¿Por qué se suicidó Hannah Baker? "Por trece razones", la serie que da respuesta a esa pregunta, se ha convertido en uno de los estrenos del mes en Netflix. Hasta el punto de que los responsables de la plataforma de pago ya se están planteando cómo poder continuar con la historia una segunda temporada. Del mismo modo que HBO ya está pensando también en dar continuidad, ante el éxito obtenido, a dos proyectos que, en principio, iban a ser miniseries cerradas, como "Taboo" y "Big Little Lies". La polémica que ha acompañado a "Por trece razones" por el controvertido tema que aborda ha tenido un efecto llamada que ha incrementado el interés en ella. En Nueva Zelanda la serie ha sido prohibida a menores de 18 años y en otros países varias asociaciones especializadas en salud mental han alertado de que puede incitar a otros jóvenes que sufren acoso a tomar la misma drástica decisión que su protagonista. "Por trece razones" adapta una novela de Jay Asher, escritor norteamericano cuyas novelas van dirigidas a un público adolescente. Para la versión televisiva se han hecho cambios del material literario y, de hecho, serie y libro terminan de una manera radicalmente diferente.

El punto de partida que nos presenta el episodio piloto de "Por trece razones" es efectivo y engancha. La serie arranca con un instituto norteamericano conmocionado por la trágica muerte de una de sus estudiantes, Hannah Baker (Katherine Langford). Pronto nos vamos dando cuenta de que hay una cierta hipocresía entre algunos de los compañeros que lloran su muerte mientras trabajan activamente en recoger fondos para campañas de prevención de suicidios. En el fondo, todos quieren echar tierra en el tema y nadie quiere escarbar en los motivos que arrojaron a Hannah a cortarse las venas en la bañera. Entre los verdaderamente afectados, están los padres de la menor (los fans de Anatomía de Grey probablemente reconocerán a Kate Walsh en el papel de desconsolada madre), a quiénes nadie sabe explicar el motivo de la tragedia. Uno de los mejores amigos de Hannah, Clay Jensen (Dylan Minette), encuentra un día en la puerta de su casa una caja con varias cintas de casete con un mensaje póstumo de ella. En la grabación, Hanna apunta a quiénes fueron las personas que la abocaron a terminar con su vida. Las cintas hacen que se derrumbe el mundo de Clay al no soportar la idea de que pudiera haber hecho algo a la adolescente para que se suicidara y preguntarse quién de entre sus compañeros está implicado.

Por trece razones - Tráiler. Vídeo: Youtube

La historia no sólo trata el controvertido tema del acoso escolar, sino del machismo que sigue imperando en la sociedad aún entre los más jóvenes. Institutos donde las estrellas deportivas están hechas para ser idolatradas y tienen carta blanca para todo, donde se margina y se humilla al raro y donde acosar a una mujer puede ser visto hasta como algo divertido. A Hannah, que llegó hace relativamente poco al pueblo, le colocan enseguida la etiqueta de ser una puta, una chica fácil. Los mensajes riéndose de ella corren como la pólvora entre los teléfonos de los estudiantes y lo peor que puede pasar es que alguien consiga una foto comprometedora suya. Situaciones que han existido toda la vida, se ven amplificadas ahora por el uso de las nuevas tecnologías. En cada episodio, Clay escucha una nueva cinta. Uno por uno, va poniendo cara a todos los acosadores, mientras se hace una idea del calvario que sufrió su amiga. Por su parte, a los señalados no les hace demasiada gracia que la actitud de Clay esté encaminada en sacar a la luz los hechos que cuenta Hannah y no mantenerlos ocultos.

No creo que la serie intente justificar el suicidio. Más bien el guión se inspira en la tradición policiaca. Parte de la base de que lo que ha sufrido Hannah es en realidad un asesinato y Clay trata de descubrir la verdad y desenmascarar a los culpables. También hay cierta crítica a los responsables del instituto que en un momento dado optaron por mirar hacia otro lado, cuando las señales de alarma que alertaban de que algo le pasaba a su alumna se habían disparado ante sus narices sin que se dieran cuenta. En el fondo, el destinatario del mensaje no son tanto los adolescentes acosados, sino más bien sus compañeros que tienen en sus manos la posibilidad de ayudarlos. No estamos ante una historia sin esperanza para las víctimas de acoso. Lo que se nos cuenta es cómo un grupo aprende a evitar que lo sucedido vuelva a pasar.

El principal problema de "Por trece razones" es su excesiva duración. Arranca muy fuerte para ir deshinchándose hacia la mitad, algo que resta credibilidad e intensidad dramática al final de la temporada. Parece que hay muchas situaciones de relleno hacia la mitad de la serie, para poder reservarse los momentos más dramáticos para el final. Tampoco hay que olvidar que se trata de una historia dirigida para el público adolescente y hay una tendencia a edulcorar algunas situaciones.

Llama la atención el hecho de que Hannah haya escogido unas viejas cintas de casete para dejar su mensaje póstumo. Un formato que no puede ser para nada viral, ni copiarse de una manera inmediata. Precisamente, una de las dificultades a las que se enfrenta Clay cuando las recibe es la de encontrar un aparato para reproducirlas. Hace siete años que Sony dejó de fabricar los walkman. Las grabaciones permiten un grado de intimidad entre Hannah y su oyente, sabiendo que la escuchará él y solamente él. Las cintas deberán ir pasando por las trece personas de la lista, hasta que todas ellas sepan qué papeles jugaron exactamente en su muerte. Ahora viene un spoiler, así que aquel que siga leyendo el párrafo ya sabe lo que va a encontrarse. Lo decía porque llama la atención de que la verdad salga a la luz en el momento en que se digitalizan las citas de Hannah. Ahora sus grabaciones ya pueden ser virales. A pesar de la muerte de la protagonista, hay un cierto final feliz, porque los verdaderos culpables se quedan a punto de ser desenmascarados.

Así que si el principal problema de la serie es su excesiva duración y cuenta con un final que podría definirse como cerrado, ¿realmente tiene sentido hacer una segunda temporada? Hay historias que se nos podrían contar para nuevos episodios. Pero quizá ya no estaríamos ante una bienintencionada serie que trata del tema del acoso escolar, sino ante una historia de venganzas. Algo del tipo Sé lo que hicisteis el último verano. Así que, vuelvo a preguntarme ¿sería necesaria una segunda temporada? No vaya a ser que se traslade la falsa sensación de que alguien pretende hacer negocio con un suicidio.