"Si Mot hubiese sido francés ahora sería un fenómeno mundial como Astérix". Así se expresaba Alfonso Azpiri cuando se refería a su personaje más conocido en una entrevista a este periódico el pasado 4 de noviembre en el Salón del Manga de Las Palmas de Gran Canaria al que acudió de invitado.

El dibujante madrileño, que falleció ayer a consecuencia de un cáncer en el hospital de Villalba, ha sido, sin duda, uno de los grandes dibujantes y diseñadores que ha dado este país. Y tenía toda la razón cuando se refería a su entrañable creación. Porque Mot era un monstruo que acompañaba a un joven en diversos viajes interdimensionales al que la chovinista maquinaria editorial del país vecino habría apoyado incondicionalmente si fuese un compatriota.

Pero no. Era español. Y aún así, fue más conocido en el extranjero que en su propio país. Y en la propia Francia, Estados Unidos, Italia o Japón lo veneraban como a uno de los grandes del noveno arte. Los aficionados al cómic que vivieron su adolescencia en los años ochenta lo sitúan entre los autores más originales y brillantes de su generación. Un dibujante con una técnica soberbia e innovadora a la altura de Juan Giménez, Frank Thore o incluso Moebius. Aún así, sorprendía su carácter afable y cercano. Su humildad. Recuerdo su entrada en Infecar y sus primeras palabras a los cuatro periodistas que lo esperaban. Pidió disculpas por el retraso como si le fuera la vida en ello y dedicó todo el tiempo necesario a las entrevistas y asistir a sus seguidores. El maestro desprendía esa cercanía que siempre sorprende en los más grandes. En 1972 colaboró por primera vez con la revista Trinca y trabajó durante largas temporadas para publicaciones italianas, en las que su producción podía llegar a las 200 páginas mensuales. Poco después creó sus primer personaje, Zephid y la famosa Lorna, mientras aparecieron algunos de sus trabajos más interesantes en revistas como 1984 y Címoc. "Aquella época fue dorada para el cómic porque se publicaba mucho, fue cuando empecé a hacer cosas en color como Pesadilla, Otros sueños, Despertares", recordaba en aquella visita a la Isla. Al mismo tiempo, Azpiri trabajaba haciendo portadas para juegos de ordenador y luego comenzó su colaboración para El País con el personaje de Mot, que protagonizó no solo una serie gráfica, sino además otra de animación de 26 capítulos. Según el genio madrileño uno de los problemas para la gente joven actual es, precisamente, que no existen revistas donde publicar e investigar cosas nuevas. "Ahora los chavales jóvenes no tienen donde mostrar su talento. Sólo pueden sacar un álbum que tiene un trabajo muy fuerte y que no compensa. Cuando hacíamos 1984 sacábamos 15 álbumes al año que se vendían de maravilla. Y ahora se publican 15 álbumes diarios que no se venden casi. Y no digamos cuando se hacía el Capitán Trueno que tiraba 300.000 ejemplares a la semana. Y ese es el problema, que no se adhiere en el lector", reflexionaba.

El madrileño hablaba con una elocuencia tremenda y reconocía que su estilo se había hecho con los años. "Cuando veo alguno de mis trabajos de Trinca yo flipo. Es una evolución y he creado esa escuela identificativa por el tipo de color, la manera de contar, el barroquismo de la viñeta". Y a la hora de valorar su trabajo era igual de clarividente. "Lorna se convirtió en el más internacional de mis trabajos. Yo estaba haciendo cómic erótico en Italia y, cuando en España se acabó la censura, me dijeron que si podía hacer una historia erótica que mezclé con la ciencia ficción y que llegó a los once álbumes". Sin embargo, no sabemos si llegó a cumplir su deseo de hacer el 12 y definitivo para cerrar una última trilogía que la editorial Dibbuks tenía previsto publicar en cuatro integrales. Los videojuegos marcaron una época también en su carrera. "Soy un artista gráfico e igual te puedo hacer el cartel de una ciudad, de una película, para una novela, una ilustración o una tira gráfica. Creo que me he movido en todos los terrenos", afirmaba. Y volviendo a su personaje más popular, Azpiri decía que "Mot podría haber sido una serie para toda la vida, un fenómeno internacional. Yo veo que, en otros países, cuando se hacen ferias o salones se vuelca toda la ciudad, se implican las instituciones, es una fiesta".

Sus palabras eran proféticas. Y es que, desgraciadamente, Mot sólo llegó a alcanzar los once volúmenes y Astérix ya va por el 37.