos porque han ido y venido con los emigrantes. Ha habido un trasvase cultural muy profundo. Lo que más me impresionó de La Palma fue ver a esos campesinos canarios: los veía y me parecía que estaba viendo a guajiros cubanos. Se parecían hasta en la fisionomía y eso me impresionó mucho, el ver la tremenda cercanía que había entre las dos islas.

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