Durante seis semanas, en un garaje del barrio de Arenales se ha gestado un crimen. Cuatro actores, tres actrices, una ayudante de dirección y un director y productor son los sospechosos protagonistas de una de las aventuras culturales más interesantes que se desarrollan actualmente en Canarias: fabricar La Ratonera , la obra teatral que Agatha Christie estrenó hace más de 65 años en Londres y que por primera vez llega a las Islas de la mano de Clapso Producciones.

Y sí; es correcto emplear el verbo fabricar para describir el trabajo que los implicados en esta producción están llevando a cabo para interpretar un texto "que es una maquinaria de relojería", cuenta Israel Reyes, director de este espectáculo que se estrena el próximo sábado, 29 de abril, en el Palacio de Formación y Congresos de Puerto del Rosario (Fuerteventura).

La Ratonera narra la historia de ocho personajes que quedan atrapados en la casa de huéspedes Monkswell, a las afueras de Londres, debido a la nieve, y que se ven envueltos en un reciente crimen ocurrido en la capital británica, ya sea como sospechosos o, quizá, como víctimas.

Al primer día de haber inaugurado, la casa de la recién casada pareja Ralston recibe a sus cinco primeros clientes, uno de los cuales llega inesperadamente dando pie a un juego de sospechas y sospechosos al más puro estilo de la señora Christie, que estrenó La Ratonera en Nottingham en 1952 aportando a la escena mundial una pieza teatral imprescindible.

Este pasado martes llegaba procedente de Cádiz un camión con el decorado del espectáculo; el vestuario de Unai Tellería y Lucas Balboa ya está preparado y descansa en sus perchas; el atrezzo (lámparas, aspiradoras, linternas, periódicos, radio, libros, tetera?) está ya elegido; la cartelería de La Ratonera luce en las calles, y guaguas y medios de comunicación exhiben el cartel de la obra que, tras Fuerteventura, llega al Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria, con ocho funciones entre el 4 y el 14 de mayo, para continuar en el Teatro Guimerá de la capital tinerfeña el 3 y 4 de junio.

Pero nada de esto sería posible sin el apasionante aunque duro y monótono trabajo previo de los inquilinos de la Casa de huéspedes Monkswell donde se desarrolla este clásico del suspense: las actrices Lili Quintana, Mary Carmen Sánchez y Naira Gómez; y los actores Mingo Ruano, Maykol Hernández, Lamberto Guerra, José Luis de Madariaga y Víctor Formoso, que en maratonianas sesiones de ensayo han ido llevándose a su terreno a unos jugosos personajes llenos de matices, manías, acentos, actitudes, misterios? Trabajan el ritmo e incluso la duración de los diálogos, interpretaciones que María de Vigo, la ayudante de dirección de este montaje, les mide a los actores cronómetro en mano. Si en Arenales se hubiese cometido un crimen estas últimas semanas, María de Vigo hubiera tenido muchas papeletas para ser la víctima.

En leggins , con playeras y la cabeza recién salida de la ducha, Lili Quintana llega a las diez de la mañana a la sala de ensayos, sesiones que compagina con la grabación del programa televisivo En otra clave . El resto va haciendo lo propio -casi todos compaginando también varios proyectos a la vez- y comienza entonces la lecturas de las 119 páginas del guión. 19.211 palabras que los ocho van hilando día tras día mientras los termos de café, alguna bandeja de dulces, vasos de plástico, botellas de agua y montones de folios de texto ocupan la mesa de trabajo frente a la cual, en un espacio vacío que poco a poco ha ido tomando vida, Clapso y su equipo continuará gestando La Ratonera durante las siguientes semanas.

El proceso de crecer

Los testigos ocasionales van viendo crecer a Naira Gómez y Lamberto Guerra como la sofisticada señorita Casewell y el enigmático Paravicini, respectivamente; las marcas en el suelo donde se ubican una imaginaria chimenea o las puertas se han ido despegando del piso pero han quedado grabadas, a base de repetir y repetir, en la memoria de un elenco que realiza un trabajo tan coral que sería imposible sacar adelante el texto de la maestra del suspense sin esa complicidad. "La maquinaria perfecta" que describe Israel Reyes y que se traduce en pausas, efectos sonoros, miradas, cruces a zancada limpia... Todo sumado al ciclón interpretativo de los ratones canarios atrapados en los personajes que habitan la casa Monkswell.

