Se habló de Cervantes, Gabriel García Márquez, Delibes, Julio Cortázar, Valle-Inclán, José Luis Borges y, por supuesto, de Benito Pérez Galdós, a quien definió el escritor Santiago Gil como "el novelista de los novelistas, después de Cervantes". Igualmente, se buscó los orígenes de la vocación en las letras hasta encontrar las voces de los recientes antepasados canarios, "que tenían gran habilidad para contar historias", tal como describió el novelista Emilio González Déniz. Al mismo tiempo, se explicó la motivación por dedicarse a las letras, "que es encontrar buenas historias y luego contarlas para divertir e inquietar", apuntó el escritor de novelas negras, Alexis Ravelo, y en varias ocasiones se dejó bien claro qué diferencia a los literatos canarios: "nuestro acento, que marca mucho la forma de contar las cosas", en palabras de José Luis Correa, padre del ficticio detective Ricardo Blanco.

Son cuatro escritores grancanarios y protagonistas de la mesa redonda titulada Narrativa Canaria Actual, que se celebró ayer en el marco del Congreso Internacional de la Asociación de Profesores de Español, que se organiza en el Campus de Humanidades de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria hasta el próximo viernes.

Alexis Ravelo, Emilio González Déniz, José Luis Correa y Santiago Gil tomaron la palabra para abundar con detalle en la literatura contemporánea canaria. "Se tratan de los herederos literarios de Benito Pérez Galdós. Unos auténticos narradores de enorme prestigio, que son graciosos, simpáticos y que, encima, son canarios". Con este arranque, Rafael del Moral, presidente del congreso realizó la presentación y descripción de cada uno de los novelistas que, durante dos horas, con sus pequeñas intimidades, opiniones comunes y experiencias individuales, fueron creando con ocho manos imaginarias, en esta ocasión con voz, un relato con denominación de origen.

Reivindicar Canarias

"Nuestro empeño es reivindicar Canarias como entorno literario". Esta fue la primera premisa en común de los escritores expresada por Alexis Ravelo, ganador del premio de Novela Negra Ciudad de Getafe, con su obra La última tumba, de 2013. Los cuatro escriben con estilos diferentes, pero utilizan recursos comunes, y el principal es que en todos sus relatos Canarias tiene un papel fundamental. El más veterano, Emilio González Déniz, se inventó un territorio en su obra Bastardos de Bardinia, escrita en 1991, porque "yo quería contar una historia que ocurriera en las siete islas. Quería que fuera una isla en la que todas estuviesen representadas. Entonces creé una isla", apostilló el profesor de Lengua y Literatura y escritor descrito por el coordinador de la mesa, Rafael del Moral, como "el primer novelista que realiza novelas urbanas contemporáneas que se desarrollan en Las Palmas de Gran Canaria".

"A mi detective solo lo saqué una vez", explicó José Luis Correa, autor de más de una docena de libros, entre los que se popularizó la saga protagonizada por el detective Ricardo Blanco, publicada en Alba Editorial. "Fue a Tenerife a investigar y se enamoró. Entonces la gente me decía: ¡Ah, claro! En Las Palmas es todo muerte y crímenes y te vas a Tenerife y se enamora. Entonces ya no se me ocurrió sacarlo más", confesó entre risas.

Con este tono de humor se desarrolló toda la conferencia amenizada por anécdotas, reflexiones y pequeños episodios de vida de los cuatro escritores que se alternaban la palabra y los pensamientos comunes. "En nuestro momento habían escritores en Canarias que querían conquistar el estado nacional y lo que hacían era ambientar la narrativa en Madrid o Barcelona. Ciudades en las que yo no he vivido", argumentó Alexis Ravelo, Premio Hammett a la mejor novela negra publicada en 2013 por La estrategia del pequinés. Según Ravelo, "tenemos que escribir en sitios en donde has respirado, has sufrido o has dejado de pagar el alquiler. Santiago ha podido ambientar en Londres porque ha sufrido allí. Ha fregado platos en Londres".

"Madrid, Londres, París, son ciudades que me hicieron", ratificó Santiago Gil, "ciudades a las que recurro diariamente. Pero siempre tengo una tónica en común y es que los personajes son canarios que viajan a esas ciudades". Es el caso de Nieves Rivero, la protagonista de su novela La costa de los ausentes, de 2016. "Es de Agaete. Una canaria que habla en canario y que, como la generación actual, entra y sale de las Islas con toda naturalidad", puntualizó el escritor que reivindicó "sacudirnos el complejo, porque lo localista puede ser universal".

"Acento diferente"

En la misma línea se expresó José Luis Correa, "Al final, vas a tocar los temas que te afectan". El autor de El verano que murió Chavela (2014) o El detective nostálgico (2017) fue el primero de los conferenciantes que quiso destacar el tono diferenciado de la letra canaria. "Han hablado de la lengua, del lenguaje y del acento", resaltó José Luis Correa. "Nosotros tenemos una realidad y es que no tenemos una lengua diferente. Tenemos un acento diferente", continuó argumentando el novelista y profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la ULPGC, "que se nota en la manera de expresarnos. En la musicalidad. Y es que el bolero y un tango no lo puede cantar nunca un peninsular, ustedes me van a perdonar, porque el bolero es,..., es nuestro estilo, que marca mucho la forma de contar las cosas."

"En realidad somos muy pesimistas", desmintió así Alexis Ravelo la fama optimista del isleño. "Tenemos ese pesimismo y sentido del humor que tienen las hienas. Que es donde yo siempre he pensado que se reconoce la canariedad de Benito Pérez Galdós, en su socarronería."

Y para explicar mejor su opinión, el creador de Los tipos duros no leen poesía, contó el chiste de las hienas, que "comen carroña y se aparean una vez al año, por lo que "nadie sabe por qué se rién".

Tras explicar la idiosincracia del acento canario, José Luis Correa, autor de Mientras seamos jóvenes, hizo referencia a su infancia para detallar sus comienzos en la literatura. Igual que el resto de escritores canarios que, como si de un pacto se tratase, coincidieron en la importancia de la proliferación de escritores isleños. "Si no escribimos nuestra propia historia, vendrá alguien a contarla y lo hará mal", anotó el narrador. Minutos antes, Santiago Gil, mencionó las historias de sus abuelas: "Canarias es una tierra que mantuvo la cultura oral". Y, media hora después, Emilio González Déniz, Premio de novela Pérez Galdós, también buscó la razón de su vocación en su abuela: "Toda mi narrativa se basa en la sabiduría popular. Lo que cuentan los nuestros".

Los grancanarios se enorgullecen de la cantera de escritores canarios. "Cuantos más seamos, mejor dejaremos contada la sociedad en la que vivimos", defendió el autor de Tierra de Nadie y Equipaje de mano, Santiago Gil. "Los que estamos en esta mesa escribimos de forma completamente distinta. Cada uno seguimos un camino en una sana competencia. Creo que siguiendo a Galdós", explicó el también periodista.

Todos coincidieron en que es importante contar historias ubicadas en lugares en donde se han criado, aunque, apuntó Alexis Ravelo, "hablamos de la misma ciudad, pero son ciudades distintas". De la misma manera, los novelistas también se pusieron de acuerdo en que "cuentan historias" para que alguien las lea. "Cuando el lector entra en juego, tiene sentido lo que hacemos", admitió Correa. Pero la característica común del escritor isleño que les une es esa entonación canaria traslada a sus letras.