Dos de los mejores ilustradores de este país han juntado sus talentos para crear un trabajo delicioso, de amena lectura, y especialmente recomendable para toda la familia, titulado Dorothy. Déjale entrar y publicado en la editorial A Buen Paso. Esos autores son Pablo Auladell (Alicante en 1972) y Javier Sáez, (Huesca, 1964), premios nacionales 2016 de Cómic e Ilustración, respectivamente, que ganaron la séptima edición del Concurso Internacional de Álbum Ilustrado Biblioteca Insular del Cabildo de Gran Canaria, y que recogieron el pasado jueves personalmente.

La trayectoria de ambos ilustradores es tan importante que cada uno de ellos, individualmente, merecería un reportaje. Pero la extraordinaria empatía que se ha producido entre ambos en este título hace imprescindible oír como contrastan sus opiniones al mismo tiempo. "A veces sufres porque hay trabajos que se atascan, hay accidentes en el proceso que no puedes prever", asegura Javier. "Pero esto ha sido algo que ha empezado con buen pie y hemos tenido muy buena sintonía. La idea de que todo ha sido muy fácil", añade.

Dorothy narra la historia de un matrimonio de granjeros de la América profunda que intenta adoptar a un pequeño tornado que cambiará sus vidas para siempre. El texto de Javier Sáez tiene la singularidad de ser tan interesante para niños como para adultos. Ya que, por un lado, cuenta una fábula fantástica con su moraleja que los pequeños entenderá perfectamente . Pero, por el otro, la historia está llena de segundas lecturas y una ironía muy sutil acerca de la vida conyugal que hará las delicias de los grandes. Por otro lado, Pablo Auladell elabora unos dibujos de una extraordinaria calidad, repletos de detalles, que agradan inmediatamente a la vista, y que se sitúa en una línea cercana a la de su últimos trabajos sobre los libros de Mark Twain. Pero lo primero que llama la atención es ver a Javier Sáez, conocido fundamentalmente como dibujante, firmando sólo el texto en un libro ilustrado. "No es la primera vez que lo hago", asegura. "Pero nunca con estas dimensiones. Antes he escrito cuentos que han ilustrado otros autores, pero dentro de una colección. Yo soy ilustrador, pero también me dedico a escribir. Y Pablo es fabuloso porque tiene muchos registros y yo siempre supe que él encontraría la mejor forma de hacerlo". Pero, de cualquier forma, el escritor asegura que "no hay motivo para sorpresa, es como pensar que un músico no pueda tocar con otro. Es pensar que tienes algo entre manos y otra persona va a aportar algo valioso. Y es pensar también que iba a hacer algo mejor".

Ambos autores decidieron emprender esta colaboración al coincidir dando un curso en un pueblo de Valencia en uno de los múltiples viajes que realizan los que han hecho del dibujo su profesión ya que la promoción de la obra resulta casi tan agotadora como crearla. Un aspecto que los dos quieren dejar bien claro es que no es un álbum infantil. "El libro está lleno de referencias que un niño no ve", asegura Pablo. "Es cierto que si se lo lees a ese niño este se queda con la peripecia. Pero el adulto goza más porque ve las referencias y se da cuenta de chistecillos". Algo que Javier contradice inmediatamente. "Yo creo que es el niño el que se queda más con la peripecia y el adulto sólo ve lo superficial", ríe.

Para Pablo este premio tiene dos aspectos que elevan el interés del trabajo. Por un lado, supone una mayor promoción. "Con la vida cortísima de los libros, y la poca visibilidad que tienen, el premio es como un respaldo". Y segundo que se haya publicado en una editorial de tanta calidad como A Buen Paso. "Me sorprenden lo bien que editan", asegura Auladell. "Es de los libros que yo he hecho, en el que mejor han reproducido las ilustraciones, un libro que está muy cuidado". Hay muchas voces que hablan de una nueva edad de oro de la ilustración. "Puede que sea cierto, pero esto no repercute en el autor como debiera. Hay una cara B de esto. Un cómic es ahora muy complicado de hacer, porque hay que dibujar 200 páginas y antes sólo 30. Ahora tiene más visibilidad, pero las condiciones para el autor son las mismas, y tienes que trabajar 10 veces más, escanearlo, hacer el diseño gráfico, llevarlo a la imprenta, y cobras igual". Para el dibujante alicantino el cómic ha entrado en los territorios que eran para el libro de adulto, como el Premio Nacional. Pero si en los años 80 se vendían 300.000 ejemplares, ahora sólo 3.000. "Además, una novela gráfica te puede tener un año o dos trabajando duro, y ninguna editorial te paga eso". Javier comparte la misma idea y asegura que "la repercusión es muy poca, mientras que antes cuando la gente iba comprar cómics era casi como un hábito. Ahora somos como los bisontes de la pradera que se convierten en atracciones de feria. Como si fuéramos algo circense, ya que en realidad la lectura está en una situación de crisis profunda".