"Hacer un montaje en los tiempos que corren con un elenco tan amplio no es lo común y da la casualidad que en La Ratonera hemos coincidido viejos colegas de la profesión a los que quiero y admiro", explica el actor Víctor Formoso. "Esa ilusión de estar al frente de una producción de estas características se pone de manifiesto en los trabajos de ensayos y estoy seguro que trascenderá al público durante las representaciones. El hecho de que sea una obra tan coral es precisamente lo que la hace tan atractiva y tan difícil a la vez; el texto de cada actor y actriz debe encajar en el conjunto como si de notas musicales se tratase, formando una sinfonía vibrante en la que el ritmo siempre esté presente y ayude a la trama de la obra, que trata de conseguir a medida que avanza el espectáculo una atmósfera cargada de intriga, más asfixiante para los huéspedes de la posada donde nos encontramos y, por tanto, con mayor intensidad y rapidez en las réplicas de cada uno", añade el intérprete sobre la importancia de la química creada entre sus compañeras y compañeros a lo largo de las semanas de ensayos.

Y de repente, la chispa salta un día. Sin avisar. Lo que era un texto genial leído por ocho tipos en torno a una mesa se convierte en algo tangible: Maykol Hernández y Lili Quintana se transforman en el matrimonio Ralston -Giles y Mollie-; Mingo Ruano en el Sargento Trotter; Formoso en el joven Christopher Wren y José Luis de Madariaga en el Coronel Metcalf.

Comienza el espectáculo

Entonces, de verdad, comienza un espectáculo que seguirá creciendo en cada ensayo. Un catálogo de Bofrost se convierte en un periódico inglés; un ejemplar de LA PROVINCIA en otro tabloide británico de los años 40; una silla blanca de plástico en un mullido sofá de orejas y un feo cajón negro en una mesita de salón... Al poco aparece una radio -casi otro personaje más de esta función-; después un teléfono; Mingo Ruano con dos palos se inventa unos esquís y Maykol Hernández comienza a moverse como pez en el agua por el salón (inexistente) de la casa Monkswell que entre todos han construido en sus cabezas en una esquina de cortinas azules.

El actor José Luis de Madariaga explica que "este espectáculo tiene un equipo condenado a realizar un montaje memorable. La conjunción de calidad profesional y valía personal de mis compañeras y compañeros nos lo garantiza. El público", dice el veterano artista, "se verá enganchado por el arte de Ágatha Christina para el manejo del misterio y por un montaje basado en la sabiduría y sensibilidad de su director. La producción me está transmitiendo la sensación de que, de la mano de Israel Reyes y María de Vigo, sigo aprendiendo día a día cómo descubrir nuevos resquicios en el mágico mundo del teatro", añade el intérprete del veterano coronel Metcalf, que escena tras escena mantiene un pulso con la señora Boyle, el personaje que defiende de manera sobresaliente la actriz Mary Carmen Sánchez.

Pero si algo ha ido creciendo estas semanas de ensayo en La Ratonera es el personaje de Paravicini, deliciosa creación de Agatha Christie que parece escrita ex profeso para el actor Lamberto Guerra. "Se trata de un texto con tanta vida que resulta un reto y un regalo para los ocho actores; no importa qué personaje interpretes. Cada uno es absolutamente característico, con su propia retranca", dice sobre los personajes, "pero lo maravilloso es vernos a todos juntos en el escenario porque es ahí donde se puede apreciar la sinfonía que conformamos. Ahí radica nuestro mayor reto: en permanecer toda la obra en esa sintonía".

"Más allá de divertirme jugando con ese bombón de personaje que es Paravicini o del alma que le imprimen mis compañeros a unos personajes que en muchas otras manos quedarían en un cliché", prosigue, "lo que más he disfrutado ha sido preparar las escenas de conjunto. Lo maravilloso de este agatha christie no es sólo que un texto con 65 años siga resultando actual sino su maestría para unir a sus personajes como piezas de un engranaje perfecto, y en ese sentido, Israel Reyes hace un trabajo exquisito: nos contagió a todos el respeto por la precisión del texto desde la primera lectura y, partiendo de esa base, se marca un verdadero ejercicio de ritmo y estilo que logra refrescar aún más un clásico implacable como es La Ratonera ", concluye Lamberto paravicini Guerra.