El cantante colombiano Maluma es un fenómeno de masas. Si alguien tenía dudas de la capacidad de convocatoria del autor de canciones como Felices los 4 y 4 Babys, las dos piezas de su cosecha que han sembrado la polémica por sus letras machistas, anoche en el Gran Canaria Arena y en su segunda visita a la Isla, el artista de Medellín se dio un generoso baño de masas que le brindó una legión de seguidores y seguidoras como si no hubiera un mañana. Dos discos, un poblado catálago de singles, remezclas y colaboraciones con artistas del universo latino, han sido más que suficiente para que a sus 23 años sea venerado como artista revelación.

Felices los 7.000. Así se podría resumir el paso por Siete Palmas del Maluma World Tour 2017, en la programación del Festival Mar Abierto 2017, segundo concierto de la gira europea tras el que celebró el viernes en Santa Cruz de Tenerife, y que tendrá al cantante en itinerancia por la geografía española hasta el 24 de septiembre con paradas en Barakaldo, Barcelona, Madrid, Murcia, Málaga y Sevilla.

"Feliz de volver a esta linda ciudad", era el mensaje en redes sociales con el que Maluma agitaba el pulso del público una hora antes del comienzo del concierto, anunciado a las 21.00 horas, y que arrancaría unos veinte minutos más tarde. Llegó de Tenerife por la mañana en barco con un equipo de cuarenta personas entre el personal artístico y técnico, y enfiló hacia el sur donde se alojaba, y apenas se dejó ver hasta que salió a escena.

La impaciencia entre el público, mayormente femenino -numerososas jóvenes lucían en la cabeza cintas de colores con el nombre de Maluma- y en una amplia franja de edad, era mayúscula desde que los tinerfeños Critika y Saik cumplieron con su rol de teloneros. Con ellos, el aforo del Gran Canaria Arena, sobre todo los de general y en pista, comenzaba a agitar los brazos y meterse en situación. "Con las manos hacia el techo", decían los tinerfeños, y todos secundaban los movimientos.

Con un pabellón poblado de espectadores por encima de los 7.000, la cuenta atrás propició que se disparara la temperatura y una especie de histeria colectiva acompañada de un griterío ensordecedor. Y es que la hora del relajo, del baile a ritmo de regaeton regado de graves y contundente percusión era inminente.

El escenario no era cualquier cosa. Cuatro pantallas led y otras dos laterales, una pasarela central que cruzaba la zona VIP, y otra que sobtre el escenario le permitía elevar su posición por encima de los tres músicos, batería, guitarra, dj y programaciones, además de dos voces y las seis elásticas bailarinas que trazaban las coreografías de cada tema.

Explosión lumínica, visuales con el rostro de Maluma, la enorme M con corona que le sirve de logo corporativo, el grafismo de su segundo álbum Pretty Boy, Dirty Boy, de 2015, y allí estaba el cantante. Griterío superlativo, cañones de confeti, y arriba todos. Con la intro de Nadie Sabe arrancó un concierto que mantuvo la pauta similar al que ofreció el viernes en Tenerife. Borro Cassette y Sin contrato, fueron la tarjeta de presentación del colombiano, que cambió su indumentaria respecto a la que llevaba el viernes por chaqueta de cuero blanca con remaches, pantalón negro y gafas de sol que mantendría hasta el segundo de los temas.

"Tengo una pregunta: ¿Cómo lo están pasando?". Antes de terminar ya tenía la reacción del público. Y fiel al guión volvío a exclamar: "¿Dónde están las señoritas sin contrato esta noche?". La ovación, otra vez, fue de órdago.

Con El perdedor, ejecutada con un paso distinto al de estudio, se despojó de la chaqueta y la exclamación fue colectiva. En las gradas pocos espectadores guardaban la disciplina de butaca, y en pista las manos en alto se fundían con los centenares de móviles por esa costumbre del público de grabar todo en vez de disfrutar del concierto.

Mientras, el cantante seguía a lo suyo, repartiendo sonrisas, y despachando una canción tras otra. Mantuvo la pista caliente con Desde esa noche y volvió a preguntar "¿Dónde están las señoritas solteras?", para interpretar Vente Pa Ca y Me llamas, original de los colombianos Piso 21. Bajó el tono con La invitación y antes de Vuelo hacia el olvido buscó entre público a una joven que subiría al escenario: Marisa de 25 años, que se fundió en un abrazo con el cantante, y él le dedicó la canción.

La traca final fue en automático y satisfizo a los miles que acudieron a su llamada: La temperatura, Chantaje, La bicicleta, Party animal y Carnaval. Sabio que es, dejó para el cierre Felices los 4 y 4 Babys, por si alguien las echaba en falta. Es el huracán Maluma, que guste o no su música y lo que representa, cubrió las expectativas de quienes fueron a verlo y tuvieron su premio.