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X Festival Internacional de Maspalomas

Generosa inmersión en la trompeta barroca

Imagen del concierto inaugural del X Festival de Trompeta, en el Centro Cultural Maspalomas. LA PROVINCIA/DLP

Con un concierto dio comienzo el décimo Festival Internacional de Trompeta de Maspalomas, que dirige Sebastián Gil. Dos profesores de la parte didáctica, Otto Sauer y Luis González, fueron solistas de cinco de las siete obras interpretadas junto a un grupo de cuerdas de la Orquesta Filarmónica y Sergio Alonso al cémbalo, dirigidos desde su atril por el concertino Sergey Galaktionov. La muy grata y celebrada sesión dio comienzo con Mozart, el único compositor no barroco. Su precioso Divertimento K.136 sono ágil, esbelto, aéreo y muy en estilo. Una transcripción a trompeta del Concierto para violín en la menor, de Vivaldi, dio entrada al instrumento protagonista en formato sopranino, una trompeta aguda de gran dificultad, bien tañida por González.

La pieza siguiente fue nada menos que el segundo Concierto de Brandemburgo, de Bach, con cuatro solistas (trompeta, violín, flauta y oboe) que tejieron con mucha solvencia sus juegos de confluencias y contraposiciones, en gran parte acompañados exclusivamente por el violonchelo solista. Aquí comenzó la presencia de Otto Sauer, consagrado maestro de la trompeta piccolo, tan ágil y brillante como un violín. Estupenda versión general.

Del checo Neruda y el alemán Molter , dos buenos representantes del settecento europeo, aunque menos frecuentados, escuchamos el Concierto en mi bemol mayor que el primero escribió originalmente para trompa de caza, y es su obra más popular, de gran lucimiento y con cadencias en los tres movimientos, ahora ejecutada por Luis González con un posthorn de muy bello sonido. Del segundo, su Concierto en re, no menos virtuosístico en la redonda y penetrante sonoridad de la trompeta aguda de Sauer.

Un Concierto para cuerdas y continuo, de Vivaldi, sin solos; y una Sonata en re para dos trompetas y cuerdas, esta última a cargo de los dos excelentes profesores, remataron la generosa inmersión en las bellezas del instrumento durante el periodo terminal del Barroco. El público sumaba a los discípulos del Festival una nutrida presencia de aficionados locales y turistas. Todos exteriorizaron su satisfacción con largos y calurosos aplausos.

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