La productora grancanaria Clapso afronta el gran reto de su carrera con la representación del clásico de Agatha Christie La Ratonera, a través de ocho funciones en el Teatro Cuyás entre el 4 y el 14 de mayo, después de estrenar el 29 de abril en Puerto del Rosario y continuar en Tenerife en el mes de junio. La Ratonera es una obra coral en la que todos los movimientos tienen que estar milimétricamente pensados y donde "los gestos y las miradas son tan importantes como el texto".

Así lo aclaró ayer durante la presentación el director del espectáculo, Israel Reyes, que acudió acompañado de un elenco formado por Lili Quintana, Mingo Ruano, Maykol Hernández, Mary Carmen Sánchez, Víctor Formoso, Lamberto Guerra, Naira Gómez y José Luis de Madariaga, y contó con la presencia del consejero de Cultura del Cabildo grancanario, Carlos Ruiz. El montaje, que dura dos horas y quince minutos, es una coproducción de Clapso y Txalo Producciones, que tiene los derechos de la obra para España.

La escenografía de Ana Garay y el vestuario de Unai Tellería y el diseñador canario Lucas Balboa cobran mucha importancia en un espectáculo en el cual la actriz María de Vigo López ejerce de ayudante de dirección. Germán Arias se encarga de la música.

Israel Reyes subrayó que se trata de una obra de teatro de 109 páginas, "algo que no se había producido en Canarias" y que "exige un esfuerzo total porque cualquier mirada mal orientada puede crear un conflicto", afirmó Reyes.

"Hay una estructura en el texto y no te puedes salir de él, y el trabajo es de miradas, de esconder la verdad, y por eso estamos disfrutando tanto". Para Reyes el montaje destaca por "la ambición y la espectacularidad" de su puesta en escena, ya que toda la trama de esta obra policiaca se desarrolla en dos actos y transcurre en el salón de una casa de huéspedes de dos plantas. Esta característica, uno de los principales puntos fuertes de la representación, es a la vez una de sus limitaciones, ya que el coste de trasladar la escenografía impedirá que pueda representarse en un mayor número de localizaciones. "No va a haber mucho más recorrido porque este es un espectáculo que no podemos llevar a muchos más teatros de Canarias", explicó Reyes, quien aprovechó para destacar las dificultades de hacer teatro en Canarias. En ese sentido, el director reclamó que se acabe con "el lío de los aranceles", ya que "mover el decorado hasta Canarias es más caro que viajar a Estados Unidos". Esta producción, que se estrenó en España en 1954 y que se reestrenó en Madrid en 1998, ya ha estado en escenarios de Barcelona y Valencia con el mismo texto y decorado, y ahora llega a Canarias con el único cambio en los actores y equipo técnico, que son de cada una de las ciudades en el que se va representando la obra.

Reyes destacó "la energía que hemos compartido en la preparación del montaje" ya que, a pesar de los viajes, y de que todos estos actores tienen otros compromisos profesionales, meterse esos parrafones en la cabeza ha supuesto un esfuerzo". El director también subrayó el gran trabajo de iluminación, música y vestuario, "con un look muy British", y explicó que el equipo lo componen en total 35 personas.

Reyes también quiso agradecer a LA PROVINCIA / DLP su apuesta e implicación desde la comunicación por la cultura. "Para una compañía el involucrar a un medio importante como partner, y que se comprometa desde el minuto uno, desde el momento mismo en que se ponen las entradas a las venta, es muy importante". Reyes destacó el interés de este periódico por "ser parte de la familia de La Ratonera y lo notamos en la venta de entradas por esa cobertura diaria", dijo.

El director reconoció también que del texto original "sólo hemos adaptado algunas cositas del lenguaje", porque ha habido "una confianza desde Txalo que también han estado apoyándonos". La traducción fue hecha por el director de la producción de Barcelona y hubo pequeñas cosas que cambiaron, "pero hay que tener cuidado con la actualización porque no te puedes ir de los años 50 cuando la radio es muy importante y tampoco puedes actualizar el lenguaje porque pierde su esencia", afirmó. Reyes recordó que Txalo paga rigurosamente a la familia de la autora los derechos de la obra aunque no la representen. " La Ratonera en 25 años no ha estado siempre en cartel en España", afirmó. "Ya que para ellos es más importante seguir teniendo los derechos aunque no les genere dinero, que perderlos. Es como su obra fetiche y prefieren mantenerla aunque no facturen dinero". Por su parte, la actriz Mary Carmen Sánchez añadió que se trata de una obra muy coral que ha dado un resultado muy satisfactorio. "Israel está haciendo filigranas con la dirección porque es como un reloj de precisión, de efectos, miradas y gestos", dijo. La actriz recordó que "todos tenemos unas agendas superapretadas, pero nos ha entusiasmado tanto el proyecto que buscamos horas de donde no hay para poder venir a ensayar". Sánchez señaló que los actores, muchas veces, por carencias económicas, "tenemos que estar en montajes con cuatro personajes como mucho, pero vernos todos juntos aquí nos hace más felices". La actriz también subrayó que "estar en una función tan popular y que pases por todos los niveles es un sueño, aunque sea trabajo". Y avisó al público que no develase el final ya que "lo que ocurre en La Ratonera se queda en La Ratonera".

Mingo Ruano recordó, a continuación, que el elenco implica algo excepcional. "Siempre intentas arriesgar y ofrecer algo nuevo", señaló. "Pero convertirnos en señores y señoras ingleses, lleva un trabajo de interiorización, con un ritmo, una intriga y una tensión constantes y agotadores". Naira Gómez destacó que "todos los personajes tienen una profundidad muy grande, ya que no son estereotipos, ni se quedan en la superficie". Según la actriz "hay que trabajar en una línea interior cada uno de nosotros, ya que es una obra que tiene muchas aristas, y cada personaje es como un atleta emocional, porque todos los roles tienen mucho trasfondo, sus contradicciones, y hay que mantener ese proceso interno durante toda la representación".

Víctor Formoso definió la obra como "una composición musical donde cada actor es un instrumento de la orquesta y juega sus cartas de manera distinta". Por eso, los intérpretes "tienen que dar forma a su personaje de una manera características y saber qué papel juega en la composición para ser distinto a los demás". Lamberto Guerra reconoció que con lo que más había disfrutado era con las escenas corales en la que estaban todos los personajes "con sus gestos especialmente marcados". El actor más veterano, José Luis de Madariaga, reconoció que esta obra "significa mucho para mí", ya que llevaba ocho años sin hacer teatro en Canarias y eso le dolía. "Estaba instalado en la Península y la llamada de Israel Reyes fue la de la felicidad", dijo. Lilí Quintana destacó que , a pesar del esfuerzo, es una obra "muy atractiva de hacer" porque está tan bien escrita. Y Maykol Hernández citó los distintos niveles de interpretación en una obra "en la que nada es gratuito".