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Entrevista

"La amistad es un la mayor"

"Hay formas de traducir emociones, ideas y experiencias que se adaptan mejor al rock", destaca la cantante y compositora Maika Makovski

Maika Makovski. ALFREDO MONTERO

Es una artista reconocida por todas partes, hace el trabajo que le gusta y la apasiona... ¿Cuál es la cara B?

Tener que mostrar más ego del que tengo, algo que supongo que es beneficioso para la carrera comercial. Tener que decirle a la gente que trabaja contigo lo que quiero, por ejemplo, eso me cuesta porque me gusta mucho lo que hago, me gusta demasiado el proceso, y no tengo tanta necesidad de obtener resultados. Pienso que lo que hago ya me los da.

¿Le gustaría cantar y com-poner de la misma forma sin el éxito?

Tengo muchos amigos que tenían unas expectativas que no se han cumplido y lo han dejado. Tienes que pensar que lo que haces es importante para ti, porque lo más probable es que no le importe a nadie, y más en esta época en la que todo va muy rápido. Nosotros hemos crecido dándole una importancia a la música que ahora ya no tiene.

¿Por qué?

Porque la gente ya no escucha discos, sobre todo no los compra. La música no vale dinero, la puedes tener con un clic, la escuchas, la paras... Antes la música era social, la compartías con la gente, la tenías que buscar, era valiosa, hablabas y te hablaban. La información musical con la que contabas se transmitía. Ahora quizás tenemos demasiado acceso a todo, en casa, solos. Hoy la música está ahí, y no se valora como antes.

¿Su último trabajo es en el que más le ha interesado comunicar?

Siempre he tenido una relación muy seria con mis álbumes. De hecho, en el tercero, por ejemplo, cuando lo grababa, tuve un tic en el ojo, y hasta que grabamos la última guitarra no se me fue, como por arte de magia.

¿En este disco ha tenido al-guno?

En el último he tenido que sacar energía de las reservas.

Viene de cambios emocionales profundos. ¿No podía expresarlos con el mismo estilo que en los otros álbumes?

No de la manera que lo he hecho aquí. Hay formas de traducir emociones, ideas y experiencias, que se adaptan mejor al rock, al concepto amplio del rock... En todo caso, pienso que el último disco también es rock, pero no es un disco enfadado, muestra más el agotamiento, la melancolía, y va más hacia adentro que hacia afuera, como en los otros trabajos.

Pero es un disco luminoso. Es como si de repente tuviera las ideas claras.

No tenía energías que dilapidar. Estaba realmente muy cansada. Había vivido muchos cambios personales y profesionales que me habían ido llevando durante cuatro años de un lado a otro. Llegué al disco con la necesidad de hacerlo para pasar página.

¿Ha pasado página?

Sí, ahora estoy bien. Empiezo a tener muchas ganas de todo otra vez, y a tener energías expansivas, que son más propicias para crear, mucho más juguetonas. Durante el tiempo que trabajé en Chinook wind me recogí, y ésta es la razón de que sea esencial, porque no tenía energías para decir nada que no fuera importante.

Este viento frío es especial...

Es un fenómeno flipante que se da en la provincia de Alberta, en Canadá. Es un viento frío que baja de las Rocosas, y en mitad de un invierno de esos de estar a menos veinte grados, de la noche a la mañana, pasan a cincuenta grados más... De hecho, chinook quiere decir comenieves.

¿Por qué da nombre al álbum?

Porque quería que representara que, a pesar de que nos pasa de todo allá fuera, este disco es un viento cálido, es una chimenea en busca de luz. No me gustan los discos que tienen el nombre de una canción, pero pensando pensando, lo encontré.

Pero, ¿cómo encuentras este viento?

Pues porque me enamoré de un canadiense. Le escribí una canción y le dije que pusiera él el título. Y le puso Chinook wind.

A veces todo es tan sencillo como que no estamos enamorados, como sugieres en Not in love ...

Es una canción que dice muchas cosas, y quiere decir otras muchas cosas más. Sí, dice que es muy simple, pero realmente no lo es tanto. La fuerza de esta canción es que muestra cómo de difícil es clavar un puñal mirando a los ojos, realmente. Son tres acordes. Suena feliz, pero tiene bastante de subterránea.

Canta de una forma muy especial. Pero también escribe.

Escribo desde que tenía doce años, e intento siempre estar escribiendo letras, intento siempre tener el músculo preparado.

¿Escucha música cuando escribe?

Imposible, me condiciona el ritmo y ya le empiezo a poner letra a aquella pieza. De hecho, no puedo dormir ni hacer muchas cosas con música, porque me distrae demasiado, estoy demasiado pendiente.

¿Qué escucha?

De todo, mis gustos son una esquizofrenia pura. Me encanta Prince desde pequeña, y podría hacer un repertorio ahora mismo sin preparármelo. También podría hacer lo mismo con Iggy Pop and The Stooges, que es otro universo. Últimamente, escucho mucho folclore de Macedonia, Sarievski, por ejemplo, un compositor que ya murió.

¿Sabe desconectar de crear?

Del todo, nunca. Puedo estar medio dormida y poco activa, pero siempre estoy mirando las cosas para almacenarlas... También pinto, ahora ya no tanto, pero cuando empecé recuerdo que podía mirar una sombra y preguntarme de qué color era. Miraba el mundo a través de los colores que podían ser y no eran. Y pasa un poco lo mismo con la música: puedo preguntarme qué nota es aquella silla. Es extraño. O la voz de aquella persona, o de una mirada... Qué notas o canciones son.

¿Qué nota tiene la amistad?

La amistad es un la mayor.

¿El amor?

Depende de qué tipo de amor.

¿Cuál es el sonido de la vida?

Tengo muchos amigos músicos que tienen un sonido para la vida, pero yo soy demasiado ecléctica para tener uno.

Volvemos al disco: diez canciones, de un total de cien piezas en bruto...

Sí, fueron cuatro años de mucho trabajo. Yo necesito hacer un disco al año, y como he dicho, durante aquella época tuve demasiados cambios, y cuando no tienes estabilidad es muy complicado hacer una cosa tan abstracta como encerrarse en el estudio y crear un disco. Cuando acumulas tantos trabajos, llega un momento en que no sabes a qué juegas.

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