El hecho artístico desdoblado en creación y reflexión estética protagoniza el Taller Acuorum de Arte y Debate, que acoge esta semana San Martín Centro de Cultura Contemporánea, impartido por el escultor Herminio Álvarez y el crítico Rubén Suárez. Diez jóvenes artistas isleños tienen la oportunidad de acercarse, de la mano del creador asturiano, al proceso de gestación de unas singulares piezas que luego el teórico aborda proponiendo líneas de análisis que comparte con ellos.

“Se trata de que los jóvenes, aprendan a construir una narrativa”, explicaba ayer Leopoldo Emperador, presidente de la Asociación Islas Canarias de Artistas Visuales (AICAV), organizadora del taller. La lejanía del Archipiélago de los grandes focos artísticos le impide incorporarse a los debates estéticos que irradia toda esa bulliciosa actividad. Es un déficit, explicó Emperador, que no se subsana con la mera programación expositiva, sino que hay que hacer presente la creación de una manera que permita acompañarla de un pensamiento inspirado en ella. Con esta idea echa a andar el taller, que aspira a tener continuidad en próximas ediciones bajo el mismo formato pero incorporando a más protagonistas.

Herminio Álvarez mostraba en la mañana del lunes a la decena de alumnos los minuciosos mecanismos que animan sus esculturas, desvestía frente a los jóvenes las ocultas relojerías que posibilitan ese universo cinético que pueblan sus obras. Imanes, motores y engranajes normalmente ocultos que son como la sala de máquinas de la inestabilidad que exhiben estas creaciones.

Los estudiantes seguían fascinados los entresijos de ese microcosmos que parece hurtarse a las servidumbres gravitatorias para instituir sus propias leyes. No es casual que el escultor asturiano se confiese fascinado por el movimiento perpetuo, un ideal largamente ambicionado y siempre zancadilleado por las leyes de la física. Sobre toda esa maquinaria oculta surge la obra aparente, sobria de simetrías y orden, labrada a veces en un espacio bastante reducido. Así, Rubén Suárez acuñó, para referirse a este peculiar quehacer escultórico de Herminio Álvarez, el marbete minimalismo magnético, que transmite con concisión expresiva esa idea de campo de fuerzas reconcentrado.

Suárez defendía ayer la necesidad de acompañar la creación artística con una reflexión centrada en los aspectos estéticos de la obra, que sirva de antídoto contra los excesos de un arte que a su juicio se ha atrincherado con exceso en lo conceptual. “No hay mucha reflexión, el concepto de arte está evolucionando hacia la postergación de la forma. Las tendencias conceptuales, que afortunadamente están un poco superadas, primaron durante una época sobre la materialización de la obra. Conceptual es todo, cualquier obra de arte es conceptual, la mala y la buena, pero sin materialización no existe obra. Esa quimera de primar el arte como concepto pudo ser un giro para una determinada dimensión del arte, pero no tal y como llegó a suceder”, comienza su explicación.

Propone recuperar los valores de las vanguardias históricas para componer un arte que, con ser nuevo, no se desprenda de la contemplación de la obra como objeto estético: “Como todo se desmaterializa un poco, como todo está confuso, hace falta reflexión y debate. Yo estaría muy feliz si eso llevase a la necesidad de retomar las lecciones de la vanguardias del siglo XX y, a partir de ahí, seguir creando con nuevas formas y maneras de expresión, pero respetando lo que ha sido siempre el arte desde Altamira”.

Desprovista de su plasmación material, la obra artística, para este crítico, pierde su condición de tal. “El debate debe concienciar de que en el arte plástico la forma es fundamental. Lo elementos plásticos siguen siendo la base del arte. Si no, no hay obra de arte, habrá discursos, pensamientos, otra cosa”, añade.

La puesta en valor de todos estos componentes es útil también, entiende Suárez, para contrarrestar los efectos de un mercado del arte que puede llegar a cotizar a creadores atendiendo a valores especulativos, ajenos a la experiencia estética. “Vivimos en la sociedad de consumo. Las cosas del comercio y las presiones mediáticas deciden mucho. Pero la sociedad debería tener factores para defenderse de ese estado de cosas y reivindicar la permanencia de valores eternos del arte, defendiéndolos contra los valores del dinero, la especulación y la mentira”, finaliza el crítico y docente de este taller.