La 29ª Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria es la plaza abierta a la lectura. Una fiesta colectiva en torno al libro, los libreros, editores y autores, que se celebra en el parque de San Telmo hasta el próximo domingo 4 de junio con la presencia de una treintena de casetas expositoras entre editoriales, librerías e instituciones. Por delante, una agenda de vértigo hasta el domingo, que prevé casi un centenar de presentaciones y firmas de autores locales, nacionales e internacionales, y presidida por el 50º aniversario de la ediciónde Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y del homenaje a Gloria Fuertes.

El previsible aumento de ventas con los descuentos de un diez por ciento, y el fomento del hábito de la lectura con esa máxima de que existe un libro para cada lector, son dos las premisas que ayer se repitieron en el acto inaugural en el que desde la Asociación de Libreros de Las Palmas se quiso recordar las figuras de Pedro Perdomo Acedo y José Rivero. Fue Antonio Rivero, vicepresidente del colectivo, quien tras las palabras de las distintas autoridades del Gobierno canario, Cabildo y Ayuntamiento de la capital grancanaria, recordó la conveniencia de honrar al poeta y periodista, y al fundador y director del Museo Domingo Rivero.

De Pedro Perdomo Acedo se cumplía ayer el 40º aniversario de su fallecimiento, y su figura cobraría protagonismo ya en horario de tarde con la presentación de Antología, una publicación editada por la Academia Canaria de la Lengua al cuidado de Guillermo Perdomo, nieto del poeta y director de la Casa Museo Tomás Morales. Una obra que oferce una visión de conjunto de toda su creación. Hubo un recuerdo sentido hacia José Rivero, "un gran hombre desaparecido hace unos meses", y que puso en marcha el museo dedicado a la figura de Domingo Rivero.

La inauguración de la 29ª Feria del Libro estuvo arropada por cuatro de las firmas que iban a protagonizar la primera jornada de presentaciones, encuentros con los lectores y firmas. Entre ellos, el escritor vasco Fernando Aramburu, autor de Patria (Tusquets, 2016), Premio Nacional de la Crítica, y que acumula 300.000 ejemplares vendidos en 16 ediciones; la autora alicantina Elia Barceló que descubría su novela El color del silencio (Roca Editiorial, 2017); el músico tinerfeño Pedro Guerra, que presentaba el poemario Hurgando en la caja negra (Frida Ediciones, 2016); y el humorista e ilustrador argentino Darío Adanti, uno de los fundadores de la revista Mongolia, que trajo a la capital grancanaria su ensayo Disparen al humorista (Astiberri, 2017), y que para la presentación contó con la complicidad de Gregorio Figueras y Paco Santana, el dúo de humoristas de Piedra Pómez.

Fernando Aramburu fue el centro de atención en una tarde que tuvo a primera hora a la escritora Eduvigis Hernández, con sus relatos a la sombra de Virginia Woolf: Venerada Virginia. A mediodía, el autor de Patria fue reclamado por los medios y por la tarde con el público que acudió a la carpa Macondo. Aramburu dijo que el motivo de su presencia en la Feria del Libro tiene dos motivaciones: uno su novela, y otro la presentación de las Obras Completas (Demipage, 2017), del poeta Félix Francisco Casanova, publicación de la que es autor del prólogo, y que se dará a conocer este mediodía con la presencia del propio Aramburu, el editor David Villanueva, y el hermano del poeta José Bernardo Casanova.

Preguntado sobre el éxito de Patria, aproximación literaria al devenir de ETA, Fernando Aramburu aseguró que "no me esperaba semejante repercusión. Naturalmente tenía las esperanzas que tiene todo escritor cuando suelta su criatura, pero nunca imaginé que esto pudiera llegar a semejante éxito, de público, de lectores, de crítica".

La novela se ha cobrado lecturas de distinto signo. En opinión del autor, "me parece razonable que a unos guste y a otros no, y además creo que todos tienen razón, todos los lectores son distintos y el lector llega al libro con su propia experiencia personal, con su gustos y preferencias, y compruebo que lo que gusta a unos, disgusta a otros. Sobre el impacto de Patria en el País Vasco, el escritor se congratula de que "se ha leído mucho y se sigue leyendo, y me complace comprobar que se ha convertido en tema de conversación y que poco a poco vamos siendo capaces de debatir sin violencia, sin agresividad y sin amenazas, y esto me parece un paso muy positivo".

Para el lector/a que no se ha acercado a las páginas de Patria, Aramburu dejó bien claro que "lo que ofrece mi libro no es exactamente periodismo ni historia ni sociología, lo que hace es cumplir la tarea de la ficción, que es mostrar vidas privadas; lo que mi novela muestra es la vivencia íntima de unos personajes concretos en una época y un lugar determinado, y esto interpela a los lectores de manera muy directa".

No fue la única referencia literaria ayer al terrorismo en España. Lidia Falcón presentaba El honor de Dios (El Viejo Topo, 2016), un relato construído a partir de los asesinatos de Lasa y Zabala por los GAL.

Otro fenómeno de ventas es Elia Barceló y El color del silencio. Una historia que comienza en Canarias en 1936 y que le ha reportado medio millón de ejemplares fuera de España. "Funciona muy bien mi obra en otros muchos lugares, y en España no se si es porque yo al vivir fuera estoy menos presente en el mundo literario, o porque he tenido mala suerte con editoriales más pequeñas". ¿La fórmula de su éxito? "Me figuro que es una historia que toca muchas fibras sensibles sobre la memoria del país, y se fue ocultando, echándolo debajo de la alfombra, y yo trataba de explicar que eso sucede igual a un nivel personal y familiar que a un nivel nacional, que las cosas que se hicieron mal duelen, y si no las limpias se van pudriendo", señaló.

Con Pedro Guerra, Darío Adanti y Carlos Maldonado -con Cocinando la calle-, avanzó la Feria hasta el cierre. El músico tinerfeño descubrió el poemario Hurgando en la caja negra, que según dijo, "invita a pensar en que a través de la poesía hurgamos en nuestro interior, en nuestro subsconsciente para hablar de cosas personales, muy íntimas". Adanti, del equipo de Mongolia, vino con un "ensayo gráfico sobre los límites del humor", en el que explora "como todo el mundo se ha vuelto loco; el atentado contra Charlie Hebdó fue como el 11-S del humor". En su opinión, "el humor se descontextualiza en las redes sociales" y "cuestionar el humor es de un puritanismo que hay que combatir".