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Letras

"Los dramas humanos de la calle darían para escribir muchas novelas"

El agente y abogado presenta su primera novela, 'El anillo de Cimeries'

Miguel Á. R. Talavera. ANDRÉS CRUZ

¿Cómo se despertó la vocación por la escritura que se ha cobrado la edición de su primer libro?

Siempre desde pequeñito escribía relatos cortos, cuentos, en el colegio y el instituto. Lo típico, que se convoca un concurso, te presentas, ganamos el premio, nos fuimos con la clase a Tenerife, me regalaron una máquina de escribir. Ya con 19 años me metí en el Ejército, acabé el COU, hice la Selectividad, y luego en Madrid como el dinero no me daba para todo, empecé a trabajar como vigilante de seguridad, aunque no lo era en realidad, trabajaba de auxiliar de servicio con Prosegur en un vertedero de basuras, el mismo vertedero en el que ocurren los hechos de la novela, el de Valdemingómez. Allí comencé a tomar notas porque veía que pasaban muchas cosas. Por las noches me puse con ello, además de preparar la oposición para ingresar en la Guardia Civil. Yo trabajaba en la entrada, en la báscula de los camiones de basura, y allí surgió todo. De alguna manera tiene mucho de autobiográfico, tiras de lo que sabes y de lo que has vivido. Las descripciones son reales, la parte de los fosos, de la báscula, del vertedero, los personajes son reales con la identidad cambiada, con sus motes y descripciones cercanas. Con todo el material y una vez que aprobé las oposiciones a la Guardia Civil, y cuando acabé con esto recuperé todo aquello.

Y se puso a escribir.

Empecé a consultar cómo se escribía una novela, lo hice de manera autodidacta, y todo lo que vi no me explicaba lo que quería, y opté por trabajar como si fuera un guión de cine. Comencé a trabajar con la escaleta, los puntos de giro, el catalizador, donde situar cada punto, cómo hacer que la historia sea redonda, cómo hacer que funcione, que a la gente la guste. Y leyendo un par de libros, decidí hacer una prueba y empecé. Recuperé las notas, las organicé como había visto, la escaleta, las cuarenta escenas, empecé a redactarla. Vi que la cosa cogía empaque, y seguí.

¿Tuvo asesoramiento de alguna persona que le orientase durante todo el proceso?

No, todo fue una aventura, y ni siquiera tenía pensamiento de que se fuera a publicar. Además, hablando con gente, compañeros que escriben, me decían que me olvidara de publicar, que era muy difícil .

Finalmente El anillo de Cimeries se publicó en una editorial de Cantabria. ¿Cómo llegó ahí?

Por Twitter. Abrí un perfil, me puse a buscar editoriales, empecé a mandar el texto a todas las que encontré. La mayoría de editoriales con las que contacté eran de autoedición, y te pedían que tú pagaras un importe de entrada, y luego ellos hacían el libro. Titanium fue la única editorial que apostó por el proyecto, me enviaron un contrato, vieron que la novela tenía posibilidades, que era viable. Me pidieron el manuscrito entero y se los envié porque quería que lo leyeran.

¿No hubo editoriales canarias que se interesaran por el libro?

No tenía ni idea de como funcionaba la edición. Registré el libro con licencia Creative Commons y una vez que tuve el contrato ya lo registré oficialmente. Lo que si he aprendido es que no se trata de escribir y luego te olvidas, te toca hacer promoción, buscar un sitio para la presentación, y la suerte que he tenido es que todas las puertas se han abierto sin conocer a nadie. Llamé a Canaima, pregunté por la posible presentación, y sin problema.

¿Por qué eligió este tipo de literatura, entre policíaca, thriller y novela negra? ¿Por su profesión?

