El teatro Pérez Galdós cumple hoy diez años de historia desde su reapertura el 14 de abril de 2007. Como es natural, dicho acto se convertiría en aquel momento en uno de los acontecimientos más importantes de la ciudad, ya que después de tres años de rehabilitación el coliseo grancanario se situaba como uno de los focos de las principales actividades culturales del Archipiélago.

Desde entonces y hasta ahora, el Galdós ha servido para dar cobijo a todo tipo de actividades, abriéndose cada vez más a un público juvenil que desembocó en, nada menos, que la celebración el pasado 7 de abril de La noche+freak dentro de la programación del 17 Festival de Cine de Las Palmas.

La inauguración de 2007 se celebró con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria dirigida por Pedro Halffter con la Novena sinfonía de Beethoven. Posteriormente, la Orquesta del Teatro Mariinsky de San Petersburgo dirigida por Valery Gergiev y con la participación de la soprano chilena Cristina Gallardo-Domâs, actuaría en este mismo escenario. Pero el acontecimiento más importante de estos primeros días fue, sin duda, la representación completa de la tetralogía El anillo del Nibelungo, de Richard Wagner, la más colosal creación de música dramática de todos los tiempos, con una duración conjunta de diecisiete horas divididas en cuatro veladas. La obra sirvió para demostrar las nuevas capacidades técnicas y escénicas del Galdós, siendo el primer teatro de España que afrontó la representación de la obra completa en una sola semana.

Ópera y Zarzuela

Los acontecimientos históricos se sucedían uno detrás de otro, y poco después, el 10 de septiembre de 2007, se estrenaba La hija del cielo, la primera ópera canaria de gran formato sinfónico y coral, compuesta por Juan José Falcón Sanabria con libreto de Guillermo García-Alcalde, producción escénica de la Fura dels Baus, con el tenor venezolano Aquiles Machado en el papel de Bentejuí y que inauguró la temporada 2007/2008 del recinto.

Este escenario daría cobijo en noviembre del mismo año, a la representación por primera vez en España de la ópera en dos actos Il Ritorno di Don Calandrino, de Domenico Cimarosa, que fue dirigida por Riccardo Muti. El Festival de Ópera también recaló en este escenario nuevamente con una Adriana Lecouvreur ambientada en los inicios del cine. La obra de Francesco Cilea era el cuarto título de la edición 40ª del festival canario.

Por su parte, el Festival de Zarzuela de Canarias celebraba también su XV edición con el regreso al mismo lugar entre septiembre y noviembre con una gala lírica y tres títulos. Como tributo memorial a Rafael Nebot, el maestro Valery Gergiev, con la orquesta, el coro y cuatro solistas del Teatro Mariisnky de San Petersburgo, ofreció el tercer acto de Parsifal de Wagner, y poco después el Cuarteto de Tokio refrendó su prestigio con un concierto dentro del bicentenario de la muerte de Haydn.

El musical Mamma Mia!, una de las producciones más taquilleras y de mayor éxito de los últimos años, llegaría a la capital grancanaria en enero de 2010 con un total de 32 funciones con Nina y Marta Valverde como principales protagonistas. Y volvería al coliseo a principios de este 2017 con otro nuevo elenco. Pedro Halffter pondría en escena otra de las obras maestras wagnerianas, Tannhäuser, en los meses de julio con una escenografía encargada a Katharina Wagner, lo que significaba una vinculación de la polémica biznieta del compositor y codirectora del Festival de Bayreuth, y tataranieta de Liszt al acontecer lírico de la ciudad.

Precisamente, será Tristan e Isolda del compositor alemán, la obra que abriría la temporada de 2010, un título que terminaría de completar el número de grandes obras maestras wagnerianas que ha visto este escenario, y al que seguiría La Sonámbula, Tosca, La Italiana en Argel y Los bandidos, todas en el coliseo grancanario.

Los musicales se segurián celebrando de forma periódica con títulos tan importantes y diferentes entre sí como Summertime, Cabaret, Chicago o la fenomenal Los Miserables en enero de 2014.

También se celebrarían proyectos educativos como una magnífica versión de la ópera Guillermo Tell reducida y enfocada para las mentes de estudiantes de primaria. Y Pepe Dámaso se enfrentaría al reto más importante de su carrera al participar como actor en el estreno del espectáculo El amor brujo 1915 que se situaría en el interior de una calavera de su autoría de más de ocho metros de altura.

Unos 250 alumnos de distintas enseñanzas artísticas participaron en el estreno de la ópera, una producción canaria al cien por cien, que recuperaba la estética y personajes de los clubes de jazz de los años 30 del pasado siglo. También se pasarían guitarristas de jazz como John Scofield dentro de la programación Jazz otoño. O espectáculo populares de gran prstigio como el montaje conjunto de Los Gofiones y la banda municipial recreando la vida en la década de los 50.