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Entrevista

"Me doy por satisfecho si el público sale del teatro con ganas de saber más de Satie"

"La extravagancia y lo que rodeó su vida es una consecuencia de ese carácter y de la época en la que vivió", señala el director teatral Quino Falero

El director Quino Falero, entre paraguas en uno de los camerinos del Teatro Pérez Galdós el pasado jueves. QUIQUE CURBELO

¿ Cómo llega a Quino Falero a Erik Satie y a la pieza teatral que dirige en el Teatro Pérez Galdós?

Esto es un encargo de la Fundación Auditorio y Teatro. Desde la dirección del teatro se ponen en contacto conmigo, me hablan de este ciclo Música y literatura, y me ofrecen el proyecto con todo. Me hablan de Satie, de Alexis Ravelo, y para mí, de entrada me interesó muchísimo la posibilidad de dirigir una pieza en el Galdós, sobre todo porque no había trabajado en este teatro desde que se reabrió, y es un espacio emblemático. Cuando vivía aquí hubo muchas funciones que ayudaron a forjar la pasión por este oficio y uno tiene la oportunidad de regresar a esos lugares que de alguna forma te influyeron. Una cuestión casi romántica. Y luego el que fuera el combinar la música y la literatura me interesaba muchísimo, para mí es un aliciente muy grande, y trabajar con Alexis que es una persona a la que yo conocía personalmente y algunas de sus obras, siempre me pareció muy admirable su trabajo, algunas de sus obras, su trayectoria, y que el se pudiera mezclar en el género de la dramaturgia también me parecía interesante. Ha sido un trabajo muy bonito con él, de cómo yo le he podido aportar en algunas cuestiones desde mi trabajo como director a su trabajo como dramaturgo, porque escribir teatro es muy difícil y no cualquiera puede hacerlo, y él claro, viene de la narrativa y nos hemos entendido bastante respecto a lo queríamos contar.

¿Cómo se ha organizado la obra con Alexis Ravelo?

Alexis me hizo un primer boceto, y sobre ese borrador hice muchas correcciones, sobre todo en conceptos que tenían que ver con el lenguaje teatral, Y a partir de ahí él comenzó a trabajar con esas sugerencias que yo aporté, y ya fuimos a otras sesiones con el texto corregido con estos cambios. Y todo ha funcionado muy bien. Uno de los grandes hallazgos de Alexis respecto a la dramaturgia es que existan dos personales en escena, el Satie compositor y el intérprete, porque siempre un monólogo es muy difícil de encajar a efectos de dramaturgia, es complicado, y el hecho de que hay encontrado este juego de alter ego, de desdoblamiento de un mismo personaje facilita que el actor se comunique directamente consigo mismo en la personificación de un pianista, aunque también digamos que el receptor de este diálogo es muchas veces el espectador de una forma directa. El personaje se dirige en algunos momentos al público, consciente de que está delante de una audiencia. Como director me facilitó muchas cosas. Además, tenía muchas ganas de incluir todas esas referencias del minimalismo, de la repetición, de su obsesión por el sonido, por medir los sonidos no solo los musicales. Tengo mucho interés de que el espectador también participe de esta obsesión del personaje de Satie. Lo que no quería, en ningún caso, es que fuera un continuo de datos biográficos. Me doy por satisfecho si el público sale del teatro con ganas de saber más sobre Satie, de escuchar a Satie, porque seguramente todos tenemos en la cabeza los temas más populares, porque hay muchas versiones, y sobre todo que se despierte el interés por este personaje, su figura, alguien con ese carácter tan especial y con esa visión del hecho creativo tan particular.

La música y la palabra tienen protagonismo compartido en esta obra. ¿Cómo ha sido la ligazón a efectos de dramaturgia y dirección?

Ese ha sido un trabajo de Alexis muy acertado desde mi punto de personal en la elección de los temas que van a aparecer y para ilustrar los episodios que el personaje va contando de su vida. Se hace un recorrido sobre su obra que va ilustrando el pensamiento que el actor va poniendo en voz alta, y que se luego se representa en la ejecución musical que hace José Luis Castillo. Se da la casualidad de que cuando le ofrecí el papel a Alfonso Lara me dijo que era un enamorado de Satie, y que de hecho había visitado su casa, y conocía sus textos. Y esto son como señales cuando trabajas con alguien que ha conocía el personaje.

¿A Erik Satie, conociendo el carácter del artista, le habría gustado como se lleva su vida y obra a la escena?

Me cuesta mucho valorar esto. He intentado acercarme mucho a ese espíritu rompedor y controvertido, provocador y extravagante, que todo esto estuviera muy presente en el trabajo, más que la narración de los acontecimientos por muy pintorescos que sean, que tabién están. Pero como director, en la puesta en escena si me gustaría traspasar al espectador hacia un retrato mucho más digamos desde el fondo del motor creativo de un personaje como Satie, más que desde la forma y todo lo que hizo. Esa extravagancia y lo que rodeó su vida es una consecuencia de ese carácter y de la época en la que vivió, esas motivaciones. Ha sido un acercamiento con mucho respeto al personaje y con el deseo de contarlo.

Este tipo de propuestas lleva pareja, de forma involuntaria, una percha pedagógica que permite al espectador indagar en el personaje del que se habla.

Efectivamente, más que abundar en aspectos de su vida que cualquiera tiene a su alcance y puede enterarse de todo, e incluso leer la obra de Satie. Mi inquietud, sobre todo, es el retrato de ese espíritu creador con tantas ganas de estar continuamente en movimiento. Si para crear algo tengo que destruir todo lo anterior, como él hacía, me interesa mucho, porque para mí es una enseñanza.

Al margen de Erik Satie, ¿en qué otros proyectos trabaja Quino Falero?

Acabo de estrenar en el Centro Dramático Nacional una función que se llama #malditos16, dentro de un ciclo Escritos en la escena, texto de Fernando J. López, que es un trabajo sobre el suicidio en adolescentes. Estrenamos en enero y ahora está de gira, y me encantaría que viniera a Canarias y se que hay peticiones de algunos espacios escénicos de la Isla. Es un trabajo con el que he aprendido mucho en una especie de residencia. Y en octubre estreno un monólogo con Llum Barrera, con quien he trabajado, que es la adaptación de la novela La lista de mis deseos,de Gregoire Delacourt. Y paso todo el día inventando, proyectando y suponiendo.

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