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Música

"La música es una metáfora y herramienta de denuncia y crítica"

"En Venezuela no hay dos bandos, hay una dictadura narco y mafiosa y el silencio no es opción", denuncia la pianista y compositora

Gabriela Montero, en una imagen promocional. SHELLEY MOSMAN

Debuta con la Orquesta Filarmónica, que dirige Günter Herbig, con el Concierto para piano nº 1 , de Chaikovski, imparte una clase magistral y clausura el Festival de Piano con piezas de Schumann y Schubert, e improvisaciones, algo que viene siendo frecuente en su carrera.

No había actuado con Herbig, pero si con Karel Mark Chichon, [un director que figura entre sus favoritos], porque además estudiamos juntos en Londres. Y en cuanto a la improvisación, es algo que he hecho desde niña, y realmente es una oportunidad para disfrutar de un arte que está realmente perdido. En los siglos XVII, XVIII y XIX se estila que los compositores y algunos intérpretes improvisaran, es parte de la expresión musical y además de eso incluir al público en el proceso, pedirle que me canten un tema, es una bonita manera de romper de romper esa pared invisible que existe entre el artista y el público. Me gusta romper esos parámetros y siempre acercarme al público lo más posible.

Supongo que el público acepta el reto de buen grado, y es una sorpresa respecto a la habitual rigidez de este tipo de recitales.

Exacto. El público descubre que tiene una voz y que es parte de un proceso creativo. Las improvisaciones son tan complejas, tan difíciles, que para el melómano es un punto de sorpresa musical digamos, y para el que no conoce tanto la música clásica es una manera de acercarlo. Esto parte de lo mismo, de no distinguir entre las tres facetas mías, de ejecutante, compositora e improvisadora, sino más bien volver realmente a lo que era del artista del siglo XVIII, esos mundos eran parte de su vida profesional como de su forma de expresión.

Las piezas que ha elegido para estos compromisos son pasajes mayúsculos en su repertorio.

El Concierto de Chaikovski, lo toco desde que tengo doce años. De hecho, gané un concurso en Estados Unidos a nivel nacional y el premio fue tocar con la Orquesta de Cincinnati en ese momento, y es un concierto que he tocado muchísimo, y que realmente adoro.

Practicamente, usted nació con la música.

Es algo muy inusual, no había tradición musical en mi familia y fue una casualidad que mi abuela materna insistiera en que un pianito de juguete destinado a mi prima mayor que yo, no fuese para ella en navidades, sino que fuera para mí como regalo. Ese fue mi mundo desde un primer momento, y ya a los dieciocho meses tocaba cantidad de canciones infantiles, el himno nacional de Venezuela. Mi mamá grabó más de 150 casetes de esa época y los he escuchado y realmente no es una bebé tocando algo que se parece, sino que es una bebé tocando las melodías. Y las saqué por oído. Entonces la música siempre ha sido mi mundo, en la cabeza, en mi manera de hablar y en mi manera de denunciar también. Con ocho años ya tocaba en conciertos. También le di la espalda varias veces, dejaba de tocar. Tomé pausas largas para hacerme preguntas que son bastante vitales, existenciales. Naces con un talento, y realmente, ¿eso significa que quieres dedicarle la vida o cuáles son tus razones para ser artista?

¿En algún momento llegó a cuestionarse si la música era realmente su destino?

Si, qué significaba realmente para mí. Si eres artista por tener fama o una determinada posición, a nivel social o si lo haces por los aplausos, es una búsqueda bastante fatua y vacía. Y ese no es el camino que me interesaba y necesitaba llegar a la música por razones más contundentes y personales.

¿Y cuáles son esas razones?

Primero que nada, yo tengo una radio 24 horas en la cabeza, no puedo dejar de improvisar, de practicar, la música me despierta, está conmigo constantemente, esa es mi naturaleza. Por otro lado, yo cuando dejé el piano la primera vez a los 18 años, lo hice porque realmente detestaba la música, estuve diez años con una profesora que fue dañina para mí por varias razones, pero me fuí de esa época no entendiendo para nada lo que era la música y por qué hacerlo, y menos dedicar tu vida a eso. Empezó una búsqueda que me llevó a hacer otras cosas y lo que para mí tenía significado era algún tipo de trabajo social porque la vida artística de solista, es una vida muy solitaria, muy egocéntrica, todo está como armado alrededor de tí, de tu talento, y no veía como eso podía hacer alguna contribución como ser humano.

¿Tenía la responsabilidad de que tenía que hablar de su tiempo, de la sociedad en la que vivía?

Y eso vino increíblemente, claro, con la situación venezolana. Por eso también he sido tan vehemente en mi denuncia, y tan constante desde hace siete años porque yo también tenía una necesidad de utilizar mi música para algo que fuese más allá de mi carrera. Y la música como una metáfora y herramienta de denuncia y crítica, de exponer muchas verdades. Ha sido una arma para poder contar a través de la música a culturas que no están necesariamente conectadas a mi país. Cuando voy para Alemania, Suiza, Austria, Australia, a través de la música entienden el mensaje, porque a través de mi sufrimiento entienden lo que estamos sufriendo los venezolanos. Y la música es una herramienta ideal para romper esas barreras emocionales.

¿Esto da entonces otro sentido a su vida profesional?

Lamentablemente si, y espero que espero que mi trabajo como activista de los derechos humanos y de utilizar mis espacios sirva de inspiración para otros artistas, para que volvamos a la época de Rostropovich, de Paul Casals, de Shostakovich, de Chopin, Beethoven, que fueron músicos que sabían que tenían una responsabilidad cívica y social más allá de su talento.

Reside en Barcelona con una agenda alrededor del mundo. ¿Cuánto hace que no pisa Venezuela y que percepción tiene ahora de la situación del país?

Hace siete años que no voy. Desde la lejanía, pero muy cerca, y la solución es compleja y ahora más que nunca tengo mucha fe en que hay una parte de Venezuela que está luchando a capa y espada para entrar a una transición significativa para el país. No estamos hablando de dos bandos, la oposición y el gobierno, no estamos hablando ni siquiera de un gobierno sino de una dictadura narco mafiosa. Un modelo político que nunca antes se había visto porque no va de eso. El silencio no es opcion, y la apatía que se ha vivido en mi país y en la comunidad internacional ha sido dolorosa. Uno es humano y después artistas.

Ese compromiso le ha valido un Grammy Latino en 2015,además de ser Cónsul Honoraria de Amnistía Internacional.

Realizamos ese disco porque llevaba Ex Patria, que es la obra que escribí en 2011 para ilustrar la situación venezolana. Lo hermoso de ese disco no es el Concierto para piano nº 2, de Rachmaninov y las tres improvisaciones, sino que es un vehículo perfecto para Ex Patria y el mensaje venezolano. Cuando lees el texto ves por qué escribí la obra, y es una manera menos frontal y más efectiva para hablar de una situación humana. Los artistas pop, folk, rock o punk han usado sus voces para abogar por quienes no la tienen. ¿Por qué ellos si y nosotros no? Me parece sumamente conveniente. Necesitamos más artistas del otro lado.

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