"Muy feliz y agradecido con esta exposición. No es normal que se haga una retrospectiva a un artista vivo, y de ahí agradecimiento". De esta manera, y con un verbo quebrado por la emoción, el artista grancanario Pepe Dámaso (Agaete, 1933) celebraba la exposición retrospectiva que le brinda el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), que se inaugura hoy jueves, a las 20.30 horas, y que estará abierta al público hasta el 17 de septiembre.

El universo plástico de Dámaso emerge en tres de las plantas de la sede del centro de arte en Los Balcones 11, en Vegueta, con un discurso museográfico que a través de unas 150 piezas de todas sus épocas ,entre las 6.000 que componen un extenso catálogo armado durante siete décadas, supone un gesto de reconocimiento al trabajo continuado de uno de los protagonistas de las vanguardias en Canarias. Además, y tal como pusieron de manifiesto ayer el consejero insular de Cultura, Carlos Ruiz, y el director del CAAM, Orlando Britto, con esta muestra que lleva por título Pepe Dámaso, se cubre una deuda pendiente hacia su figura. "Un trabajo que nos recuerda nuestra labor de historiadores del arte". Y ese gesto tuvo la réplica del protagonista, quien se alegró de que "el CAAM se dedica un poco a los artistas canarios, a quien se lo merezca, claro, y aquí estoy yo, producto de toda la experiencia para ver mi obra colocada como está", sostuvo el Premio Canarias de Bellas Artes en 1996. "El arte y la cultura terminan por darnos recompensas, apuntó el artista cuya obra ha transitado por destinos como Nueva York, París, Venecia, Dakar, Lisboa, Copenhague, La Habana, Belgrado o Jerusalén. Una retrospectiva generosa que desde el sótano, planta baja y primera del centro de arte, traza un recorrido por el pulso vital de Dámaso desde su obra primeriza en los años 50, donde es notorio el influjo de las vanguardias, hasta piezas fechadas en el año 2002, y otras inéditas de sus principios, además de las cedidas por coleccionistas privados e instituciones que rara vez se habían expuesto en público.

La esencia

Un año aproximado ha llevado armar esta retrospectiva, comisariada por Carmensa de la Hoz y coordinada por Cristina Déniz. No ha sido fácil, porque hubo que hurgar en los depósitos del Gobierno canario que custodia la obra de Dámaso, tras la cesión del artista de su patrimonio para que cada una de las Islas tuviera un museo con su trabajo. De esto habló Carmensa de la Hoz, que al igual que Dámaso no pudo contener la emoción al agradecer el ofrecimiento del CAAM, el diseño y montaje,y por supuesto los años de amistad y colaboración mutua. El artista y ella se fundieron en un abrazo mientras la comisaria daba detalles de la muestra. "Es difícil hacer una retrospectiva con Dámaso", dijo acerca de su producción. "Hace 43 años que nos conocemos, lo conocí con César Manrique, y Manrique me lo dejó de herencia, y si hay un sitio donde Dámaso se va a representar en toda su esencia, ese es el CAAM, y así ha sido". De la Hoz abundó en el proceso de selección y dijo que "hemos trabajado con mucha ilusión y descubriendo al maestro yo misma, y aunque llevo muchos años trabajando con él, de repente surgía nueva obra".

Según la comisaria, "el CAAM tiene una vocación tricontinental y es la vocación también de Dámaso, un hombre europeo y con una vocación innegable hacia África, tal como se pone de manifiesto en esta exposición" donde aflora el pulso creativo ligado a las distintas geografías africanas y latinas que ha frecuentado. Como ejemplo, Carmensa de la Hoz señaló que "expuso en 1966 en la I Bienal de las Artes de África" para iniciar luego las incursiones en Latinoamérica.

En este sentido, el director del CAAM, Orlando Britto, aprovechó la presentación para trazar un perfil de Dámaso y motrar su satisfacción por este proyecto cuya construcción ya sido además " un espacio de diálogo y trabajo conjunto muy enriquecedor y gratificante, una experiencia maravillosa".

