El 14 de abril de 2017 se cumplen 10 años de la tercera apertura del teatro Pérez Galdós, uno de los más importantes de España, tras el Teatro Real y el Liceu. Situado en vanguardia en cuanto a instalaciones y avances tecnológicos ofertados para cualquier tipo de montaje en espacios cerrados, sus 1.007 butacas han sido testigo de innumerables espectáculos: musicales, conciertos, ballet, ópera, música clásica o teatro? Pero su historia comenzó a mediados del siglo XIX y no siempre se llamó así?

El teatro Cairasco fue el primer coliseo que tuvo esta ciudad, por entonces llamada Las Palmas (de Gran Canaria se añadió en 1940), y se construyó entre 1842 y 1845 en el solar que hoy ocupa el Gabinete Literario, en la Plaza Cairasco, pero muy pronto se vio que las premuras y el escaso presupuesto empleado en su construcción dieron como resultado un aforo insuficiente, incómodo y con nula visibilidad en parte del mismo, así como una gran falta de iluminación de camerinos y coreografía y grandes defectos de obra. Si a esto le unimos que el Gabinete demandaba cada vez más espacio para sus múltiples actividades y, otra razón de mucho peso, que el Teatro Guimerá, en Santa Cruz de Tenerife, proyectado por Manuel de Oráa, fue inaugurado en 1851 y "era mucho más grande que el Coliseo", todo esto unido hizo que se aumentaran las prisas resolver las demandas de artes escénicas y musicales de gran parte de la población de nuestra ciudad.

Así las cosas, no es de extrañar que desde 1859 ya se estuviera hablando de construir un nuevo teatro en Las Palmas y se iniciara una suscripción popular para afrontar el proyecto. En 1866, una vez prevista la viabilidad económica mediante la búsqueda de accionistas, había que decidir su ubicación, para la que se barajaron más de diez posibles lugares de Vegueta y Triana hasta que finalmente se decidió construirlo donde está hoy, en el espacio de Bocabarranco, también llamado 'de la Pescadería'. El solar reunía las tres condiciones buscadas: economía (lo ponía gratis el Ayuntamiento), buena ubicación (situado entre los dos únicos barrios de la ciudad y cerca de sus puentes) y cercanía al mar (visible para todos los barcos que tuvieran entrada en el muelle de Las Palmas).

La ubicación elegida tuvo muchos defensores pero también activos detractores que criticaron los inconvenientes de la cercanía a una ruidosa playa de callaos, las posibles crecidas del barranco con el consiguiente peligro de inundaciones continuas del teatro y sus alrededores, el costoso mantenimiento por los deterioros del salitre, y la cercanía de los malolientes tinglados de la pescadería. Así lo cuenta José Pérez Vidal en su libro Galdós en Canarias: "Todo el mundo vio muy acertada la idea de construir un nuevo teatro, pero si ante el proyecto había habido unanimidad, la opinión se dividió en cuanto a su emplazamiento. Los bandos toman posiciones en los periódicos y desde sus columnas se ametrallan con las más envenenadas especies; la tertulia de la Botica de Las Cadenas y la del Gabinete Literario se convierten en agitados parlamentos".

El joven Benito Pérez Galdós tampoco se puede liberar del apasionado ambiente, pues él también tiene opinión y considera que es un disparate edificar el teatro en la orilla del mar aduciendo que el ruido de las olas en una playa de guijarros apagaría la voz de los artistas, y la humedad del Atlántico se filtraría por las rendijas de puertas y ventanas y estropearía las instalaciones. En un sitio más céntrico, tal vez en el solar del desamortizado Convento de las Bernardas, cree que estaría mejor situado. Y debió pensar Benito que el lápiz de dibujo sería mejor arma que la pluma para expresar su postura sobre el emplazamiento elegido para el nuevo teatro. Con El Gran Teatro de la Pescadería, Galdós empezó a dar muestras de su absoluto dominio de la ironía y la sátira y son muchas las situaciones que dibuja hasta llenar casi un álbum completo: "Allí aparece, batido por las olas, el murallón del teatro; marineros curtidos por el sol de la costa de África esperan en el pórtico para transportar en brazos a las señoras; don Agustín Millares, profesor de Música del colegio, dirige la orquesta, cuyos músicos con el agua al cuello elevan y ponen en salvo los pabellones de las trompetas y trombones; en el momento en que se canta Norma, los artistas huyen ante la violencia de las olas, que abren en el muro una gran brecha por la que penetra rompiendo los decorados la proa de un buque gigantesco?". Pero no solo elige el lápiz de dibujo: también lo hace con la pluma de escribir invocando en esdrújulos al Padre de las Letras Canarias, Bartolomé Cairasco de Figueroa, para que resucite y ponga fin a tan descomunal despropósito que las autoridades quieren hacer con el Teatro Nuevo.

Muro de contención

A pesar de la polémica desatada, la Comisión de Ornato del Ayuntamiento consideró que este era el mejor lugar y, para acallar las protestas vecinales, el consistorio se comprometió a construir un muro de contención delante del teatro, suavizar el terraplén de la desembocadura del Guiniguada y, por último, eliminar los tinglados de pescado existentes en la zona.

