Somos elección y renuncia, represión y deseo, palabra y silencio. Golden Exits, quinto largometraje del cineasta estadounidense Alex Ross Perry, explora esas fisuras donde afloran las contradicciones íntrinsecas del ser humano y los conflictos en su relación con el otro. Esta trama de historias cruzadas, hilada con brillantes diálogos de "parloteo introspectivo", se enmarca en los paisajes urbanos de Brooklyn y gira alrededor de dos familias a las que pone en jaque la llegada de una atractiva chica australiana de 25 años, Naomi (Emily Browning), "venenosa y dulce (...) la trampa mortal de los perdedores".

En concreto, el matrimonio de Nick y Alyssa (Adam Horovitz -ex Beastie Boy, para más señas- y Chloë Sevigny) y la hermana de esta última, Gwen, (Mary-Louise Parker) se enfrentarán a su propio espejo alrededor del triple eje conceptual en que se mueven los conflictos de Golden Extis: "amor, celos y deficiencia".

Pero también el matrimonio de Buddy y Jess (Analeigh Tipton y Jason Schwartzman), y la hermana de esta última, Sam (Lily Rabe), se perderán en los resbaladizos laberintos generacionales de este grupo de treintañeros neoyorquinos; en las rivalidades conyugales y familiares y, en definitiva, en los giros de la vida misma, donde "no hay destino ni esperanza para una salida final".

Y el poder arrasador del deseo, esa llama ardiente que cuando culmina es polvo de alas, sacudirá los cimientos de dos matrimonios estables, pero no tan felices como quisieran aparentar. La presencia de esta lolita australiana, enamoradiza y huidiza, "vulnerable al capricho", revienta los corsés rutinarios de las vidas a su alrededor y remueve sus frustraciones y temores bajo la alfombra. "El deseo es un concepto innovador", reza uno de los pasajes.

La insatisfacción, la soledad, las dudas y el resentimiento aflorarán en el corazón de este plantel neurótico al paso discreto de esta joven libre, sin ataduras, consciente de las luces y sombras de su propia libertad. "Un consejo: sé tu propia mujer. Y fóllate a esta ciudad", le sugiere Gwen, hermana libérrima de la hermana (im)perfecta e (in)feliz, Alyssa, emblema de "la asfixiante vida hogareña". Así, los acontecimientos que se entrecruzan en la trama inducirá a sus personajes a mirarse dentro y preguntarse dónde están y por qué, e incluso, a explorar en su inconsciente las posibilidades de haber escogido el camino opuesto.

Con una predominancia de primeros planos, revestidos de texturas granuladas y disertaciones psicoanalíticas para enmarcar, Golden Extis consolida a Ross Perry como uno de los exponentes del cine independiente norteamericano, al que el certamen capitalino dedicó un ciclo en 2015. Somos lo que escogemos, pero también lo que no. Una joya.