Los amantes del teatro del Siglo de Oro español están de enhorabuena ya que hoy y mañana, a las 20.00 horas, en la Sala Insular de Teatro, podrán disfrutar de una obra con cuatro deliciosos títulos de tres de sus grandes representantes. Se trata de la representación de Entremeses por parte de la compañía grancanaria Antígona, formada por personas con discapacidad visual y única que ha ganado el Max en Canarias hasta el momento, en 2013. El montaje tiene dos aspectos que lo hacen especialmente interesante. Por un lado, supone el inicio de una nueva etapa de esta compañía bajo la dirección de la actriz Blanca Rodríguez. Y por el otro, el montaje une las cuatro obras en una sola incluyendo pasajes musicales y poéticos que supone una oportunidad especial para conocer las características de este género tan popular en el siglo XVII.

Un total de 13 actores escenifican obras de Lope de Rueda, Cervantes y Juan Cervera en una propuesta escénica que parte de un grupo de comensales que se dispone a disfrutar de una gran cena de gala en un entorno carnavalesco y festivo. La alegría, el humor, el color, la música y la transgresión serán los ingredientes que acompañarán al espectador. Todo a través de esta compañía vinculada a la ONCE, que desde 1988 viene realizando una labor de integración social a través del teatro, con personas ciegas y con discapacidad visual. La directora, señala todas las claves de la obra. "Es una dramaturgia que yo he hecho a partir de esos cuatro textos en plan carnavalero", señala, ya que los actores van disfrazados y luciendo un vestuario de Nauzet Alonso que ha sido elaborado con manteles de mesas con motivos de comida.

"Los personajes están alrededor de una mesa en un entorno bucólico, y unos mayordomos van presentándoles el menú de la noche", añade la directora. Así, unos comensales representan el entremés, mientras otros disfrutan del plato que les están sirviendo. Todos los textos tienen, como ocurre con los entremeses, una lección final divertida y también de enseñanza.

De este modo, la obra empieza con un entrante que son Los pichones de Juan Cervera. Esta texto trata sobre un matrimonio donde el marido quiere que la mujer le prepare cinco pichones que había cazado la noche anterior. Los dos se pelean sobre quién se comerá dos y quién comerá tres pichones hasta que deciden solucionarlo con una apuesta: comerá tres quien permanezca más tiempo callado. De pronto, aparece un calderero que, ante el silencio de los dos, se termina comiendo la cena porque ninguno de la pareja da su brazo a torcer. "La pieza empieza con un tema musical que se canta en directo a partir de un poema que está en la obra y que Juan Andrés Rodríguez y Víctor Rodríguez han adaptado", aclara Rodríguez. Cuando se termina esta pieza, el mayordomo presenta el primer plato y comienza En tierra de jauja, otro entremés muy divertido sobre un tipo muy torpe que va a llevarle comida a su mujer a la cárcel y unas chicas le hacen creer que existe una tierra donde la gente no trabaja y la comida es gratis. Así, mientras le cuentan esto ellas le van robando el caldero y quitándole la comida. "La moraleja final es que la culpa la tiene él por creer que existe una tierra donde se puede comer sin trabajar", aclara la directora. Todo sigue con Las aceitunas, el segundo plato, que trata de un matrimonio que planta un brote de aceitunas y, antes de que crezcan, ya están vendiéndolas a dos o quince reales, y por eso, la hija, en el mercado, recibe una tremenda paliza. Todo acaba con El juez de los divorcios de Cervantes que es el postre final y que trata de un juez que están en contra del divorcio porque piensa que la demandas resultan muy absurdas y opina que es mejor un mal acuerdo que una separación. "Es un texto muy moderno", señala Rodríguez. "Parece que está en contra del divorcio, pero está a favor de la pareja y del entendimiento. Y termina también con una canción con un poema de Cervantes".

Para la directora, Entremeses tiene mucho que ver con los sentidos, con las sensaciones, "sobre todo porque estamos trabajando con personas ciegas y con discapacidad visual, pero eso no quita para que hagamos un derroche con los sentidos. Y que el espectador también disfrute como un comensal más de esta sensualidad que tiene que ver mucho con el carnaval, que es la fiesta de la carne y los sentidos". La actriz y directora reconoce que no ha tenido muchas dificultades en este montaje.

"Creo que hay prejuicios a la hora de pensar en personas con discapacidad. Pero tienen mucho que enseñarnos. De entrada, una gran voluntad y valentía, porque la vista es un sentido que nos guía a todos, y ellos trabajan con su memoria, su oído, y , aunque son aficionadas, el teatro ha sido el salvador de muchas situaciones duras en sus vidas", aclara. La actriz recuerda que "subirte a un escenario y enfrentarte a un hecho artístico como el teatro es algo complejo, pero ellos lo han conseguido y tienen hasta un Premio Max como mejor grupo aficionado. Y yo, como profesional de las artes escénicas, me siento muy honrada de estar aquí porque el teatro forma parte d e mi vida". La compañía Antígona surgió en Las Palmas hace casi 30 años, está vinculada a la Fundación ONCE y una de las cosas que apoya es el teatro como elemento integrador para las personas ciegas. Está dentro de ACAEM, una asociación cultural que forma parte de la propia ONCE. "Llevo dos años con ellos porque la antigua directora se jubiló", aclara. "Y uno de mis objetivos es darlos a conocer. Que el teatro no sea una opción solo de ocio, sino también integradora".

El teatro, por tanto, puede ayudar a sentirse mucho más interesante a una persona, subirle la autoestima y ayudarla en el desarrollo. "Salir al escenario, que te den un aplauso, y que la gente pague por ello, es muy terapéutico. Mi objetivo es atraer a un público con discapacidad como la ceguera, y demostrarle que son capaces de hacer ese trabajo, sentirse realizados, y cantar y bailar", añade. En su opinión, la labor de la ONCE es necesaria yen la compañía la mitad más uno tienen que ser afiliados a la organización. Y de los trece componentes, siete lo son, el resto son personas aficionados.

" Pero cuento con un profesional que es Sergio Placeres que es mi ayudante de dirección, y compañero en Teatro estudio de Telde, además de trabajar con dos técnicos". Rodríguez aclara que los actores con discapacidad visual trabajan con la audición y la memoria. "Aquí se cuentan los pasos y cuando le hablas a alguien te diriges a esa persona. A veces te mueves y esa persona no sabes que te has movido, por lo que hay claves auditivas previas". De este modo, existen determinados comentarios pensados para que otros sepan donde está un persona concreta.

"Los elementos que hay en el escenario están memorizados", aclara. "Son claves muy pequeñitas que el espectador medio no aprecia. De hecho, hemos actuado en otras ocasiones y el espectador no sabe quién es el ciego". En esta obra intervienen dos personas que son completamente ciegas, mientras que el resto tienen una discapacidad visual, algunas con sólo un 10 % de visión y otras con fotofobia. "Es complejo el trabajo porque no todos ven al mismo nivel, pero el resultado final es perfecto".