La línea que separa la crítica y el criterio, la libertad y la condena, la moral y lo políticamente correcto puede desdibujarse en el terreno de la cultura. La decisión del Cabildo de Tenerife de retirar su subvención de 4.000 euros al concierto del cantante colombiano Maluma el próximo 8 de septiembre [que también actuará al día siguiente en Gran Canaria] en el marco del Festival Mar Abierto con motivo de sus "contenidos machistas" y que "fomentan la violencia de género" ha suscitado el debate alrededor de varias cuestiones, como los ámbitos en que debe materializarse la responsabilidad de las instituciones públicas en el fomento de la igualdad, el respeto a la diversidad y la libertad de expresión, así como el efecto llamada de la prohibición y sus efectos negativos en un campo tan libre como la música.

Precisamente, el anuncio esgrimido por Carlos Alonso, presidente del Ejecutivo tinerfeño, coincide con la iniciativa del Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) de confeccionar un listado de 200 canciones en Spotify, que se renueva periódicamente y trenza distintos géneros e idiomas, pero cuyo denominador común es no ya la ausencia de letras sexistas, sino la inclusión de voces y miradas diversas en torno a la mujer, lejos de la estereotipación y objetualización que vertebra el grueso de hits de reggaeton. ¿Pero cuál es el vara de medir que discrimina a unos géneros, artistas o estilos de otros? ¿Y cuál es el límite entre la exclusión, la disuasión y la concienciación?

El productor y promotor musical Juan Salan señala que "los contextos machistas siempre han existido en las canciones". "En el rock and roll basta escuchar a los Rolling Stones, Otis Redding, Los Beatles o Guns N' Roses, que tienen letras están en inglés y, por eso quizás, mucha gente no es tan consciente, porque el reggaeton, además, es más explícito", apunta. "Pero este no es un problema que se solucione con suprimir o no conciertos, porque entonces tendríamos que vetar a muchos artistas, sino que es un problema de educación, que debe abordarse desde colegios e instituciones".

A esto añade que "el Cabildo tinerfeño tendrá sus razones para retirar la partida, pero las subvenciones a los conciertos en Canarias existen porque los promotores no podemos competir en igualdad de condiciones que en el resto de España; si se toma esta decisión porque el objetivo es combatir el machismo, debería empezarse por la base, que es la educación".

A este respecto, desde Artevalle Producciones, impulsora del Festival Mar Abierto, en el que se enmarcan los dos conciertos de Maluma en las Islas, ha aclarado que "nosotros nos dedicamos a hacer cultura". "La promoción de la música no tiene nada que ver con la violencia de género", postularon.

Sin embargo, la cantante tinerfeña Esther Ovejero, que también ejerce como profesora de Secundaria, defiende que los eventos musicales o culturales que promuevan mensajes sexistas no deben apoyarse desde los organismos públicos. "La medida del Cabildo de Tenerife me parece correcta, porque la difusión de este tipo de música que llega a los adolescentes de forma masiva a través de redes y de radios no debe apoyarse desde lo público", sostiene. "No soy partidaria de la represión", aclara, "estos artistas seguirán vendiendo discos, dando conciertos y acumulando seguidores, pero existe una responsabilidad desde las instituciones públicas de favorecer otro tipo de música frente a una corriente musical basada en letras bastante bestias, que terminando calando en los más jóvenes".

Por otra parte, el cantautor y humorista grancanario Víctor Lemes ha manifestado que "yo soy de los que prefiere concienciar y educar antes que prohibir, porque prohibiendo se está cayendo en la misma intolerancia que se critica". En esta línea, sostiene que "por eso, me parecería una incongruencia si finalmente se cancelara el concierto". Además, Lemes, que aboga por distinguir entre "la calidad de los contenidos, la repercusión del artista y la percepción del espectador", argumenta que la sobredimensión que ha adquirido la polémica en torno al concierto de Maluma contribuye a alargar la sombra del artista. "Creo que se le está dando más publicidad a este asunto tratando de prohibirlo, en lugar de dejar que muera por su propia inercia vacía", afirma. "En mi caso, desconocía totalmente quién era Maluma hasta que saltaron mil artículos criticando su canción de Cuatro babys, que me despertaron la curiosidad por profundizar en quién era", revela. "Ahora, aunque despierte odios, todos hablan ya de él como personaje recurrente y eso acaba generando expectación hacia qué cosa nueva hace".

Con todo, la consejera de Igualdad del Cabildo de Gran Canaria, María Nebot, atribuye la medida de Alonso a una "estrategia política", toda vez que destaca que la iniciativa del Instituto Vasco de la Mujer no aloja una vocación "prohibicionista, sino educacional". Desde Emakunde, declaran que "se trata de sensibilizar a los más jóvenes dentro de una estrategia global que tiene como objetivo a toda la sociedad vasca, de cómo la música afecta con sus contenidos a nuestros hábitos e ideas". Por tanto, no se trata de tachar al Dj, sino de invitarle a que cambie de canción.