Óscar Domínguez, Manolo Millares y Martín Chirino tuvieron unas inquietudes compartidas que pasaban principalmente por un interés en los guanches, las islas y la literatura. Así se puede comprobar al recorrer la exposición Una mirada insular que se inaugura hoy a las 20.00 horas, en el Castillo de La Luz, que estará abierta hasta el 1 de octubre y que se basa en el trabajo de tres de los principales artistas canarios del siglo XX. Organizado por la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino, la muestra ocupa las tres plantas de la antigua fortaleza y muestra la fascinación de tres artistas por el arte prehispánico de las Islas.

"El primero en decir algo es Oscar Domínguez que es un surrealista que se ha marchado a París y vuelve a Canarias varias veces en los años 30 y empieza a crear cuadros que tienen que ver con el mundo del paisaje canario, pero que también hace un cartel en el estilo francés de la época con un Teide geométrico y blanco, una palmera y un caserío, que incluimos por vez primera en una exposición", señala en un primer momento el crítico de arte y actual director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Benot, que asistirá hoy a la presentación.

El cuadro fundacional de Domínguez al que se refiere el experto es Cueva de guanches, una obra maestra cedida con muchas reticencias por el Reina Sofía en la que el pintor tinerfeño "quiere retrotraerse a un tiempo anterior que son los antiguos pobladores de la Isla, y por eso ahí está esa referencia a lo guanche, a lo volcánico, al drago. Por este motivo Breton lo va a bautizar como el drago de las Islas Canarias", añade.

Nada más entrar, en la primera planta del Castillo de La Luz aparecen tres obras de los tres autores. La primera es Drago, un cuadro que está en Galicia, donde el tinerfeño pinta un cuerpo femenino, un piano, "y el árbol que fascinó a Humboldt, el sabio alemán del siglo XIX que influyó en los modernos del XX", señala Bonet. Por otro lado, la obra de Chirino "es un viento que está apoyado en las espirales del arte prehispánico de las Islas". Y, finalmente, la obra de Millares es uno de sus cuadros tardíos en el que también se recrea el mundo de Humbolt "como navegante por el Orinoco y como nexo con el mundo antiguo", afirma el experto.

Ya en la primera planta, llegamos a la sala Domínguez en la que destaca la citada Cueva de Guanches a lo que se añade el famoso cartel que no llegó a salir a la luz pero en el que el artista hace una visión de su isla Tenerife. Bonet recuerda que Domínguez tuvo un perfil desdibujado, murió joven tras una vida turbulenta y una leyenda potente, pero sus aportaciones al surrealismo se basa en sus recreaciones canarias o el invento de la calcomanía que aparece en un ejemplar de La Gaceta del arte. También hay dos cuadros que recrea el paisaje volcánico desde París en el periodo cósmico, "aunque en la posguerra se fue a uno más picassiano que despistó un poco".

En esta sala también se incluyen todas las publicaciones de Gaceta de Arte con el contexto de la visita de los surrealista, se muestran escritos de Agustín Espinoza con un retrato suyo de César Manrique, además de un cuadro de Oramas con una visión de Canarias y varias fotografía tomadas por Eduardo Westerdahl. "Los surrealista serán una referencia para Millares y Chirino, que son a su vez dos hijos de la playa de Las Canteras, como lo fueron Tony Gallardo y Manolo Padorno", aclara Bonet. "Comparten con Domínguez a un superviviente como Westerdahl que va hacer mucho para que los dos jóvenes puedan salir adelante con su obra", añade.

A su vez, Millares fundará un grupo llamaron los Arqueros del Arte Contemporáneo donde estaba Juan Ismael, Felo Monzón y Plácido Fleitas, y otros supervivientes de la posguerra. "Ellos sigue los supuestos de una escuela de Altamira en Santillana del Mar con un arte abstracto pero apoyado en la historia", aclara. "Millares se base en el Museo Canario y con eso hace el cuadro del aborigen".

Finalmente, la última sala ofrece la mirada compartida de Millares y Chirino al Museo Canario donde aparece la relación con el mundo de las momias representado con un fardo, y donde se sitúan unas arpilleras y un cuadro de Millares que muestra las últimas investigaciones sobre la influencia que tuvo su vinculación con este centro. Al fondo se encuentra Chirino con sus reinas negras del primer periodo, la mirada africana y el aeróvoro. "En el caso de Chirino todo eso le determina para crear sus vientos en espiral y a hacer 'Mi patria es una roca' donde se apoya del poeta Nicolás Estébanez", señala Bonet. "Chirino, que aprende la escultura en un sentido académico en Madrid, ya empieza a hacer allí las reinas negras". Los dos artistas son figuras fundamentales del grupo El Paso. Millares ha sido capaz de provocar elementos muy elementales y potente como el viento. Y Millares, que tuvo una trayectoria brevísima, mostró con sus arpilleras y pinturas la maestría alcanzada.

Un detalle que Bonet quiere subrayar es que esta exposición está conectada con la propia inauguración del CAAM del año 89. "En aquel momento quisimos contar el viaje de los surrealistas al Nuevo Mundo ya que André Bretón había ido a México, pero había visto Tenerife y su realidad surrealista", afirma. "Y aquí se trata de hacer lo mismo pero con Canarias", añade.