La película Kékszakállú del cineasta argentino Gastón Solnicki concurre en la Sección Oficial del certamen capitalino con una propuesta libremente inspirada en El castillo de Barba Azul, única ópera concebida por Béla Bartók en 1911 y que, a su vez, estaba libremente inspirada en el cuento de hadas de Charles Perrault.

Su productor, Iván Eibuszyc, brindó ayer en la capital grancanaria algunas claves de esta docuficción, que retrata el tedio vacacional de la clase acomodada argentina y que se sirve de la ópera en un plano inspiracional. "La ópera es la inspiración inicial, pero si ven la película no van a encontrar la ópera sino una reinterpretación", señaló el productor. "Además, también se usaron 14 minutos de la ópera para musicalizar parte de la trama".

Filmada entre Punta del Este (Uruguay) y Buenos Aires (Argentina), Kékszakállú desdibuja las fronteras entre el documental y la ficción, porque lo primero derivó en lo segundo. "El director comenzó a filmar esta película sin guión siguiendo la rutina de unos jóvenes adolescentes en sus ratos de ocio y vacaciones, donde todo está dado para pasarla bien y disfrutar pero que, en su lugar, se convertían en una especie de castigo que provoca la exigencia del disfrute", expone Eibuszyc, que apunta que "la pertenencia ala clase alta acomodada te brinda todo y, al mismo tiempo, no te exige".

Las ocho semanas de rodaje, que se repartieron de forma equitativa en ambas ciudades, conllevó "un proceso de escritura y reescritura" que desembocó "en una ficción del lado del documental". "La película se rueda sin guión, pero en cuanto el director encontraba algo que le interesaba sobre las actividades cotidianas de los personajes o algo que podía contar, lo filmábamos", revela. "Por tanto, fue un hacer y deshacer continuo".

El resultado es una propuesta estilística poco convencional y que rompe la línea del tiempo y el espacio. "La idea era mostrar una historia precisa o una narración concreta, donde lo que importa son los sentimientos, actitudes y pensamientos. Por eso, no sigue el tiempo y el espacio de manera convencional", apunta el productor.

En cuanto a su exhibición, Kékszakállú tuvo su estreno mundial en la Mostra de Venecia y ha circulado por festivales de cine en Toronto, Rotterdam, Nueva York o Mar del Plata, entre otros. "Eso nos hace ser fuertes en nuestro circuito de cine de autor", señala Eibuszyv. "Somos conscientes de que no es una película para salas comerciales, pero hemos logrado la atención del público especifico, que son los cinéfilos y los críticos. Y apostamos por esa continuidad".