Es lo que me gusta. Soy muy fan de autores como Stephen King, de las películas de suspense, y sobre todo Raymond Chandler y Dashiell Hammett, y cuando lees a un autor de este tipo te das cuenta de que es lo que estaba buscando. Se de lo que hablo, puedo adaptar los conocimientos que tengo después de dieciséis años de servicio; he estado en investigación, de patrulla, en recogida de denuncias, en comisaría, en puestos de la Guardia Civil, en prisiones... y si uno no sabe de lo que escribe, se nota. Si no sabes de armas, de la jerga policial, el desarrollo de una investigación, ni los policías son como los retratan en las series y en las películas, ni hablan así, y por eso quedan a veces tan raras las películas españolas que tratan temas policiales, porque quieren parecerse a los americanos. La vida real de la investigación policial no tiene nada que ver con las películas americanas. Ahora vemos que hay mucha oferta de literatura y cine de este tipo, pero este proyecto viene desde el año 2000, con la idea de escribir de lo que conocía y lo que podía explicar. No voy a describir un viaje a África porque no he estado en África, no puedo contar algo que no he vivido.

Su profesión de Guardia Civil le permite conocer de primera mano muchas situaciones que son susceptibles de llevar a la literatura de ficción, a la novela negra a partir de hechos reales.

Pasan muchas cosas en la calle que nada tienen que ver con la ficción, son episodios que tal vez no son tan llamativos para hacer una superproducción a la americana, pero son dramas humanos que darían para escribir muchas novelas.

La acción transcurre en Madrid porque el borrador surgió de la observación de la experiencia laboral de la que hablaba.

Estuve dos años y medio en Madrid y era donde me movía, describo las calles, un despacho que sitúo en López de Hoyos, la calle donde vivía, los personajes son reales, lógicamente adaptados, les cambié la profesión. Me pareció oportuno que la acción fuera en Madrid. Además, me pareció que la trama de la novela con tres cadáveres y una veintena de menores desaparecidos era grande como para trasladarla a Gran Canaria.

¿Es un texto cinematográfico?

Si, porque lo más que leí fue cómo hacer un guión de cine. Al leer uno se da cuenta de que una novela puede ser de muchas maneras, pero un guión cinematográfico, para que funcione, tiene que ser una manera determinada, y lo que más me gusta es que al leerla me resultó así. Y a la gente le ha parecido lo mismo, tiene todos los elementos para hacer una película, aunque es algo que me queda grande todavía [risas]. Si acaso, algún director canario al que se le cruce el cable.

¿Cabe esperar un segundo libro a medio plazo?

A la gente le está gustando esta novela, y del segundo libro ya tengo terminado el manuscrito y lo estoy dejando reposar unos meses para volver a releerlo, ver los fallos, darle la vuelta, y dejar cuadrada la historia. Ésta no será una novela policíaca, aunque hay un policía, y quiero darle una vuelta al género de La casa encantada o El barco fantasma, pero no es ninguna de estas dos. Y a la vez, si en El anillo de Cimeries pensé más en la macroestructura de la historia, las escenas y demás, en esta me metí más dentro de la propia escena, como crear la escena perfecta, como empieza y acaba, más descriptiva y menos intuitiva, ya que en la primera las cosas salían según fuera cuadrando, quién pilota la escena, el cambio de sentimientos, el conflicto dentro de la propia escena, otros detalles, siguiendo en la línea autodidacta y plasmarlo a mi manera, y si al público le gusta seguiré escribiendo. Y me están animando a una segunda parte de la primera.

¿Le ha costado más hilvanar este segundo que el primero?

No, porque ya tenía la técnica, lo me costó fue aprender a hacerlo. El tema de escribir vale, es el método. Lo importante es tener la idea, la historia que quieres contar y cómo lo haces, saber lo que quieres de ella y como lo transmites. Lo interesante es que pasen cosas en una historia, que el lector no deje el libro en la página 20 porque no ocurre nada. Hay muy buenos escritores con los que no puedo, y si no viene el tren lo abandonas. No he inventado nada, pero la novela tiene que ser como una montaña rusa, que llega a un punto medio y luego cae. La historia tiene que tener valles, puntos de un falso final, que enganche al lector.

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