Diecisiete arpilleras pintadas por el artista grancanario Manolo Millares entre 1957 y 1972 se exponen desde hoy en la Galería Mayoral de Barcelona, cuarenta años después de su última exposición en la capital catalana, donde nació su reconocimiento internacional, según han remarcado los comisarios. La exposición es fruto de la colaboración de diferentes coleccionistas privados, así como de Elvireta Escobio, viuda de Millares, sus hijas, Coro y Eva Millares, Chus Martínez, Emmanuel Guigon y Llucià Homs. El cocomisario Alfonso de la Torre ha explicado que esta exposición "reivindica y pone en valor la relación de Millares con Cataluña, algo que no se había percibido hasta ahora".

De hecho, ha precisado De la Torre, "su primera exposición individual, que tuvo lugar en Barcelona en las Galerías Jardín en 1951, tuvo una conexión importante con Santos Torroella, impulsor de la revista Cobalto y siguió exponiendo en los siguientes años en Barcelona, Girona y Tortosa".

En la muestra se incluye abundante material documental inédito como una fotografía de Leopoldo Pomés de 1959 en la que aparecen los cuatro artistas que quedaban de El Paso en la inauguración de una exposición en la Sala Gaspar, u otra en la que figura Joan Miró apoyando a esos jóvenes artistas, que tenían entonces 30 años.

Ilustran la relación especial que Millares tuvo con Miró tarjetas postales y felicitaciones navideñas: "Miró fue determinante en el despegue de la carrera internacional de Millares a través de la galería Matisse", ha subrayado De la Torre.

La conexión con Cataluña comienza, según el comisario, con sus contactos con Dau al Set en 1950, conexión que permitió, por ejemplo, que la obra de Antoni Tàpies se exhibiera también en Canarias, ha recordado.

Otra fotografía inédita muestra el cartel que Millares hizo para la Semana Universitaria de la Paz que organizaron los universitarios catalanes en 1963 como contrapunto crítico a los 25 años de paz que conmemoraba el régimen de Franco.

La exposición incluye algunas de las obras más reconocidas de Millares como Cuadro 32 (1957-58), una de las ocho obras que Millares expuso en la XXIX Bienal de Venecia de 1958, en la que conviven roturas, cordeles e hilos con un cromatismo en blanco y negro.

Otra de las piezas expuestas, Homúnculo (1) (1964), sintetiza la devastadora visión del cuerpo humano que tenía el artista; al igual que Personaje caído (1967), una obra que ha estado en una colección privada durante más de 45 años.

Entre la selección de obras se incluyen asimismo dos trípticos, uno de los cuales, Divertimentos para un político (1963), forma parte de la colección permanente de la Fundación Antonio Pérez de Cuenca y participó en la gran exposición que le dedicó en 1967 el Museo de Arte Moderno de París.

En la galería se proyecta el documental "Millares, 1970", realizado por el propio artista y su mujer, una película que es una meditación sobre la violencia, sobre las cicatrices en la superficie de la tierra. En esta pieza se ve al artista caminando a través de un paisaje devastado por la guerra, y también en la intimidad de su estudio, rasgando y acuchillando las arpilleras, salpicando y vertiendo pintura sobre ellas.

Según De la Torre, la obra de Millares es "una reflexión acerca de la brutalidad humana, una meditación sobre las heridas tanto físicas como psíquicas que se abrieron en la Europa del siglo XX". La otra comisaria de la muestra, Elena Sorokina, considera que "aunque las obras muestran un gestualidad de destrucción, también hay elementos que evocan la reparación, como los abundantes cosidos que el propio artista hacía a posteriori". Para Sorokina, "Millares es un artista totalmente actual, pues vincula su obra a una tradición local, en su caso guanche, y ese actitud es totalmente contemporánea".