Pablo recuerda la reflexión de Félix de Azúa, refiriéndose al arte. "De alguna manera, cuando el mercado detecta que algo genera oro empieza a dignificarlo", señala. Y el siguiente paso es dignificarlo. Se hacen entrevistas, se cuelgan en los museos, ya no existe el debate de si el cómic es arte porque esa dignidad ya está del todo concedida". Para el dibujante, estas editoriales han detectado que si viene el libro digital, el de papel sobrevivirá si es un producto único y la manera es que lleve ilustraciones como un objeto único precioso. "Pero el que todo tenga que llevar ilustraciones es un peligro. El que esté mal editado es un desastre". Javier Sáez es reacio a explicar las claves de su libro, y más a desvelar su mensaje de fondo. "Eso acarrea varios problemas", afirma. Y se pregunta "hasta qué punto podemos destripar el libro. Yo no pienso en un libro en términos de transmitir mensajes, no quiero introducirme en la mente de los lectores. Pero esta historia se puede ver como una parábola para muchas situaciones", asegura. Una de ellas es cómo abrimos la puerta a algo que en realidad no sabemos qué es ya que en el libro se produce una situación que el autor resume relacionándola con la aventura de don Quijote con los molinos. "Mientras en la obra de Cervantes algo inofensivo es un gigante, aquí es al revés, es algo terrorífico que lo admitimos como banal. Es familiarizar el horror que puede estar tocando la puerta de muchas formas. Estos personajes ingenuos son quijotescos y antiquijotescos. Y el paisaje de Kansas tiene mucho que ver con la llanura manchega". Precisamente, el tornado que aparece en el libro es una mezcla de molino y de gigante ya que el escritor oscense insiste en que nos hemos acostumbrado a identificar el cambio como algo positivo. "Es la frase que tanto se dice de 'cambia el mundo y te irá mejor', y a lo mejor es al revés. Stephen Hawking avisaba sobre los peligros de enviar mensajes a una civilización exterior que a lo mejor nos destruirá. Vivimos con una idea infantil de que todo es bueno y todos nos vamos a salvar con esa realidad que tenemos ahí fuera". Por ese motivo, la intención de Javier ha sido mostrar a unos personajes que no están viendo lo que tienen delante. "Los personajes aparecen en su cotidianidad y estáticos, mientras que el tornado llega siempre en diagonal lo que lo hace más amenazador. Ellos no son capaces de vivir sus vidas y el tornado es una fuerza desatada".

A pesar de esta explicación, Javier señala que "exponiendo una situación degradamos la obra a una propaganda. El interés de un álbum es su intención poética, que da lugar a muchas lecturas".

Historia

Desde el punto de vista del dibujante, Pablo asegura que sobre un estilo base hay que escribir la historia. "Me muevo muy bien en un registro que puede partir de lo lírico y meterse en la sátira. En estos terrenos de la desmesura, sin ir al humor o a la ciencia ficción hago unos ajustes. La distinción es que últimamente he visitado los terrenos clásicos y aquí me meto en un terreno más de Daumier, más excesivo y el dibujo lleva eso. El encuadre también es como del oeste, con ese tipo de colorido", añade.

También, el dibujante alicantino reconoce que su adaptación al cómic de El paraíso perdido de John Milton le proporcionó mucho éxito. "Cualquier adaptación es complicada de hacer", señala. "Pero El paraíso perdido es una obra rica en posibilidades gráficas. Es el típico libro que impone, que es muy conocido y poco leído. Mucha gente no se acerca porque es una temática religiosa, pero en realidad plantea cosas tremendas y está muy bellamente escrito". En este punto, Pablo recuerda la frase de Luis Alberto de Cuenca que decía que una obra es un clásico cuando cada cierto tiempo un moderno lo trae a su época. "Los clásicos van perviviendo a medida que un escritor de cada época le de su propia lectura. El paraíso perdido es difícil de readaptar, y muy pocos lo han leído".

Sea como fuere, Pablo está convencido de que al cómic le va mejor los recorridos cortos. "No creo que vuelva hacer una obra de 300 páginas. Estoy haciendo cosas que dejé aparcados por El paraíso perdido. Y un álbum ilustrado, por tener tres páginas, no es más fácil d que uno de trescientas". Aunque El paraíso perdido fue un desafío y es el libro que más satisfacciones le ha dado, el dibujante reconoce que la obra de la que está más orgulloso es La feria abandonada porque es un trabajo "hecho a pulmón".

Javier, por su parte, prepara un proyecto desde hace tiempo sobre México. "Lo he llevado a mi terreno. Sólo tiene imágenes. Intenta mostrarlo como El Aleph, indagando en el lado histórico, el presente. No he querido presentar los personajes más siniestros". El escritor asegura que "me interesan cosas muy distintas. Para mí ha sido muy satisfactorio trabajar en colaboración con Pablo. Esto ha sido como que estás tocando algo que el otro intérprete lo sigue muy bien".

De todas forma, aquellos que se adentren en el mundo de Dorothy se encontrarán con la agradable sorpresa de una obra entrañable que exhala multitud de referencias que van de los collages de Gaiman y McKein hasta El mago de Oz de Lyman Frank Baum, pasando por los dibujos más desconcertantes de Raymond Briggs. Esperemos que esta unión tenga continuidad.