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Teatro

"No hay crisis que pueda evitar que exista el teatro en España"

"Todos tenemos la necesidad de ser queridos y de ser respetados. Y cada uno lo pide como puede", señala el dramaturgo Daniel Veronese

De izq. a dcha., Pilar Castro, Maribel Verdú, Daniel Veronese, Jorge Calvo y Jorge Bosch, en 'Invencible'. LA PROVINCIA / DLP

¿Cuáles son los principales conflictos que retratan las situaciones de Invencible ?

Invencible trata, sobre todo, de conflictos humanos. Yo, por lo menos, traté de centrarme en la humanidad de los cuatro personajes de la obra. Obviamente, el autor habla de diferencia de clases a partir de una situación concreta, en la que una pareja progresista, con un estatus social, se muda a un barrio más humilde y se esfuerza por tener relación con sus vecinos, que son de un nivel cultural más bajo. Y de ahí surge ese encontronazo entre las dos culturas y entre lo que ellos creen que pueden construir pero no pueden, porque se encuentran con algunas diferencias que no se pueden solucionar. En definitiva, ese es el conflicto de base de la obra. Pero, más que hacer una obra maniquea sobre las perspectivas de una clase frente a otra, yo quise ahondar en la humanidad de los cuatro personajes y explorar qué es lo que gana y lo que pierde cada uno de ellos.

Sin embargo, ¿afloraría ese conflicto si no colisionaran los mundos de las dos parejas?

Claro, obviamente el conflicto interno de los personajes es originado por el conflicto de clases. Pero creo que, en este texto, lo que despierta la empatía en el espectador son los conflictos interiores de cada personaje y, en ese sentido, el autor de la obra ha escrito cuatro personajes maravillosos.

¿Esta adaptación del texto del británico Torben Betts en qué medida conecta con la realidad española?

España está inmersa en una crisis económica, social y política desde hace tiempo, como el resto del mundo, por otra parte. En Argentina pasa lo mismo, en México pasa lo mismo, etcétera. Casualmente, he estado ensayando ahora mi apuesta argentina de Invencible en Buenos Aires, con actores argentinos, donde la situación es similar. Pero yo he querido que el concepto llegara a la mayor cantidad de gente, porque si no, la misma sala se divide en clases y la gente empieza a tomar posición ante la obra. Yo he querido evitar eso. Por tanto, la obra no parte de una perspectiva de clases, sino de personas. A partir de ahí, para algunas personas los conflictos que narra la obra la harán más verdadera, mientras que, para otras, puede que no tanto. Por eso me focalizo en los individuos, porque creo que todos tenemos este tipo de conflictos, como la falta de amor, la necesidad de ser queridos o la necesidad de ser respetados por el otro. Y cada uno lo pide como puede.

En este sentido, ¿diría que es más lo que une o lo que separa a ambas parejas?

Las unen y las separan cosas porque, obviamente, son gente muy distinta, con mundos muy diferentes. La propia sala es un reflejo de esta diferencia, porque un espectador puede estar sentado al lado de otro y tener un pensamiento religioso, social, político, sexual, familiar o personal muy distinto, pero, a la vez, pueden reírse ante las mismas situaciones. Siento que es muy difícil generalizar sobre lo que le pasa a la gente. Por eso, yo busco que mi teatro sea humano y confío en que haya un lugar en el que esa humanidad llegue a la mayor cantidad de personas posible, ya sean argentinos, portugueses, franceses, españoles, del norte, del sur, de las afueras o del centro. Yo hago teatro de una sola manera, que es el teatro humano.

En este texto, los personajes llevan a sus espaldas el peso de la obra. ¿Cómo fue el trabajo con los cuatro actores españoles?

La experiencia fue maravillosa. Esta producción llegó a manos de Maribel en un primer lugar y fue ella quien me trasladó este texto. Yo nunca había trabajado antes con Maribel y, aunque ya tenía una gran consideración sobre ella, me encontré a una actriz sensible, extraordinaria, quien, a pesar de ser una actriz muy conocida, en ningún momento lo pone sobre la mesa, sino que trabaja al nivel de todos los demás. Y los otros tres actores son también maravillosos, cada uno en su papel. Creo que una de las grandes causas del éxito de esta obra es el elenco, porque cuenta con unos actores que se dejan la piel en el escenario.

¿Ese equilibrio entre drama y comedia en el que se balancea el texto es crucial para encarar esta ficción tan real?

Creo que cualquier comedia, si la radicalizamos, se convierte en una situación dramática. Y a su vez, en toda situación dramática, si rascas un poco, hay lugar para la comedia. En mi teatro trato siempre de sorprender hacia la comedia y, en las fisuras, puntualizar el drama. En este caso, la obra se mueve de un lugar a otro como una montaña rusa, con pasajes tranquilos y picos de vértigo. De repente, te estás riendo y, al rato, estás sintiendo una punzada en el hígado. El texto de Invencible es fabuloso y maravilloso para poder ejercer ese poder sobre el público. Y el público, cuando lo haces pasear de esa manera por sus propias emociones, siempre va a estar agradecido.

¿Cuáles son las principales diferencias que identifica al hacer teatro en España con respecto a Argentina?

Yo llevo trabajando bastante seguido en España desde hace 13 o 14 años, en lo que se refiere a montar y dirigir piezas. En España me siento realmente como en casa, la hospitalidad es maravillosa y también lo son los actores. La calidad interpretativa en España no tiene nada que envidiar a otros lugares. Bueno, como en todo, hay actores con mayor o menor capacidad para ser dirigidos, otros con más propensión al juego y otros con menos, pero en Argentina pasa lo mismo. Lo que pasa es que en Argentina hay mucho teatro y, a veces, eso se confunde con que hay muy bueno, pero hay de todo. También sucede que, al haber mucho teatro, hay más posibilidad de encontrar cosas buenas.

¿Qué opciones plantearía para que el teatro en España saliera del atolladero de la crisis?

La crisis en España, comparada con la crisis en Argentina, no es nada. El camino en España es generar teatro, más teatro, equivocarse si hace falta, porque cuanto más teatro haya, más posibilidades hay de que el teatro crezca, se ennoblezca y se convierta en una obra de arte. El teatro tiene que salir adelante, incluso, sin apoyos, sin muletas, sin tanta infraestructura o sin tanto presupuesto. El teatro tiene que apostar por más teatro.

Siguiendo esta línea, ¿cuál es hoy la situación del teatro en Argentina?

Pues siguiendo esta línea, diré que yo he visto mucha crisis en Argentina y que hemos sobrevivido siempre. Además, en el teatro, la crisis no es algo que a mí me haya impedido trabajar jamás. Yo entiendo que cuando se ha subido el IVA cultural en España, en el teatro se han reducido las ganancias, los espectadores, lo que sea. Pero creo que todavía no se ha llegado a la crisis verdadera. Yo trabajé haciendo teatro en Argentina cuando el Gobierno te quitaba todo tu dinero; el que tenías en el banco no te lo daban, o te lo daban a cuentagotas. Imagina lo que es eso. A partir de ahí, aprendes a agarrártelas como puedas. Como decimos por aquí, en Argentina nosotros nos arreglamos todo con alambre. Y es así. Lamentablemente, nosotros estamos acostumbrados a vivir las crisis, a sufrir las crisis económicas, que, en definitiva, son las mismas que en cualquier otro lugar, como en España. Y sobre esa realidad, hay que luchar siempre. Y, para mí, insisto, no hay crisis que pueda evitar que exista el teatro en España. Lo digo totalmente en serio.

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