A juicio de Britto, "la obra de Dámaso, en un lenguaje formal inicial en los años 50 del siglo pasado, que transita ente sus experimentaciones figurativas y abstractas, y logra configurar una condición de estilo muy singular, donde figuración y abstracción se dan la mano, la figura y la materia dialogan en armonía, trabajando el collage y el ensamblaje con auténtica maestría".

Es notorio que en Dámaso converge una suerte de continuos homenajes a las vanguardias a las que se acercó, a sus protagonistas, sobre todo a la literatura y el cine. En este sentido, Orlando Britto subrayó que "su obra goza de resonancia a modo de permanentes homenajes a figuras y legados como el de Néstor y de referencias del surrealismo como del movimiento pop, y una base en su trabajo de carácter literario".

Abstracción y figuración

La comisaria de esta retrospectiva de Dámaso insistió que "creo en su obra, en su sentido plástico único, en su momento para él fue muy difícil siendo tan joven ir a la contra de sus amigos como Millares, Chirino, todos ellos en la abstracción y el informalismo, que también los tuvo, pero a él lo llamaba más la figuración, y por eso su obra es tan especial y tan única. Lleva casi setenta años pintando".

El propio Dámaso y la comisaria, junto al equipo del CAAM y autoridades, recorrieron el centro de arte explicando cada una de las series y obras, cómo se gestaron. El visitante se encuentra, nada más entrar al CAAM con Retablo del Atlántico (2000), escultura en madera en la que explora el fenómeno migratorio; y a su izquierda un detalle ampliado del cuadro Doramas (1983), de la serie Héroes Atlánticos, que se exhibe al completo en la planta baja. Como bien apuntó Orlando Britto, dos piezas que acentúan "algunos de los espacios esenciales presentes en el conjunto de su obra: lo mítico y la realidad".

El discurso museográfico de Pepe Dámaso se inicia en la planta baja donde se presenta una selección de obra de la década de los 50. Entre ellas, la serie Juanita, cuando Dámaso, sin saberlo, tal como recalcó Carmensa de la Hoz, trabajó el arte povera sin saberlo. "Fue mi gran paso", dijo Dámaso. Además, piezas de juventud, bocetos de proyectos de encargo, y detalles de los brotes de experimentación entre la abstracción y figuración con los que comenzó a construir su arte.

La planta baja descubre las series La Umbría y la citada Héroes Atlánticos, mientras que el cubo central alberta la serie Muerte, una de las señas de la plástica de Dámaso que es una constante en su obra. El tránsito entre plantas obliga a girar la cabeza hacia la pared que engancha las plantas 1 y 2, con el montaje Nasas creado para esta exposición, que emula la pieza de Dámaso de 1975 que se encuentra en Agaete.

La primera planta es el lugar de las series África, Cuba y Balos; los collages eróticos inspirados en poemas de George Bataille; y material cinematográfico de su autoría como La Umbría, La Rama o Réquiem por un absurdo, rodadas en Agaete, y El jardín de cactus; documentales como I ter in semet itsum, 2009, de Miguel G. Morales; o la cinta Sexo quemado, dirigida por Miró Mainou, con Dámaso de actor.

Los retratos de Pessoa, García Lorca, Galdós Saramago, Manrique, Tomás Morales, o Néstor de la Torre, conducen a la sala que concluye el recorrido donde se ha dispuesto un diálogo entre Dámaso y Manrique: de un lado Cactus en flor (2000), retrato de Manrique, y de otro un retrato de Dámaso autoría de Manrique, y el autorretrato Crucifixión, con Dámaso crucificado. "Sin querer, se fue confluyendo hacia un final donde Manrique y yo estamos enfrentados ante mi propia obra, y esto marca la exposición", dijo Dámaso tremendamente agradecido. Y en esa misma sala la emoción le vino de nuevo al leer en voz alta un texto suyo en una cartela, a modo de reflexión sobre la "entrega casi sacerdotal" hacia el arte.