Una vez tomada la decisión del lugar en donde se emplazaría, ya solo quedaba elegir el arquitecto que se encargaría de diseñar el edificio y, siguiendo los consejos de Ponce de León, se encargó a Francisco Jareño, un arquitecto de gran prestigio, autor de la Casa de la Moneda y la Biblioteca Nacional en Madrid. Jareño presentó su proyecto y cuando se expuso públicamente en las Casas Consistoriales ya venía incluso el nombre que debería llevar, por lo que no es improbable que el arquitecto tuviera este proyecto, destinado para otra ciudad española, y ante la premura del encargo que se le hace desde Las Palmas no dudara en presentarlo, incluso, con el nombre de Teatro Tirso de Molina rotulado en los planos.

En 1869 comienzan las obras de cimentación del nuevo teatro y en 1887 se colocó el clavo de oro, costumbre que consistía en que, al final de una obra, se clavara una tacha en un lugar estratégico de la carpintería principal de madera, y el primer golpe de martillo lo diera la autoridad que la recibía como símbolo de finalización de la construcción.

En 1890 se produce en el Puerto de La Luz el hundimiento del barco italiano Subamérica, abordado por el vapor France, con el fatal desenlace de cincuenta personas fallecidas. Este accidente hace que se adelante (oficiosamente) la inauguración del Teatro al 16 de noviembre con la celebración de un concierto benéfico del tenor Roberto Stagno, que estaba en Las Palmas de paso para América y debía salir ese día de viaje. La recaudación se dividió entre las víctimas del barco siniestrado y las familias pobres de la ciudad. Esta actuación fue todo un acontecimiento, y como recuerdo se trató de dar, sin éxito, el nombre de Stagno al nuevo teatro de la ciudad, aunque ahora sí lo lleve la plaza situado tras el escenario del mismo.

El Teatro Tirso de Molina se inauguró oficialmente el 6 de diciembre de 1890 con la puesta en escena de La Traviata, sin ni siquiera haberse registrado una sola visita de Jareño durante los veinticuatro años de su construcción. Tampoco nos consta que Benito Pérez Galdós ni Jacinto Ponce de León (hermano de Manuel), en los que había confiado la sociedad de accionistas para que hicieran desde Madrid el seguimiento del proyecto de Jareño, tuvieran alguna relación con el arquitecto.

Electra

Como ya comentamos, el Teatro se inauguró con el nombre de Tirso de Molina, que no tuvo ningún arraigo entre la población. Tal vez por ello, a raíz del clamoroso estreno de Electra, el 16 de abril de 1901, que finalizó con vítores a Galdós y gritos en pro de la libertad y en contra del oscurantismo de la Iglesia, la población empezó a llamarlo popularmente Teatro Pérez Galdós aunque, según testimonio de Juan Rodríguez Drincourt, oficialmente no se llamaría con este nombre hasta el Pleno Municipal del 12 de octubre de 1910, que es la primera vez que queda registrado como Pérez Galdós en el libro de actas del Ayuntamiento de Las Palmas.

Por causas que nunca estuvieron del todo claras, un pavoroso incendio destruyó el Teatro Pérez Galdós la noche del 28 de junio de 1918. Según testimonios de la época, se debió a un cortocircuito eléctrico producido en uno de los transformadores situados en el escenario. Aquella noche de fuego no se conocieron daños personales, pero sí que fueron cuantiosos los materiales; tanto, que apenas si quedaron en pie las cuatro paredes exteriores. "Con el Teatro Pérez Galdós se ha desplomado y se ha hundido toda una época gloriosa. Era un monumento de un pueblo que puso en él sus ansias de vida", contó Domingo J. Navarro en el Diario de Las Palmas el 17 de julio de 1918.

Se puede considerar que el Teatro Pérez Galdós, referente nacional del arte y la cultura, resurgió de sus propias cenizas tras el incendio. En el mismo solar de Bocabarranco se inició rápidamente una reconstrucción en la que intervinieron destacados arquitectos de la época como Fernando Navarro y Rafael Massanet (que dejaron su huella en el Gabinete Literario), Isidro Puig Boada, y, por supuesto, no pudo faltar el sello de los hermanos Martín Fernández de la Torre: Miguel (arquitecto) y Néstor (pintor), cuyo trabajo decorativo continúa siendo uno de los grandes atractivos del Teatro.

El actual Teatro Pérez Galdós puede ser considerado entre los centros culturales más importantes de España. Para conseguirlo fue imprescindible el cese de su actividad durante seis años, desde 2001 hasta el 14 de abril de 2007, que abrió sus puertas con unas jornadas de festejos culturales que duraron una semana, destacando ese día un concierto inaugural dirigido por Pedro Halffter en el que la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria interpretó la Novena Sinfonía de Beethoven, compositor al que el propio Galdós solía interpretar al piano en sus veladas de San Quintín. Evidentes son las mejoras actuales de sus infraestructuras y el escenario, destacando la parte nueva, hacia la Plaza de Stagno. El Teatro alberga todas las comodidades, servicios y adelantos tecnológicos para el montaje de las actuaciones más exigentes: desde el malogrado guitarrista Paco de Lucía como diversos musicales ( Hoy no me puedo levantar, La Bella y la Bestia, Los Miserables, ABBA), programas de televisión, entregas de premios, obras de teatro y las más importantes óperas y conciertos de música clásica.