La estrella de David Bisbal, el ex triunfito que supo trazarse entre sus coetáneos la trayectoria más refulgente en el firmamento internacional, volvió a brillar este viernes por la noche en Las Palmas de Gran Canaria. El cantante almeriense demostró durante alrededor de dos horas de concierto en el pabellón del Gran Canaria Arena, al abrigo del Festival Mar Abierto 2017, que los himnos que cimientan sus 15 años de andanza musical siguen rindiendo a sus pies a su público isleño.

Ante un aforo de unos 4.500 espectadores, Bisbal desplegó un vibrante directo en el que desgranó los grandes éxitos de su repertorio, pero también las canciones más aclamadas de su nuevo álbum, Hijos del mar (Universal, 2016). Esta última tanda incluyó en el ecuador del concierto la emotiva canción Todo es posible, un homenaje a la fe en el destino inscrito en la banda sonora de Tadeo Jones 2. El secreto del Rey Midas a dúo con Tini Stoessel, y que el artista descerrajaba casi por primera vez en vivo.

"Canarias, estoy encantado de volver a estas tierras que tantas alegrías me ha dado", proclamó el artista de Corazón Latino, engalanado con americana roja, al tomar el escenario. "Hoy vamos a pasar una noche memorable, en la que hemos diseñado un repertorio con las canciones de antes y las de ahora para que cantemos todos juntos".

El reloj señalaba las 21.15 horas cuando Bisbal hizo su esperada aparición en el escenario del Gran Canaria Arena para abrir la noche con Mi norte es tu sur, octava canción de Hijos del mar, que el propio artista ha definido como "el más enérgico, moderno y actual" de sus ya seis discos de estudio.

Y así lo puso de manifiesto en el escenario de Siete Palmas, donde abundó, sobre todo, en los temas de sus dos últimos trabajos, arropado por su banda y flanqueado por una potente escenografía de luminosas rojiblancas y formas geométricas, que mutaban en distintas formas inspiradas en cada canción.

"Los que seguimos a David Bisbal desde sus comienzos hemos visto su gran evolución a lo largo de los años y hoy se puede decir que es uno de los artistas más grandes y más generosos de España, porque, además, siempre es muy cercano con su público", declamó Nayra Quintero, fan acérrima del almeriense, que enfiló hacia la zona VIP del concierto una vez abiertas las puertas del recinto.

"Amo su último disco, Hijos del mar, como amo todos sus discos, pero creo que todos esperamos que cante sus canciones más sentimentales, como Dígale o Antes que no, que son preciosas", señaló la lanzaroteña Cristina Torres, "enamorada" de Bisbal desde su primera aparición en Operación (OT). "Realmente, él es el gran ganador de OT, porque ninguno ha tenido tanta proyección internacional como él", asegura.

La esencia latina que destila el artista en escena y la fiebre bisbalera de su público en Gran Canaria, a quienes Bisbal visita por sexta vez en 15 años, marcaron el ritmo de una noche en la que la voz del público se coló en todas las canciones, las de ayer y las de hoy.

La segunda parada del repertorio continuó en la senda de Hijos del mar con la canción Antes que no, una de las más aclamadas del disco, tal como atestiguó un aluvión de aplausos y coros desde la pista. Le sucedió Esclavo de sus besos, hit nacional de su cuarto disco, Sin mirar atrás (2009) -acogida con un renovadísimo aplauso- y, acto seguido, el primer vistazo a su álbum de debut, Corazón latino (2002), con la balada Quiero perderme en tu cuerpo, bordada por el público con sus respectivas luces de mechero en alza.

En la primera línea de gradas, las integrandes del Club de Fans Oficial de David Bisbal, ataviadas con banderas y gorros azul eléctrico con las letras DB, replicaban las letras de cada canción con entusiasmo. El resto del aforo aglutinaba a todos los públicos: jóvenes, menos jóvenes, parejas, padres e hijos, adolescentes, adscritos a la religión del Ave María de Bisbal.

Así, el recorrido de la noche continuó intercalando canciones del quinto y sexto álbum del artista, con oscilantes subidas y descensos de ritmos a través de los títulos Culpable, Tú y yo, 10.000 maneras -otro grito enardecido desde la pista- y No amanece, en el caso del primero; así como Duele Demasiado, Lo tenga o no y Fiebre, otra vez correspondiente a su último trabajo. "Canarias, os quiero", repetía el artista, dirigiéndose siempre a su público entre canción y canción.

Su recorrido volvió a Sin Mirar Atrás con El ruido, Mi princesa y Al-Andalus, toda vez que las concesiones a su primer arsenal de canciones recayeron en Silencio, Dígale, Lloraré y Bulería. Esta última, ese desgarro musical que Bisbal tributa a su tierra y que coreó un pabellón enardecido al completo, inició la traca final de la noche. Y una vez más, Esclavo de sus besos regresó en los bises para enardecimiento del público.

Para entonces, la noche se agotaba y, para despedir la velada, el primer single que inauguró el vuelo en solitario de Bisbal tras abandonar el nido de OT, Ave María, puso la guinda a la noche con esa triple rima que acaparó las radioformulas a comienzos del milenio. "Si me quisieras, todo te daría", repite Bisbal en los agudos de la canción. Y así se resume una noche en la que artista y público lo dieron todo; se arrancaron por bulerías, como reza el dicho y rubricaron la huella que el artista almeriense ha impreso en su público isleño.