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Música

Strauss y Mahler en la brillante apertura de curso

Concierto inaugural de la temporada de abono 2017/2018 de la OFGC, con el maestro Günter Herbig. GERARDO OJEDA

Programa de poderosa garra para inaugurar la temporada. El maestro Herbig conoce como nadie a la Orquesta, sabe hasta dónde puede llevarla y cuenta con su entrega. Esta reciprocidad se nota y rinde frutos de alto nivel.

Los Cuatro últimos lieder de Richard Strauss están en la cima de la musicalidad tardorromántica. Las versiones referenciales son excelsas y no es posible olvidarlas con lecturas buenas y honestas, como en esta ocasión, pero tan solo en el umbral del equilibrio instrumental, la sonoridad atmosférica, la sedosa coloración y el legato que las hacen únicas. Todo ello estuvo presente, aunque sin ambición de sublimidad. Tal vez sea un error estratégico el abrir curso con ellas después de las vacaciones. De aquí a un mes o dos sonarían perfectas.

No siempre audible por exceso orquestal, la soprano alemana Martina Rüping, de buena voz aguda -un punto deficitaria en densidad- lució amplia tesitura, largo fiato, apianamientos bellamente filados en notas altas y una intensa poética en la emisión de los textos, sobre todo en los dos últimos lieder que condensan el genio de un grandísimo compositor. Ella fue lo mejor de esos versos iluminados, sumida en la marea orquestal con instantes admirables como el solo del trompista José Zarzo en el segundo lied. Su sonido sí alcanzó el ideal.

Herbig abrió todas las compuertas del poder de la excelente Orquesta grancanaria: poder de estallar en fonaciones grandiosas y de replegarse en episodios vecinos del silencio. Poder del color y poder de la elocuencia, intimidades confidenciales y retóricas del gigantismo épico. Era la Primera Sinfonía de Mahler, obra de juventud donde ya está todo él, entero y verdadero en la gran forma abstracta, la canción exquisita, la danza popular. Magnífica versión en sus claroscuros, sus llenos y vacíos, su elocuencia contagiosa. Merecida ovación braveada por parte del público que casi llenaba la sala. Y un bravo más por adelantar en media hora el comienzo de estas citas irreemplazables.

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